"Recomendamos que se termine la exposición de las poblaciones al glifosato, con una reducción progresiva a escala global", dice en una declaración oficial la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia, integrante de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y referencia de consulta de la ONU.
Se está empezando a complicar esto de tapar el sol con las manos. En 2015 la OMS zanjó la cuestión y calificó al glifosato –químico base del Round Up, el herbicida de Bayer Monsanto que es el más usado en Argentina y el mundo– como "posible cancerígeno". "Los plaguicidas son responsables de 200.000 muertes por intoxicación aguda al año, de las cuales el 99% se produce en países en desarrollo" dijeron con más firmeza los relatores sobre Derecho a la Alimentación y sobre Productos Tóxicos de la ONU, en 2017. Dos años después, se pronunció la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia (FIGO), entidad mayor de las dos especialidades médicas, también de manera contundente: "La salud global debe ser la luz que nos guíe. Recomendamos que se termine la exposición de las poblaciones al glifosato, con una reducción progresiva a escala global"
La declaración oficial de la entidad se produjo el 31 de julio pasado, bajo el título "Remover al glifosato de su uso global". El "statement" es el resultado de la revisión de los estudios sobre el tema realizados durante los últimos 15 años. Desde FIGO, encuentran que los científicos están constatando cada vez mayores tasas de cáncer, desórdenes neurológicos, problemas de embarazo y bebés con defectos de nacimiento como producto de las exposiciones a los químicos.
FIGO dice que su declaración sobre el glifosato "refleja una revisión de la bibliografía científica y del Principio de Precaución. Ese principio implica que hay una responsabilidad social de proteger al público de la exposición ante cualquier daño cuando la investigación científica encuentra que existe un riesgo plausible". Además de aludir al estudio de la ONU antes citado, toman como principal referencia el último trabajo científico de gran escala en base a datos, publicado en julio de 2019: Exposure to glyphosate-based herbicides and risk for non-Hodgkin lymphoma: A meta-analysis and supporting evidence, de Luoping Zhang, Iemaan Rana, Rachel M. Shaffer, Emanuela Taioli y Lianne Sheppard. Las conclusiones de ese estudio son directas: hay una conexión directa entre el linfoma no-Hodgkins y el glifosato.
El glifosato puede llegar a los humanos de manera directa, como en los pueblos fumigados, o indirecta: queda en las comidas o, incluso, se filtra en el agua que, al final, sale de la canilla. "Los químicos en las mujeres embarazadas pueden atravesar la placenta" y en consecuencia "se pueden acumular en el feto y tener secuelas de largo plazo".
Desde FIGO, invocan también el Principio Precautorio: "Cuando una actividad puede llegar a dañar la salud humana o ambiental, deben tomarse medidas precautorias aún si algunas relaciones de causa y efecto todavía no están establecidas científicamente". FIGO recuerda que la autorización de uso para el glifosato debe ser revisada por la Unión Europea en 2022, todo un dato para quienes desde los países agroexportadores del Mercosur que celebran el acuerdo de libre comercio impulsado recientemente.
FIGO es una organización sin fines de lucro que reúne a las asociaciones de obstetricia y ginecología de 125 países en todo el mundo. Con sede en Londres, la organización acoge un Congreso Mundial Trienal que atrae a más de siete mil científicos de la salud de la mujer, médicos y otros profesionales de la salud.