Un repaso de la trayectoria de José Almeida, un referente de los reporteros gráficos de la ciudad, despedido por Clarín.
—¿Qué tema musical le pondrías a esta etapa que se cerró?
—“The End”, de The Beatles. Además fue la última canción que grabaron juntos, los cuatro, en estudio.
La pregunta a José Almeida se la había hecho en el medio de la entrevista, en el living de su departamento del barrio Sur, el lugar que alquila desde que empezó a trabajar en Olé. La respuesta llegó en la puerta del edificio, en plena despedida. Esa palabra, despedida, es la que motivó a Pausa para acercarse al ex fotógrafo de la empresa Clarín, a un amigo de la casa, a uno de los mejores profesionales que tiene el rubro.
A este amante de la música, de los instrumentos, del fútbol bien jugado y obviamente, de la fotografía, lo despidieron de Clarín el pasado miércoles 17 (la desgracia) de abril. “A través de un llamado por teléfono, por una empleada de una empresa tercerizada por Clarín, me enteré de que me habían desvinculado”. José Almeida se convirtió en un número más, de esos que no le cierran al gran pulpo mediático de Argentina.
Inicios
José se acercó a la fotografía por el padre, un hombre que no fue profesional sino un aficionado. Recuerda que el principio de su relación con la cámara fue a través de algunas fotos familiares, sociales, como “el casamiento de una prima”. Se sentó en uno de los dos sillones que tiene el departamento y tiró: “trabajaba en el Jockey Club y recuerdo que llegaban la revistas Palermo Blanca y Palermo Rosa”. Sin que lo diga, por su expresión en la mirada, las fotos de esas revistas le causaban admiración. “Un día le pedí la cámara para ir a sacar fotos en el Hipódromo de Las Flores”. El vínculo entre el aparato y los caballos se afianzó cuando un periodista especializado en turf, José “Pepe” Moncada, le ofreció trabajar para el ya desaparecido diario La Provincia y una revista que también se dedicada a “los burros”. Su relación fue creciendo cuando “dos años después a Pepe lo llamaron de El Litoral. Con llegada de “Pepe” al tradicional diario santafesino la tarea de José Almeida cobró mayor relevancia, tanto en su exposición de fotos como en lo estrictamente laboral.
Varios “no” que fueron sí
Y un día llegó la propuesta desde Buenos Aires. Roberto Durán, uno de los jefes de fotografía de Clarín “viajó hasta Santa Fe para ofrecerme trabajo, pero mientras hablábamos creía que no me iba a dar ese trabajo, porque todo lo que me preguntaba yo decía que no. ¿Tenés tal lente? No. ¿Tenés carnet de fotoreportero? No. ¿Tenés carnet de conducir? No. ¿Hiciste fútbol alguna vez? No ¿Tenés ganas de trabajar? Sí. Bueno, entonces yo te voy a armar un equipo para que puedas trabajar, te venis el martes a las 3 de la tarde a Buenos Aires, a Tacuarí 1842, y preguntas por mí. Ahí te voy a mandar con los chicos que están cubriendo pretemporadas. Y así fue, llegué a Buenos Aires y me empezó a mandar a todas partes. Recuerdo un amistoso de All Boys, entrenamientos de Boca, otro amistoso en el predio de La Quemita, de Huracán, iba a todos lados para curtirme”.
Emocionado en el relato de su propia película laboral, seguía contando aquellos días porteños. “Llegaba a la redacción, el tipo miraba mis negativos, y me decía ‘Tus fotos no están buenísimas, tampoco están horribles, pero vos tranquilo, esto se aprende con práctica, vos dale, dale y dale’”. En el recuerdo de esos comienzos, José destacó: “Yo sabía muy poco de todo esto, podría haber buscado a un fotógrafo más formado, por eso valoro mucho ese gesto del tipo”.
Luego de una intensa semana en Buenos Aires, haciendo su propia pretemporada laboral, a pocas horas de haber bajado del colectivo en la Terminal de Santa Fe, recibió un llamado para su primera cobertura para Olé: sábado 10 de febrero de 2001 en el estadio 15 de Abril, Unión-Chacarita. Esa noche el Tate ganó 3 a 0. “Me habían pedido fotos de Matías Donnet, porque había sido la figura”, recordó.
Mucho trabajo
En aquellos años, también de agobiantes gobiernos neoliberales, el contexto laboral del producto deportivo de Clarín era el siguiente: “En ese momento había un suplemento semanal de Olé Santa Fe, donde le dedicaban 8 páginas a Colón y Unión. Era mucho laburo, había que ir a los entrenamientos todos los días. Eso duró dos años, hasta que a la empresa no le rindió más”.
