El macrismo cierra su penoso ciclo con un descontrol total de la economía, arrojando a millones de argentinos a la pobreza y destruyendo el tejido productivo del sector privado.
El gobierno no mueve ni una coma de los trazos maestros de su política económica e intenta parches de imposible aplicación, que además afectan directamente los presupuestos (y la gobernabilidad) de las provincias. Algunos le dicen “morir con las botas puestas” a lo que en verdad es una peligrosa necedad.
La crisis desatada a comienzos de 2018 toma ribetes cada vez más temibles. Frente al horizonte de un cambio de gobierno, dialogamos con once referentes para conocer su evaluación sobre el proceso atravesado los últimos años, sus expectativas y sus deseos.
María Claudia Albornoz, La Poderosa. Para nosotros y nosotras que trabajamos y vivimos en los barrios empobrecidos se nota con desesperación la falta de comida. Los adultos no comen a la noche, sino que toman mate dulce con algún pan, cuando lo tienen. Los niños y las niñas pueden comer cuando hay escuela porque justamente son los lugares donde le suministran aparte de educación, algo tan importante como es el alimento. A eso se suma una falta de trabajo, una de las problemáticas no resuelta por varios gobiernos pero agudizada por el macrismo. Cuando preguntamos a las vecinas si han tenido alguna vez un trabajo registrado, lo que te dicen es que nunca lo tuvieron, ni sus mamás ni sus abuelas. Esa pobreza estructural hoy se ve profundizada.
En las barriadas vemos la cantidad de ferias populares que se van organizando para paliar la situación económica, los comedores comunitarios que se activaron en función de que la comida pueda llegar a estas familias. Pero se hace cada vez más complejo porque la inflación nos come la moneda. Si no estuviéramos organizadas sería mucho más doloroso. La salida es colectiva. Entre todos podemos reclamar en los diferentes estratos gubernamentales para que se hagan cargo. El reclamo es: nosotras organizadas, nosotros organizados, pero el gobierno tendría que empezar a responder por cosas que le competen y que nosotros terminamos paliando.