"Medea va", con la dirección de Edgardo Dib y elenco de Paraná y Santa Fe.
Medea de Eurípides es aquella mujer que pasó a la historia por haber cometido la acción más inconcebible, la que produce mayor horror que el incesto: levantó la daga mortal contra sus propios hijos. Medea, asesina de su hermano y de Glauce, hija del rey Creonte. Pero Medea es también esa hechicera enamorada, esa mujer valiente que dejó su tierra y atravesó junto a su esposo Jasón los mares más bravíos para llegar a Corinto. Y es, al fin y al cabo, una mujer a la que su amado le rompió el corazón.
La Rueda Teatro, integrado por las actrices Romina Fuentes (Medea), Daniela Osella (nodriza, Glauce) y el actor Pablo Vallejo (Jasón) dirigidos por Edgardo Dib presentan la versión libre del clásico griego. En Medea va la dramaturgia de Dib, inspirada en más fuentes que Eurípides, polemiza con la historia oficial. “Yo no maté a mis hijos”, repite Medea y la búsqueda en su memoria es incansable. Cuestiona la verdad de los textos clásicos, de los hombres que escribieron la historia (porque fueron todos hombres). Y sigue preguntándose: ¿Quién escribe nuestro destino?
La obra desde el principio impacta: la distribución escénica es diferente de la habitual, los espectadores están ubicados a ambos lados del escenario generando un espacio escénico largo y estrecho que será sorprendentemente aprovechado. Los primeros signos, como los cuerpos yacientes, la iluminación, la banda sonora (recitados de “Medeas en todos los idiomas”) van introduciendo al espectador en un universo onírico, adelantando que será un gran espectáculo para los sentidos. Y esto se confirma cuando coinciden dos poéticas: la de un director experto que impregna su perfume en todo lo que toca, con una pluma poderosa que puede interpretar y poner en diálogo su necesidad y el deseo de sus actores; y por otra parte La Rueda Teatro que ha logrado conformar una poética propia, basada en la construcción de materiales escénicos plagados de belleza que responden a un gran entrenamiento físico-dramático.
Dib es un director que sabe lo que quiere y de dónde extraerlo, aprovecha ciento por ciento los recursos actorales como la capacidad del grupo para trabajar con los objetos o para construir un relato espacial a partir de las corporalidades. La “imagen poética” del “paso del tiempo” puesta en escena con los bailes, por ejemplo, será una de las materialidades escénicas más logradas de este equipo explosivo. La obra se sostiene sobre el trabajo de les actores y sus intertextos, un sello registrado del director. De esta manera, Alfonsina Storni, Alejandra Pisarnik, Juan L. Ortiz, entre otros, se harán presentes en la poética de Dib conjuntamente con la banda sonora que también irrumpirá algunas veces como un acertado quiebre, inundando la sala con “Se me ha perdido un corazón” de Gilda, “Desde el Alma” de Rosita Melo, un aria de la ópera Medea de Cherubini y Tren Expreso de Raúl Barbosa.
Medea va es una forma de encarar hoy un clásico que tiene como protagonista a una mujer y su actualización y está cimentada a partir del cuestionamiento de la palabra autorizada de Eurípides. Esto inevitablemente impulsa a pensar, quiénes escriben nuestros destinos y nuestras historias y cómo son nombradas, construidas y/o recordadas, en este caso, las mujeres.
Excelente crítica. Bien escrita, bien regulada la información.