Digresión I
En cualquier entrevista de búsqueda de trabajo debemos pasar por una evaluación psicológica. Incluso para concursar en el Estado nos vemos sometidos a dibujar hombres bajo la lluvia, escribir tarjetas y reconocer manchas.
Es un murciélago o otra cosa. ¿Qué tengo que decir? No importa si es para asistente escolar, chofer o camarografe del canal estatal. En algún momento nos veremos expuestos al análisis de nuestra personalidad. Ahora para ser presidente no es necesario. Y uno puede salir de la noche a la mañana y decir: “Tengo que estar tranquilo porque si me vuelvo loco les puedo hacer daño”. Listo, cerrame la 8… aparte de tener que tolerar la ineptitud tenemos que hacernos cargo de lo que hicieron Franco y Alicia. Siendo Buenos Aires la capital del psicoanálisis y habiendo tanto terapeuta… ¿no hubo uno que lo pueda ayudar a este muchacho? ¿Duran Barba no tenía algún mantra para compartir? Lilita… ¿por qué no le diste un clona?
Digresión II
No hay mucho por festejar. En este juego de la oca que se va pasando de mano en mano si no logramos escucharnos y ponernos de acuerdo seremos más Grecia que Venezuela. Y no tenemos islas para vender. Si volvemos a lo mismo y pensamos que ese pueblo maravilloso que en 2015 votó a la figura máxima de la patria contratista ahora no aprendió nada y eligió una banda de rufianes que se robaron un PBI o dos, terminaremos en un grupo de refugiados en la Falda.
Volvamos a escucharnos y construyamos desde la participación colectiva. Lo más revolucionario que podemos hacer es arreglar el bache de la cuadra. Y particularmente en mi calle parece una pileta olímpica. Nada nos regalaron, tenemos derechos incluso a no estar de acuerdo. Pero no nos comamos el viaje de que podemos pensar como CEOs y tenemos una verdulería. A nuestra bolsa de valores la abrimos para poner algo en la heladera y estamos más cerca del trueque que de las acciones.
Coto, recato, ubiquémonos en nuestra palmera sino terminaremos hablando con una pelota de voley.
Digresión III
“¿Buena suerte? ¿Mala suerte? ¡Quién sabe!”
Tan surreal es todo que una conversación de guasap puede traer calma a los mercados. Esos entes intangibles de 20 empresas grandes que pueden deshacer tu vida y con ayuda estatal en 48 horas comerte el 20% de tu salario.
A Mauri no lo dejaron ser. El proyecto inicial era deberle tanto al Fondo Monetario hasta hacerlo quebrar. Lograr que Trump fuera arrastrado por la inercia del crack. Bueno, no sucedió, por ahora está más preocupado en comprar Groenlandia. Mauri quería desterrar el pan de las mesas así viviríamos libres de gluten. Quiso evitar el colesterol quitando el aceite, pero no lo entendieron. A esta película le faltan un par de escenas y falta tanto para octubre...