Los Decoradores, la banda de ex redondos que está volviendo a transpirar clásicos, llega a Santa Fe para tocar el viernes desde las 21 en Tribus (República de Siria 3572). En la previa del show, entrevistamos a Sergio Dawi.
Dicen que Patricio Rey es un espectro que se manifiesta entre la muchachada, en ese mismo momento en el que los estribillos les hacen subir un calor ritual. El empuje de tantísima gente moviéndose para seguirlos por los bares, por los boliches de los pueblos y por los estadios, en suma con el halo de misterio de un puñado de artistas intérpretes, construyó una mística con motor eterno.
Por si sobreviven dudas al respecto, los padres de la criaturita bien saben que esa flama todavía levanta la temperatura, lo dice el mismísimo Sergio Dawi: “Estas canciones fueron vividas con una intensidad, desde la grabación hasta que las empezamos a tocar desde la época de Los Redondos y fueron tan emblemáticas que las terminamos metabolizando, las hemos transpirado realmente”, dice el saxofonista designado del grupo entre 1987 y 2001. “Lo sorprendente es la vigencia que mantienen, algo que ni imaginábamos hace 30 años”, redondea durante la charla con Pausa.
Como en el pasado, un presente de lucha hizo latir algo de nuevo en estos redonditos que, como muchos de nosotros, quedaron en una suerte de limbo después de su despedida sin adiós durante el ocaso delaruísta. Sin ir más lejos, en junio Los Decoradores actuaron en un festival a beneficio de Madygraf, una fábrica recuperada del norte bonaerense: “Siempre digo que de estos shows nos vamos mucho mejor de lo que llegamos, y creo que se explica en esta época de oscuridad que estamos viviendo y que termina dándole un sentido a esto que estamos proponiendo. Parece que el tiempo nos vuelve a colocar en nuestro sitio con estas letras que apuntan contra el neoliberalismo y realmente sentimos que están haciendo una lectura muy fiel al presente. Siento que este renacimiento forma parte un destino.”
En ese hueco que dejó el modo stand by de Patricio Rey se fue metiendo una cantidad de tributos incontable, que, con mayor o menor éxito, devolvieron canciones inmensas a los pubs, a los centros culturales, a los bares temáticos. “Es una suerte”, opina contento Dawi, que hasta participó con alguno que otro de estos grupos.
A todo esto, estábamos en 2013 y llamó el Indio, una melodía y unos versos más tarde, “La pajarita pechiblanca” nos regaló una casi vuelta redonda, como cuando los Beatles volvieron a grabar en “ausencia” de John. Si bien la dupla Solari-Beilinson se encargaba de ocupar el primer plano en una proporción mayor a la del resto, uno y otro no lograron como solistas volver a destilar ese licor que sí puede saborearse casi plenamente en esta canción. Eso, y la posterior presentación en Gualeguaychú 2014, decretaron en el fuero íntimo de Dawi y Semilla que había que volver a salir a la ruta: “Estas canciones remueven la emoción tanto de los que están abajo del escenario como de los que estamos arriba. De alguna forma, esto que emprendimos con Semilla busca ser un homenaje a todos los redonditos que están desperdigados por el país y que de alguna manera quedaron huérfanos, consolándose entre los discos y los tributos. Pero también lo hacemos para nosotros, que sentimos que nos quedamos medio cortos con esta despedida sin adiós. “ Además del saxofonista de mamelucos y anteojos inolvidables y Semilla Bucciarelli (el de los extintos bigotes), van a ser de la partida el tempranero Tito Fargo en guitarras y Hernán Aramberri, el baterista que también recorrió un rato largo la aventura de Indio y los Fundamentalistas del Aire Acondicionado.
Respecto a la cocina de los temas, o la “génesis”, como él refiere, resume Dawi que “separar la lírica y lo musical es difícil, la lírica la traía resuelta el Indio y la parte musical en muchos casos pasaba por el tamiz de la banda. La cohesión de los elementos que íbamos aportando cada uno, desde su propio imaginario en formato de improvisaciones iban rodando hasta asentarse. Por eso también las vivimos como propias”, terminó.