El FMI baja su expectativa sobre la economía argentina

FMI

El FMI pronosticó un crecimiento más modesto para la Argentina para 2020, según su informe sobre Perspectivas Económicas Mundiales, publicado el martes 23 de julio.

“La economía de Argentina se contrajo en el primer trimestre del año, aunque a un ritmo más lento que en 2018. La proyección de crecimiento para 2019 se ha revisado ligeramente a la baja con respecto al informe de abril, y ahora para 2020 se prevé una recuperación más moderada”, señala el informe. Y advierte que “con un crecimiento mundial moderado y el predominio de riesgos a la baja sobre las perspectivas, la economía mundial permanece en una coyuntura delicada”.

“Desde la publicación de la edición de abril de 2019 de Perspectivas de la economía mundial, Estados Unidos ha incrementado aún más los aranceles sobre ciertas importaciones chinas y China ha respondido elevando los aranceles de un subconjunto de importaciones de Estados Unidos. Tras la cumbre del G-20 celebrada en junio se evitó una nueva escalada de estas medidas. Las cadenas mundiales de suministro de tecnología se vieron amenazadas por la posibilidad de que Estados Unidos imponga sanciones, no se ha disipado la incertidumbre relacionada con el brexit y las crecientes tensiones geopolíticas han alterado los precios de la energía”, detalla.

En concreto, el FMI pronostica un caída del producto en Argentina de 1,3% para 2019 (en abril habían dicho que iba a ser de 1,2%), con un repunte de 1,1% el 2020 (la proyección previa había sido de 2,2%). No obstante, “El repunte del crecimiento proyectado para 2020 es precario, y supone la estabilización de las economías de mercados emergentes y en desarrollo que están atravesando tensiones y avances hacia la resolución de las diferencias en torno a políticas comerciales”.  “Los riesgos para el pronóstico se inclinan principalmente a la baja, e incluyen nuevas tensiones comerciales y en el ámbito de la tecnología que perjudiquen el ánimo y frenen la inversión; un aumento prolongado de la aversión al riesgo que deje al descubierto una continua acumulación de vulnerabilidades financieras tras varios años de tasas de interés bajas; y una intensificación de presiones desinflacionarias que agraven las dificultades para el servicio de la deuda, restrinjan el margen de la política monetaria para contrarrestar las desaceleraciones y prolonguen más de lo normal los shocks adversos”.

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