Presentamos 14 datos duros sobre la gestión de Mauricio Macri. Desde el PBI hasta el consumo de vino, pasando por la fuga de capitales y el saqueo de la Anses. Un balance final del peor gobierno desde 1983.
Más fiable que los datos sobre desempleo, las cifras de trabajo registrado provienen de los registros de aportes jubilatorios. Durante la era Cambiemos, unas 1478 personas accedieron a un trabajo registrado cada mes. Antes, en el período 2012-2015, ese promedio era de 23.632 personas. El 53% del trabajo creado durante la era Cambiemos es monotributista. El empleo registrado tiene que crecer al menos un 1,5% todos los años para acompañar al crecimiento vegetativo del mercado laboral. Con Macri, ese crecimiento fue apenas del 0,54%, en total. Si no hubiese sido por los monotributistas, hubira caído 0,73%.
El empleo privado registrado cayó un 2,92%. Unas 4157 personas perdieron su laburo registrado en el sector privado por mes. Ese promedio antes era positivo: 3421 personas conseguían un laburo privado registrado por mes.
El mayor impacto fue en la industria. Cambiemos destruyó el 11,7% del trabajo registrado industrial, un salto atrás de más de una década. En el segundo sector que más trabajo privado registrado genera, el comercio, la caída es del 2,69%.
Fuente: Secretaría de Trabajo.
Nunca durante un período democrático se produjo un daño de tanta velocidad y alcance.
Faltan en estos artículos la caída de ventas de autos cero kilómetro y usados, la caída brutal de ventas en los comecios pymes (que sólo tuvieron cuatro meses positivos en la gestión de Cambiemos: diciembre de 2015 y el período octubre a diciembre de 2017), el cierre de restaurantes, la caída en la ventas de entradas al cine, de huevos, de libros, de pan, de forros, del poder adquistivo del salario. Falta, también, el achique en la cantidad de ministerios, el cierre de orquestas infantiles, la quita de becas deportivas, los recortes en envíos de vacunas y en pensiones para discapacitados. No se estimó debidamente la falsedad corriente sobre la obra pública, que fue mucho menor a la de cualquier período del lapso 2003 a 2015.
Omitidos están, también, los ganadores. Esta crisis no la estamos pagando todos, no se sufre por igual. El modelo Cambiemos fue exclusivamente un modelo de beneficio para rentistas, lo más parasitario del capitalismo. Renta agraria, renta financiera, renta de los servicios públicos privatizados. Muy pocos tipos, que ganan fortunas sencillamente por tener fortunas. No inventan nada, no crean nada, mucho menos generan nuevo valor. Tierra, dinero para la timba, monopolios de luz, agua, gas, teléfonos, combustibles.
Cuesta creer que recién en 2019 buena parte de la opinión expresada en medios de comunicación perciba el daño de un sistema económico colonial. Más enerva que todavía se crea que la malaria se deba a la impericia o el error. Cambiemos sólo tuvo fallas en asegurar su reproducción. Hicieron lo que venían a hacer demasiado rápido, con la arrogancia de los ignorantes. Hay que agradecer sus venales torpezas: si hubieran actuado con verdadero gradualismo, con efectividad y precisión en sus objetivos, tenían casi la suma del poder fáctico para sacar sangre argentina por décadas.
Los buenos economistas de las universidades públicas, como el extinto Aldo Ferrer, Eduardo Basualdo o Martín Schorr, para nombrar de todas las generaciones, han mostrado detalladamente la previsibilidad y la sordidez de los modelos coloniales de dominación financiera, llamados “neoliberalismo” por pereza. Todo lo sucedido fue advertido paso a paso por pocas pero diferentes voces, una de ellas, la nuestra. Más que datos, aquí está el punto final de una narración, la del tercer suicidio de la Argentina. La historia nunca termina: no hay que tener frío ni desgano cuando debamos evitar el cuarto.