1- Ver poco. La oculista dice que tengo cataratas en los ojos. No es lindo. Que caigan chorros de agua a raudales de una parte tan sensible de tu anatomía, es feo de escuchar. ¿La garganta del diablo? Por otra parte te dicen tus contemporáneos: es una operación muy sencilla. Pero una lo sabe bien: ninguna cosa quirúrgica es sencilla. Es una operación, punto. Con bisturí, etc. Ahora, lo que se dice ver poco, tiene su encanto. ¿Qué es lo que hay que ver después de haber vivido tantas décadas? A saber: las palabras en un libro, alguna película, la sonrisa de mi hija, la de Axel, la cerradura de la puerta de entrada.
2- Vellos que migraron de partes innombrables a partes demasiado visibles. Nada que no se pueda controlar con una buena depilación.
3- Rodillas, lumbares. Por lo que sé, no estamos en una época de glaciación y no es necesario erguirse demasiado para buscar el sustento. Tampoco tengo que correr a un venado para la cena. O sea, duelen un poco, sí, pero no es para tanto mientras camine con las dos piernas. Y, eventualmente, un bastón.
4- Nada de sexo. Déjenme pensarlo un poco. No fingir nunca. Que me despierten mis propios ronquidos. El control de la TV para mí sola. Éste ítem no me está convenciendo. Pero esto no ocurrió ayer: me estoy acostumbrando.
5- El festejo de mi cumpleaños fue una apoteosis. “Glorificación o ensalzamiento de una persona por parte de una colectividad”, Google dixit. La colectividad es mi niña. Ella me quiere. Y dice, en el video, que si es parca para prodigar palabras de amor, con esta fiesta ya lo sabés, mami. Mucha celebración porque no es fácil no morirse en el trayecto; a mucha gente le pasa. Como le pasó a muchos amigos cuando éramos muy jóvenes, pienso a veces que tengo casi la obligación de vivir. Y no de cualquier manera. Vivir sonriendo. Agradecida. Cuesta, a veces.
6- Creo que, le digo a Laura, muchas Mari cumplieron 70. Alguna todavía tiene mucho menos: la que le gusta jugar con Juan, con Gastón, con la Flopi, con mi propia hija. Con ella me gusta jugar a la mamá. Yo hago de madre. Me sale bastante bien. Juego de profesora. Soy buena en eso también. Juego de tía abuela: dos desamparados están viviendo temporariamente en mi casa.
7- En un momento desesperado de mi vida, mirando en la tele una película que se llama Lilí, pensé: basta de alcohol y de miedo. Si querés morirte, matate. Y si no, no. Pero no a medias. No en el estúpido lugar donde te atraviesan todos los rayos. Desde entonces, detesto el malestar. Busco la causa. Trato de eliminarla. Pido ayuda y no me rindo. Que la muerte venga sola, si quiere. Todavía puedo sorprender a todos alcanzando la inmortalidad. No es probable ni posible, pero, quién sabe. Me perderé varios regresos del neoliberalismo al país, varias invasiones a países del Medio Oriente, varias invenciones de comunicación y/o estupidización, varias floraciones del naranjo que no tengo. Lamentaré causarle dolor a Laura, pero ella es fuerte y puede lidiar con todos mis defectos.
8- A propósito, hoy mi casa está llena de flores y del sol del mediodía. La vida es boba, es cierto; pero muchas veces es hermosa. A veces, sólo es.
9- La patria son los amigos.
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