En Olé, para José, todo iba sobre ruedas, pero habría más para engordar su trabajo. “A fines de 2001, principios de 2002, no recuerdo bien, se va uno de los fotógrafos de Clarín en Santa Fe (Guillermo Di Salvatore) y también me empezaron a pedir fotos para Clarín”.
Esas imágenes
Mientras la charla tomaba más forma emotiva y su mirada revelaba la búsqueda en su memoria, José estalló en un recuerdo: “en 2003, para Clarín me pidieron que cubra las elecciones, y tengo el recuerdo de la cobertura a Menem en San Justo y las fotos de Carlos Reutemann, cuando votaba el 27 de abril, dos días antes de la inundación”.
El diálogo era circular, 18 años daban vueltas en la calesita de su memoria. Y ante la pregunta del qué te queda en todo ese tiempo, José dijo: “Los buenos compañeros, experiencias, viajes al exterior, coberturas de todo tipo, el haber recorrido toda la provincia, cosas feas como las inundaciones, tanto la de acá en 2003, como otras en Entre Ríos, pero más que nada, prefiero quedarme con los buenos compañeros”.
El cuerpo se estiraba cada tanto, la remera negra con Los Beatles en Abbey Road también, el gesto de tocarse la comisura de los labios se repetía. En una de las paredes del departamento hay cinco o seis fotos encuadradas. Cada una de ellas son testigos de esas palabras que se funden en recuerdos, en bronca contenida y en un futuro que está en proceso de elaboración, entre maderas, instrumentos y fotografía.
—¿Cuáles serían las cinco fotos de estos años de trabajo en Clarín que colgarías en esta pared?
—Qué complicado es poner cinco recuerdos acá. Pondría alguna de la inundación de 2003, para mí fue lo más groso que me tocó hacer a nivel humano. Otra es la primera tapa que hice para Olé, fue el partido donde quedó desmayado Migliónico, cuando hizo el gol y chocó con el arquero de Chicago, se inauguraba la platea este del estadio de Colón (agosto 2001). Parecía que el jugador estaba muerto. Otra que colgaría es una de Riquelme (2002), era la primera vez que lo veía en vivo y en directo, en cancha de Colón, les pintó la cara a todos. Otra foto, pero muy fuerte, es la de masacre de la cárcel de Coronda, cuando por venganza asesinaron y quemaron a 14 presos. Y completaría con una linda cobertura que hice en Barcelona, esa vez la selección Argentina que dirigía Maradona jugó contra el seleccionado de Catalunya.
Desconcierto
El presente vuelve a la entrevista, José no dudó en decir que el despido lo tomó por sorpresa, “yo creía que se podía dar cerca de fin de año, tarde o temprano se iba a dar, porque hace años que Clarín viene achicando personal”. Muy pensativo y luego de una pausa considerable, dijo: “Hoy casi todos los ministerios, secretarias, prensas de candidatos y otras instituciones tienen su fotógrafo o una persona que con un celular manda la foto a los medios o los mismos medios la suben desde las redes sociales. Todo cambió, todo es distinto, pero más allá de eso creo que hoy no se prioriza la calidad”.
Tomó un vaso de agua y siguió: “Esto que está sucediendo me parece una medida drástica, y es más, me da la sensación que la edición papel del diario Olé va a desaparecer en cualquier momento”.
Las sensaciones todavía están en ebullición, José volvía a estirar su cuerpo, se tocaba la barba y decía: “Mi sentimiento en este momento, todavía con la noticia caliente, es de ingratitud hacia los trabajadores, podría haber sido de otra manera. Nunca dije que no al trabajo, podía terminar muy tarde un partido y al otro día, muy temprano, te podían llamar para viajar a Concordia urgente, y siempre estuve a disposición. Pero acá no hubo ningún aviso previo, ningún jefe me llamó para tenerme en alerta o algo que te indique que te pueden despedir en cualquier momento”.
El último trabajo que hizo el fotógrafo José Almeida fue el pasado martes (16 de abril) por Copa Sudamericana, Colón-Deportivo Muncipal de Perú. Cerró su cámara, pasó las fotos a Buenos Aires y se fue a dormir. Al otro día, al fotógrafo José Almeida, al periodista santafesino Erico Vega y otros 63 trabajadores y trabajadoras, Clarín los sorprendería con un despido devastador.
Cada cámara que no dispara, cada “Rec” que no se activa, también es una perdida más para ustedes, nuestros eternos cómplices, lectores y lectoras.