Hay millones que votaron lo que todavía no tienen y tienen lo que ya no quieren. Macri extraviado, Mercado suelto y Alberto atado, de aquí a diciembre es el gran drama nacional. Mientras tanto, el garrochazo cunde en el periodismo y el presidente (electo) pergeña un gabinete.
Por Javier Gatti
Intro meteorológica pero sin metáfora cambiemita: pese a que el sol persiste en paliar los efectos del duro invierno llovieron los memes –única industria que funciona al 110% de su capacidad instalada– y las interpretaciones de autor sobre la paliza electoral recibida por el ex presidente Mauricio Macri y el peor equipo de los últimos 209 años (contando gobiernos fraudulentos, dictaduras y descartando a Cisneros y Sobremonte). Relevados de estos asuntos, asentada la lluvia de papelitos y boletas de les Fernández, ante la enorme crisis desatada por la irresponsabilidad política del presidente y el baldazo de populismo conque pretenden apagar el incendio macro y micro económico para forzar un ballotage, diremos lo mismo de siempre pero agravado y confirmado.
Ya no era, ya no es
Exceptuando la prensa trotskista nadie se animaba a publicarlo, por el respeto que exigen las formalidades del sistema representativo republicano y cierta corrección periodística, pero Mauricio ya no conducía prácticamente nada (ni las internas y colisiones en su gabinete de ególatras y lobistas) desde…pongamos una fecha indiscutible: el 7 de junio de 2018, cuando el triste binomio Sturzenegger/Dujovne expuso algunos de los detalles del acuerdo firmado con el FMI. Por aquél entonces y para quien suscribe Mauricio Macri fungía como representante institucionalizado por voto popular del 15% más rico y egoísta del país y sólo podía agravar el daño económico, social y cultural (¿o era al revés?) producido en tiempo récord y sin pausa (en este caso Pausa no se hace cargo hacia atrás ni hacia adelante, y está perfectamente bien). Después del urnazo del domingo 11, sólo le queda la legitimidad de origen y la investidura que le otorga una responsabilidad indelegable hasta que el mercado, él y sus asesores o los plazos previstos por el recambio institucionalmente previsto para el 10 de diciembre lo decidan.
No hacerse cargo de las consecuencias de las decisiones que se toman es un rasgo psicótico compartido entre votados y votantes. Pero hay más: son rasgos comunes en los psicóticos la pérdida de contacto con la realidad (como la de alguien que llega a Casa de Gobierno once horas después de una paliza electoral y con el país en llamas y le pide a un puñado de adolescentes que lo voten porque se quedó cortísimo), las falsas creencias elevadas al nivel de delirios y alucinaciones (la emisión monetaria y los salarios son causa de inflación y déficit fiscal, el kirchnerismo es una enfermedad viral contagiosa e incapacitante) y finalmente una desorganización evidente entre pensamiento y habla que torna relativa la eficacia de cualquier coucheo (del tipo no debo decir que “la droga mata a los pobres como a la gente normal” o “la elección no sucedió”, pero lo digo). Y la peor noticia, hay psicosis que se curan con medicación, terapias de larga duración (el alta no llegaría a octubre incluso iniciando hoy mismo) pero nunca con un urnazo.
Mucho se ha saraseado acerca del síndrome del golpeador para desenmascarar los arrebatos populistas pre electorales de Macri, de sus vanas y eternas promesas de mejores tratos y cambios de comportamientos para mantener sujetas a sus víctimas. Los lacanianos de izquierda como Jorge Alemán han dedicado buena parte de su trabajo intelectual a explicar cómo el neoliberalismo construye sujetos sujetados, explotadores de sí mismos, deudores compulsivos y satisfechos gracias al acceso a un mercado de productos marginales, de segunda selección. En su último libro Capitalismo: crimen perfecto o emancipación se pregunta y responde acerca de las posibilidades reales de que el crimen del sujeto, fase previa de cualquier manipulación psicótica de las voluntades colectivas, se consume. Pues bien, les argentines le han respondido en la práctica y contundentemente que no, lo que ha provocado que Alemán (argentino exiliado en los setentas y residente en Madrid) se quede un par de meses más para analizar de primera mano este laboratorio social complejo donde una compacta y variada mayoría se echa en brazos del peronismo reunificado para evitar lo que Macri prometió con psicótico énfasis: “nunca estuvimos tan cerca de cambiar la historia para siempre”. La economía es el método pero el objetivo es el alma confesó Margaret Tatcher, para consolidar el cambio cultural que implica lograr el “explotado feliz y apacible”, para naturalizar que “un país se conforma con muchos pobres y muy pocos ricos”, para transformar a la fuerza laboral sindicalizada y demandante en desempleados “emprendedores de sí mismos”, para que finalmente la Argentina pase a ser de un país libre y soberano a un protectorado americano. Y ya que estamos sobre fecha sanmartiniana y porque la historia tiene este tipo de persistencias, habrá que decir que el autor de la idea fue Carlos María de Alvear hace 204 años; masón en España y el Río de La Plata, capitán del Regimiento de Granaderos, compañero de armas, padrino de casamiento y enemigo político de San Martín, que suplicara al embajador británico en Río de Janeiro Lord Strangford la creación de un protectorado en las provincias unidas del Río de La Plata.
En limpio: Alberto es candidato a presidente pero con la novedad inesperada de que ganó las primarias por casi 15 puntos irremontables, confirmando en los hechos que Macri es un ex presidente altamente disfuncional. El ex presidente y sus votantes comparten inocultables rasgos psicóticos y no hay reserva racional ni variantes en la caja de herramientas del desgobierno nacional.
