Como Claudia Falcone, participás en una marcha por el medio boleto estudiantil. Un reclamo continuo, acaso tradicional, de los jóvenes secundarios, terciarios y universitarios. Un año después ves cómo Falcone y nueve compañeros suyos, casi todos militantes de la UES que impulsaban el reclamo, no están más.
Por un rumor en el momento mismo, por fuerza de la plaza tiempo después, o por un testimonio en el Juicio a la Juntas, sabés que Falcone murió tras ser torturada mientras estaba desaparecida. Que hubo un proceso de inteligencia previo a los secuestros. Que cinco más corrieron la misma suerte y cuatro sobrevivieron.
El más grande tenía 19. El resto, entre 18 y 17 años. Seguro hubieran subido a Instagram o Facebook una foto como ésta, de haber existido la posibilidad. Y probablemente, con el correr de los días, una foto como ésta se multiplicaría en miles de perfiles de redes sociales, los nuestros.