Suspenso en Las lagunas, de Juanjo Conti, una serie policial de pueblos.
Apenas superado el centenar de páginas, esta nueva novela corta del escritor que todo lo programa presenta una historia que resulta bien ¿televisiva? muy atractiva, tranquilamente adaptable para Netflix: en una tarde de verano de 1994, unos nenes pescan en una laguna de pueblo una calavera humana, la escena es más que suficiente para una temporada de 10 episodios.
Cuenta Juanjo Conti que la historia de uno de los chicos del pueblo, Matías Migliorati, la tenía desde 2014: “Después lo abandoné porque no estaba conforme, hasta que retomé en 2017 en el taller de (Francisco) Bitar”. A trazo grueso, es la aventura de un preadolescente que empieza a andar el proceso de construir y descubrir su identidad. Alrededor suyo, hay mucho sincretismo por parte de su madre y también de su padre, un científico que hace experimentos muy raros con el pibe.
En estos detalles es donde Las lagunas se pone tan oscura como el mejor policial negro. Su primer capítulo consta de la descripción de algunos de los escenarios principales que vamos a recorrer más adelante a través de la detective que llega desde San Jorge a investigar la aparición de los restos en el agua: “Empezamos a tirar de la piola (en el taller con Bitar) para desarrollar toda la historia de Dana Carrique: aparecieron huesos en una laguna, ok; la policía tiene que ir a investigar, ok, ahí apareció el personaje, ¿qué hace después? tiene que ir a las otras lagunas…” y así, en vez de un agente Cooper, en Carlos Pellegrini (es donde nació Juanjo Conti) la oficial Carrique y su Duna rojo comparten características con Molly Solverson y Gloria Burgle, policías aventureras de shows conocidos: “La escribí antes de Stranger Things, serie que después miré y me gustó mucho, ahora estoy mirando la tercera temporada. Después de escribir la novela hubo gente que me la comparó con Twin Peaks y Fargo, sobre todo la ambientación. No tuvo que ver con la concepción de esta historia pero sí me van a influenciar en nuevos escritos”.
Todavía más atrás, antes del primer capítulo, Conti antepone antepone un saludo a su “amigo Leandro Rojas”, tocayo del compañero de aventuras de Matías y un salmo (“la verdad brotará de la tierra”), que, no sabemos si consciente o incoscientemente, predijo la imagen que se le reveló a Conti para empezar a escribir el libro: “El concepto de laguna, empecé con el de laguna mental, porque la imagen de la que yo partí para escribir la novela es la final, la del chico escarbando en la tierra. Entonces, su objetivo era descubrir por qué él no se acordaba de ciertos días”.
Así fue como se decidió agregarle a esos blancos mentales una presencia más concreta a este policial noventoso: “Cuando tenía que establecer una geografía para el libro, se me ocurrió que tener lagunas reales, topográficas iba a estar bueno”, le contó a Pausa. Uno de estos espejos de agua es rojo por la sangre que gotea de un frigorífico, si eso no es cinematográfico, no sabemos qué sí. También a nivel más micro, los detalles geográficos están tan cuidados que generan una sensación de verosimilitud de la historia de la que es difícil escaparse: el menú del bar La Perinola, dos renglones de Mi planta de naranja lima, el camino por la ruta 13.
Siempre entendemos en qué ambiente están pasando las cosas, en eso no erra este texto publicado por la Editorial Municipal de Rosario. Si estamos en la escuela, en la comisaría o soñando, nos vamos a dar cuenta rápido porque las descripciones son puntuales y no se van de mambo. Gracias al ahorro de vueltas para poner las cosas en escena, también hay tiempo para simbolismos que, lejos de entorpecer el desarrollo, enriquecen la trama. Sabemos qué le pasa a los personajes a distintos niveles con los sucesos nodales de la trama, la que tampoco se complica y avanza regulando a distintas velocidades.
Cuando más intenso se pone, llegamos a tener unos momentos de violencia y también algo de sangre: “En el sueño lo incluí en relación al pajarito que salva en el capítulo de la huerta. Después muchos pájaros alados emplumandos vienen a salvarlo a él en el sueño. Pero más conscientemente decidí incluir animales, como ser los pájaros y las vacas, después de leer un artículo de Juan Terranova sobre Bajo este sol tremendo, de Carlos Busquet, en el que se analizan las distintas alimañas que se nombran en el libro”. En un momento de la investigación, un ingeniero agrónomo nos enseña un método para controlar plagas.
El laboratorio del doctor Migliorati y los experimentos que ahí se hicieron, las relaciones entre los distintos círculos del poder y las aventuras de Dana Carrique son las posibilidades que más rápido podemos imaginar para expandir este universo, ¿por qué no hasta una secuela de Las lagunas? Lo explica el autor: “Creo que no podría continuar la historia. Ya tiré todo lo que podía de ese piolín. Si tiro un poco más, se corta. Lo que sí me gustaría es volver al mismo escenario y al mismo tiempo y contar otras historias o explorar más algunos de los personajes que por el límite que impone el formato nouvelle no profundicé del todo”.
Las lagunas de Juanjo Conti se consigue, en Santa Fe, únicamente en Del Otro Lado Libros (25 de Mayo 2867).