Los sedimentos se van acumulando al norte de la laguna, transformando el paisaje. Investigadores de la UNL analizan cómo avanzan los islotes y su impacto en la ciudad.
Tal como la conocemos, la Laguna Setúbal desaparecerá dentro de 50 años. El gran espejo de agua que hoy visualizamos en el norte de la ciudad se transformará en una zona de islotes, con algunos ríos que lo van a recorrer por el centro. Este es un proceso paulatino que se verá con claridad dentro de unos 15 años a la altura del camping de Luz y Fuerza.
Esa es la predicción que realiza un equipo de investigación de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la UNL. Dentro de un par de décadas, el paisaje de la zona noreste de la ciudad va a ser similar al que hoy vemos en la Ruta Nacional N° 168, camino a Paraná, tras cruzar el río Colastiné. Es decir, se va a ir produciendo un reemplazo de un ambiente netamente lagunar hacia un paisaje de bañados, islas y pequeñas lagunas.
Para ser claros: no es que el nivel del agua está bajando, sino que el fondo está subiendo. Se están generando bancos de arena que harán desaparecer la laguna.
¿Cómo se produce este fenómeno? ¿Qué consecuencias ambientales, jurídicas y urbanísticas tendrá? Pausa consultó a especialistas de la UNL para conocer más detalles al respecto.
Historia y presente
El equipo de investigación sobre la Dinámica de Sistemas Fluviales de la UNL está dirigido por el Licenciado Carlos Ramonell. Se dedica a investigar la historia de conformación de la Laguna Setúbal como sistema fluvial. “Hace 200 años la laguna era un cuerpo salobre porque la proveniencia de agua fundamental venía desde el Saladillo dulce y el Saladillo amargo, que drenaban en la depresión ‘Bajo de los Saladillos’, que existe al oeste del río Paraná desde la altura de San Javier para el sur. Esos arroyos le daban agua salobre a la laguna”.
A su vez, el Arroyo Leyes se originó a partir de desbordes que se generaron con sucesivas inundaciones del río Paraná en los últimos 200 años. “A lo largo del siglo XX el Arroyo Leyes se fue transformando en un sistema fluvial permanente. Es un fenómeno reciente: hace 120 años esa zona se cruzaba en carreta y hoy hay 15 metros de profundidad. Ese proceso de agrandamiento del arroyo derivó hacia la Laguna Setúbal. Por eso hoy la mayor provisión de agua de la laguna viene del Río Paraná a través del Leyes”.
Pero esta es la clave: esa agua ingresa con sedimentos. Eso sucedió siempre, pero se profundizó con la crecida extraordinaria de 1982, que provocó un agrandamiento exagerado del arroyo. Por lo tanto, gran parte de ese sedimento reactivó la construcción de un delta en la laguna. “Después del ‘83 el proceso natural de generación de bancos de arena comenzó a profundizarse y allí empezó a desarrollarse vegetación que los hace crecer en altura, transformándolos en islotes. No son islas parejas, porque adentro tienen residuos de agua, ambientes de bañados y pantanos”, detalla Ramonell.
El sistema fluvial de la laguna tiene una geometría triangular que deriva en su vértice sur en el Río Santa Fe, su desagüe natural, a la altura del faro de la costanera. Pero la margen norte atraviesa una transformación producto de los ingresos de agua con sedimento provenientes del Leyes: están emergiendo islas desde el fondo, lo cual generará que dentro de 50 años los márgenes este y oeste queden conformados por islas y bañados en vez de agua. “Este avance hace que se vaya produciendo un reemplazo de un ambiente netamente lagunar por un paisaje de bañados e islas. Entre esos islotes se preservarán cauces fluviales y la laguna va a quedar transformada en una planicie aluvial y un gran río que la va a recorrer por el centro”, sostiene el especialista.
Proceso natural
Estos cambios implicarán a largo plazo que el típico paisaje litoraleño, compuesto por múltiples islas, forme parte de la ciudad. “No es que la Laguna va a dejar de tener agua, sino que se transformará en un ambiente de islas. El avance de los bancos de arena y su conformación en islotes es un proceso que ocurre al ritmo de 100 metros por año en promedio. Actualmente ese frente de avance se encuentra a cuatro kilómetros de distancia de la ciudad. De modo, que en perspectiva a 50 años, esas islas estarán en el norte de la ciudad, a la altura del camping de Luz y Fuerza”.
