Cada vez hablo más conmigo mismo, hablo solo. Lo hago en voz alta, escucho mi propia voz diciéndome algo. Siempre lo hice, pero en los últimos años me tengo como un interlocutor privilegiado, por lo que me pregunto si esta costumbre no es un signo de mi edad; no digo de una presunta enajenación, sino sencillamente de una cantidad considerable de años compartidos conmigo mismo. Entonces, cuando estoy en la ducha, cuando corto unas verduras parado en la cocina o cuando estoy haciendo la cama, me digo cosas: me doy consejos o instrucciones, hago comentarios sobre algo que pasó en el día, pero también me reto a mí mismo.
Aunque es algo bastante común, hablar solo puede parecer un poco aberrante, porque quiere decir que el uno no existe, que necesitamos desdoblarnos, que la individualidad siempre es plural. Es algo que ya sabemos hace tiempo, pero a pesar de eso, esa otredad que nos constituye nos da, a veces, un poco de pavor. Sobre todo cuando hablamos con nosotros mismos para reprocharnos haber hecho algo, o no haber hecho algo que deberíamos haber hecho, es decir, cuando ese otro nos sanciona. En su Diario argentino, Witold Gombrowicz escribe: “Existen períodos durante los cuales se produce en nosotros un desdoblamiento de la personalidad y, entonces, una parte de nuestro ser le juega bromas a la otra, porque es otro el camino y el fin que se ha elegido”. Esas burlas a nosotros mismos pueden ser vistas, entonces, como una forma de convencimiento, un intento de modificarnos a nosotros mismos.
Por supuesto, no soy el único que habla solo. Veo gente que lo hace, todo el tiempo. El otro día, observé a una señora hablando sola en uno de los pasillos del supermercado, mientras elegía un paquete de yerba. Tenía la cara que tienen los que hablan solos, una cara que da un poco de miedo: como ausentes de sí mismos, conectados con su otro yo. Para la psicología, el habla egocéntrica es un buen un signo en los niños, significa que están aprendiendo a pensar. Me acuerdo que, en sus últimos años, sorprendí más de una vez a mi abuelo hablando solo en voz alta. Los domingos, después del almuerzo, se acostaba a dormir la siesta y todos los escuchábamos hablar en voz alta desde la cama. Cuando se lo preguntábamos nos decía que no había estado hablando solo, sino con mi mamá muerta.
En el foro de un sitio de internet llamado “En femenino”, una de las usuarias, “Candor1”, plantea lo siguiente: “Mi novio habla solo constantemente”: “Ese es el problema, habla y murmura para sí mismo constantemente, incluso a veces me lo he encontrado por la calle hablando solo con la expresión extraviada y a veces finge conversaciones. ¿Es este un signo de transtorno psicológico?” La primera respuesta de otra usuaria es concisa: “Sí, claro que sí”. Pero otras mujeres más comprensivas y gentiles le dicen que, si bien no es muy normal fingir conversaciones por la calle, todos hablamos solos porque todos necesitamos escuchar la voz del otro que llevamos dentro.