Periodismo y desvergüenza / El descrédito es la CONADEP
Se sabía que el espectáculo de recriminaciones cruzadas, catarsis impostadas, desmarcaciones, histeria individual y colectiva y odio brutalmente expuesto del macrismo y sus cómplices civiles (empresarios, periodistas, operadores políticos y económicos e intelectuales orgánicos e inorgánicos) iba a ser fea, muy fea, acaso espantosa, bizarra. Escuchar y ver las pantomimas televisivas de Vilouta, Fantino –un farsante y un cobarde que le pidió por su cuello y por su pauta a Cristina y a Massa– Majul, Reato y Feinmann el malo, es suficiente. Quienes no subestimamos a la gente (por ejemplo poniéndole $2000 en el bolsillo con una devaluación del 30% inducida por funcionarios que así ganaron 5720 millones de pesos en 24 horas) creemos que el caso de los cómplices civiles de la dictadura Joaco Morales Solá y Samuel Gelblung es bastante marginal. No hará falta una comisión investigadora de la participación necesaria y bajo pauta millonaria de periodistas y medios en los delitos cometidos por el gobierno saliente, eso podrá ocurrir con fiscales y periodistas de investigación serios y memoriosos, será el público el que los va a castigar con la pérdida de credibilidad y respeto.
Y es el mismísimo Feinmann el que indignado con la ineptitud y torpeza de su jefe y avisador le espetaba tras el mensaje insomne e irresponsable del lunes 12 que el problema no era entre el mundo y el kirchnerismo sino “entre él y sus votantes” y que tampoco era el kirchnerismo el que le propinó una derrota descomunal sino que “es el peronismo estúpido, es la economía y el peronismo”. Impecable y nos releva de mejores conclusiones.
La corrección grabada, varias veces editada y con el presidente asistido por teleprompter, fue producto de dos reuniones correctivas y escandalosas donde Marcos Peña, Jaime Durán Barba, Elisa Carrió, Fernando De Andreis, Mario Negri y María Eugenia Vidal se dijeron de todo ante la mirada estupefacta y los balbuceos del ex presidente. De buena fuente se sabe que Carrió amenazó hacer públicos los honorarios del asesor ad honorem, Peña echó la culpa a Elypsis por las encuestas que él mismo mandó acomodar para el presidente y los mercados, Negri insistió con la pelotudez de una Moncloa para repartir los costos de la debacle y Vidal confesó que el mensaje extorsivo de Macri los había “hundido”, que estaba pensando en designar un equipo para la transición que acomode los desastrosos papeles y cuentas de su gestión y abandonar la campaña. Fue entonces cuando Peña levantó la voz para barrer la mesa y blanqueó que “transición las pelotas”, que era una decisión del equipo de fakes trabajar en dos movimientos simultáneos: profundizar la grieta con el kirchnerismo, y mostrar un rostro más humano y sensible de los dos principales candidatos para recuperar votos antiperonistas, achicar diferencias y llegar a un ballotage improbable pero jamás imposible.
No van a cambiar nada sustancial porque no pueden, porque no creen en la política (ni arrasados por ella), ni en poner guita (pero de verdad, no 70 dólares en dos cuotas) por abajo sino por arriba. No van a restaurar controles en el flujo de dólares, desdolarizar tarifas en vez de congelar los precios de combustibles por un trimestre, obligar a los agroexportadores a liquidar divisas por exportaciones de bienes y servicios, reducir o eliminar el impuesto a las ganancias para los trabajadores, ni a quitar el IVA en productos de la canasta básica. Lo dicho, no está en su dotación genética, su caja de herramientas ortodoxas, ni entre sus disfraces para impresionar crédulos incautos.
Acefalía y corrección republicana / Lobo Suelto, Fernández atado
Corto y final: del entorno de Alberto Fernández nos aseguran que nadie está pensando ni trabajando con vistas a una asunción prematura. Preocupan la macro y la micro, están monitoreando minuto a minuto la situación, ya suenan fijas en ministerios claves para el futuro gabinete pero asumir el comando antes del 27 de octubre o el 10 de diciembre no está entre las hipótesis barajadas. El candidato a presidente aclaró que hará lo necesario para que el desgobierno de Cambiemos entregue el poder en los plazos previstos por el cronograma electoral y que no le hace falta reunirse con Macri porque no comparte sus ideas políticas ni económicas. De hecho, el 47% que lo votó y el 52% que eligió como candidato a gobernador a Axel Kicilof no lo hicieron en esas proporciones para ver una foto de Alberto estrechando la mano del ex presidente para calmar a los mercados.
Pero no pocos economistas –incluido el moderado asistente de populismos responsables Guillermo Nielsen o el liberal libertario de Diego Giacomini– reconocen por lo bajo que el gobierno se quedó sin ideas (siempre tuvo sólo una) y herramientas (léase dólares del FMI) para controlar el principal precio de la economía y que Macri fuera de control es capaz de chocarla toda mucho antes de lo previsto para luego hacer el mejor homenaje a De la Rúa: huir echándole la culpa a una confabulación entre el peronismo y el mercado.
Y otro dato: los festejos residuales contemplando el fracaso estrepitoso del otrora neoliberalismo de mayorías empiezan parecerse a una fiesta con choripán, fernet y vino en la cubierta del Titanic. Macri ya no es presidente, Alberto no lo es todavía. La corrección republicana y la moderación tan en boga reclaman respeto por las instancias electorales y las instituciones. Pero la realidad es eso que pasa mientras hacemos otros planes y mientras tanto hay millones que votaron lo que todavía no tienen y tienen lo que ya no quieren. Macri extraviado, Mercado suelto y Alberto atado, de aquí a diciembre es el gran drama nacional.