Agustina Cortés presenta "Piñata Interior", su primer disco como solista, en el Centro Cultural Provincial Paco Urondo: es este jueves desde las 21 en Junín 2457.
Siempre que estemos viendo algún recital en Santa Fe hay una buena probabilidad de que inviten a Agustina a tocar su saxo: “Todos mis amigos son músicos”, cuenta. Eso explica por qué va a haber 15 invitados durante la presentación de Piñata Interior, su primer disco solista. Las cuerdas y las percusiones imprimen paisajes quizás latinoamericanos, a la vez que climas cálidos. Además de estos, una lista larga de instrumentos aparte aparecen para mover el código del candombe para el huayno y después a sonar en jazz.
Agustina aprendió a tocar en el Liceo Municipal, ese semillero público de artistas donde la mandaron para que no esté tanto en la calle. Y más tarde, se encargó por su cuenta de aprender a ubicarse en el piano y en la guitarra. Aunque ella no lo dice así, mientras charla con Pausa se le nota que es inquieta desde siempre: “Me aburría mucho en la escuela, así que me iba a la biblioteca de la Almirante a leer a Cortázar, Pizarnik, Artaud, Borges, Girondo”.
De esos poetas aprendió, según se escucha en Piñata Interior, no a elegir palabras ostentosas, sí a presentar ideas, eso sí, sin desconocer a la metáfora. Acerca de qué hablan estas canciones, dice: “Cito mucho a la naturaleza, a toda la intensidad que estamos viviendo y, a su vez, lo que me viene saliendo en las canciones es que nosotros mismos somos capaces de decidir qué queremos ser. Aunque algunas me salieron catárquicamente, de un chorro y sin pensarlas… a veces son cosas heavy y por ahí otras más lindas”.
Aceptación de sí misma, el poder sanador de la música y bocha de viajes en bici para ensayar con une y otre son los temas por los que se mueve la charla y es para ahí para donde apuntan sus antenas. La entrada de su casa es un living de ensayo, con tambores, un teclado y un tronco de palo santo. Desde la ventana, se ve el Parque Garay: “Siento que esa Agustina que grabó es distinta a la de hoy, posta”, concluye con el mate en la mano y mirando por la ventana, que da al Parque Garay.