La comparación surge de los datos que publica diariamente el Banco Central de la República Argentina. La sospechosa corrida desatada el lunes y los intentos de estabilizarla terminaron produciendo nuevos desajustes, en una economía resquebrajada y a punto de derrumbarse.
El viernes previo a las elecciones había 66.310 millones de dólares de reservas en el Banco Central. Ayer, ese monto había bajado a 62.406 millones, unos 3904 millones menos. Hace una semana, el dólar minorista cotizaba $46,54. Ayer, costaba $58,12, una devaluación del 24,88% (después de haber cerrado a $62,17 el miércoles). La tasa de referencia –la que toman en cuenta desde las tarjetas de crédito hasta los bancos y financieras para prestar– subió de 63,70% a 74,97%.
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Todavía está en discusión si el presidente Mauricio Macri ordenó la devaluación del lunes posterior a las elecciones, que fue seguida por un discurso que quedará en los anales de la ciencia política y la psiquiatría. Lo cierto es que en ese momento no se controló debidamente la demanda de dólares y se produjo otra vez el triple fenómeno que quema todos los libros de economía: subió la tasa de interés, subió la cotización del dólar y cayeron las reservas. Todo junto y al mismo tiempo.
Se supone que si las tasas son las más altas del mundo, los especuladores preferirán el interés antes que irse al dólar. Se supone que si se venden dólares se tiene que satisfacer la demanda y el precio tiene bajar. No sucede en la economía casino de Argentina, producto de la desconfianza provocada por el hiper endeudamiento en pesos y la recesión, en conjunto con las medidas de total libertad para los especuladores. Todos logros y regulaciones producidos por el mejor equipo de los últimos blablablá.
Para el presidente, la devaluación es porque el kirchnerismo no hizo autocrítica
La merma de reservas es muy preocupante, sobre todo porque las arcas del Banco Central subieron pura y exclusivamente por intervención del FMI. Desde que estallara la burbuja de las Lebacs a comienzos del año pasado y se recurriera al organismo de crédito para poder contener la sangría, a costa de una hipoteca, nunca el Central tuvo ingreso sustantivo de verdes excepto por la llegada de la plata prestada. El problema es que la mayor parte del préstamo ya fue entregado –el FMI financió la campaña de Juntos por el Cambio, el pago de la deuda contraída por Macri y la fuga de capitales, y nada más– y que recién el 15 de septiembre deberían llegar unos 5500 millones de dólares. Pero con las nuevas medidas tomadas, el desbarajuste general y la probable derrota de octubre... ¿quién garantiza que no le suelten la mano al vasallo pródigo?
Lo cierto es que una caída de reservas de 3904 millones es equivalente a la pérdida de 5,88% de las reservas en sólo una semana. Y estamos hablando del número total de las reservas, sin descontar los dólares que pertenecen a los bancos privados o el pasivo de las Leliq, si bien se ha licuado por estar en pesos. Faltan once semanas para llegar a las elecciones generales de octubre todavía.