La venía zafando. Ese mes que me tomé de vacaciones de este pasquín de las desgracias me cambió la agenda. Y la verdad también es que desde las Paso para acá no tengo demasiados motivos para quejarme, entonces volví a una clásica buena costumbre: reírme de mí mismo. Todo me encaminaba a mi objetivo que era llegar a fin de año sin volver a hablar de Macri. Venía bien… pero pasaron cosas.
Ya sé que hace cuatro años que vienen pasando cosas que siempre perjudican a los que menos tienen. Pero solo referiré a este tramo final de la campaña de Cambiemos en vista al 27 de octubre, que se denomina “Gira #SíSePuede” y que parece estar dirigida y guionada por el community manager de La Cámpora. Antes de que me lo remarquen los/as lectores/as, voy a asumir que esta es una columna en permanente actualización porque ni de madrugada me dejan de llegar vía redes sociales papelones de funcionarios macristas.
Sin ir más lejos, siendo casi la 1 AM, mientras intento darle forma a este texto, me llega un tuit que muestra a nuestro presidente en Tucumán agarrándole la pierna a una señora y besándole el pie mientras intenta decir sin trabarse “Mi Cenicienta”. Claro está que no lo logra: siempre se traba. Insisto: lo hizo el presidente, no un conductor de televisión berreta animando su show.
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Pero la cosa no empieza (ni termina) acá. En una de las paradas de la gira, en Esperanza, Macri le respondió a una señora que entusiasmada le comentó que ella era de La Pelada, localidad cercana a la ciudad del evento: “Pero no te veo nada pelada, estás muy bien”. Hay quienes creen que intentó ser gracioso con el comentario. Yo sigo pensando que no; que respondió con sinceridad a lo que su enciclopedia le permitió interpretar. No tiene registro de que un pueblo pueda llamarse La Pelada, es re poco Soho. No sé cuál de las dos lecturas es peor. Lo que sé es que ninguna es preferible.
Pero vamos a suponer que en el “en vivo” se le puede escapar la tortuga debido a la instantaneidad (pienso en Macri intentando decir “instantaneidad”, mientras le explota el cerebro) y a la falta de práctica de improvisación, ponele. La gira tiene su correlato por escrito, donde la producción discursiva tiene el beneficio de la edición: podés revisar, corregir o eliminar lo dicho antes de publicarlo… o ignorar lo anterior y ser tuitero de Cambiemos.
Por escrito, decía, la cosa no mejora. Bajo el mismo rótulo del “Sí se puede”, en la red del canario, el presidente interpela a sus seguidores/as preguntándoles qué creían ellos que pensaba el General San Martín, a quien acusa de ser un héroe lleno de incertidumbres, al cruzar la Cordillera de Los Andes: ¿sí se puede o no se puede? Exacto: San Martín habría leído El Alquimista de Coelho antes de salir a liberar los pueblos de un continente entero y pensó: “Querer es poder. Si lo deseo fuerte lo lograré. Sí, se puede”, y se mandó con lo que tenía. Sí, la historia oficial argentina que nos relata el macrismo tiene como fuente primaria a Billiken y la habría narrado un tal Claudio María Domínguez. Yo sé que esto es pura especulación, pero no me extrañaría que Macri creyera en serio que el caballo de San Martín haya sido blanco y no un burro de carga apto para traspasar la cordillera. San Martín liberó a Sudamérica por ser un gran estratega militar, no por ser el protagonista de un acto de primaria del Newman.
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Esto además de hablar de la enciclopedia macrista habla del destinatario que construye el discurso de Cambiemos. ¿Quién cree Macri que lo lee y escucha? ¿Qué mundo cree que imagina, piensa y vive su destinatario? ¿Qué ve Macri en el otro?
Desde luego, también habla de lo que cree el presidente que es ejercer la presidencia: hacer coaching, dar charlas motivacionales (el sí se puede lo hace evidente), de autoayuda (“te vamos a ayudar a que te ayudes”), sentimentalistas (siempre apela a la historia de vida y habla con nombres propios). Jamás explicar una política pública (“No te hacen falta argumentos para votarme”) por una simple razón: siempre gobernó como el CEO de una empresa. El discurso de Macri está dirigido a usuarios/as, individuos, parcelas atomizadas de un todo. No le habla a los/as ciudadanos/as, a un colectivo. ¿Qué creerá Macri que es la Patria? ¿La excusa para tener una selección de fútbol y poder hablar de algo con Putin o Trump?
Mientras tanto, Esteban Bullrich se saca una foto cabeza para abajo y en una sobredosis de literalidad rotula “#LaDamosVuelta”. A veces deseo que estos últimos cuatro años hayan sido como las Paso para Macri: que no hubieran existido. Quizá no lo desee demasiado. Esperemos hacer lo necesario para que al menos no se repitan.