Los investigadores de la UNL aseguran que este proceso forma parte de la evolución natural de la Laguna y descartan que sea consecuencia de la acción humana o del cambio climático. “Todo sistema fluvial traslada sedimentos, a través del agua en movimiento, desde la zona alta hacia abajo. Lo que estamos viendo con la laguna Setúbal ya lo vimos en otras lagunas más pequeñas, que han desaparecido en los últimos 20-30 años. Hay toda una dinámica de transformación del paisaje que involucra cambios hidrológicos, ecológicos y bióticos”.
Y luego contextualizan el fenómeno: “Una ex integrante del equipo, Soledad Pereira, en su tesis de 2016 evaluó la dinámica de transformación de las islas del cauce principal del río Paraná. Allí determinó que entre Corrientes y Rosario (unos 800 kilómetros de longitud), de todas las islas que existen, el 50% tienen menos de 100 años y solamente el 20% tiene más de 150 años”.
Redefinir los límites
La actual bajante ordinaria de la Laguna permite observar bancos de arena que vienen creciendo desde el fondo. Con el tiempo esas formaciones irán creciendo y se consolidarán como islotes que ocuparán los márgenes este y oeste. Esto significa que estas nuevas tierras quedarían pegadas al noreste de la ciudad.
Este avance del delta plantea distintas problemáticas territoriales, jurídicas y urbanísticas. ¿Habrá un nuevo límite del río? ¿Quién será el dueño de esas tierras? ¿Existe legislación al respecto?
Uno de los miembros del equipo, el Ingeniero Ramiro Alberdi, responde: “Por un lado, lo fundamental está referido a cuáles son los límites jurídicos del río, lo que se conoce como línea de ribera. Generalmente se cree que cualquier tierra es posible de apropiación y en realidad hay que ver si forma parte del funcionamiento del río, es decir que pueden formar parte de las crecidas ordinarias. Entonces, lo podemos ver como tierra emergida pero en realidad forma parte de un complejo que periódicamente se inunda. Desde el punto de vista jurídico, si uno tuviera que determinar los límites de lo público, seguramente todas las nuevas formaciones del delta quedarían comprendidas dentro del dominio público. Ahora bien, las legislaciones provinciales y nacionales se suelen superponer o contradecir en muchos aspectos: en el caso de Santa Fe, por decreto toda nueva formación fluvial es de dominio privado provincial.
—¿Es decir, que no sería de dominio público?
—El dominio público implica que es de todos, como una calle por ejemplo. El dominio privado que es de particulares. En este caso sería el Estado quien ejerce su dominio como particular. Es decir, que esas tierras serían como una escuela, son terrenos fiscales pero no públicos. De hecho, actualmente las islas están registradas como parcelas y el gobierno provincial figura como titular del dominio (como un privado). Por eso, teniendo en cuenta lo que sucede con otros casos, esas tierras podrían quedar como propiedad de la provincia, que por tanto tiene potestad de hacer usos y concesiones.
Repensar las defensas
De nuevo: dentro de unas décadas la actual Laguna Setúbal se convertirá en una zona de islas y bañados pegada al noreste de la ciudad y hacia el centro la recorrerá un río más profundo que lo actual. El cauce se hará más angosto y profundo. “Desaparecerá el cuerpo lagunar. Pegado a la ciudad habrá un ambiente de bañados y pantanos propios de la isla con su flora y su fauna”, sostuvo Ramonell. Esta situación obligará a repensar las defensas de la ciudad contra posibles crecidas de un futuro río con mayor profundidad y caudal de agua.
Al respecto, la estudiante italiana Lucia Radoccia se incorporó a este equipo para desarrollar su tesis sobre las posibles estrategias de adaptación urbana que deberá afrontar la ciudad de Santa Fe. “A futuro será necesario cambiar los tipos de defensa que existen actualmente. Eso hará que vaya cambiando la imagen urbanística de la costanera oeste y quizás también de los barrios de la costa”, afirma.
—¿Eso implicaría hacer defensas nuevas?
—Habría que adecuarlas a la presencia de un río, porque cambiarán las velocidades del flujo y las profundidades del cauce del agua. Las defensas que ahora tiene la ciudad son para una laguna y es necesario adaptarlas a un río, con una dinámica erosiva más intensa. A medida que crezca el flujo, habrá que ir adaptando las defensas a esa nueva morfología fluvial.
Qué locos: en lugar de plantear la urgente necesidad de revisar el modelo de desarrollo urbano insustentable de nuestra región, que mas que urgente debe reformarse la ley para que no quede ninguna posibilidad de negocios con esta región por parte de funcionarios y empresarios, lo único que se les ocurre como conclusión es que hay que continuar con las defensas, que han demostrado en la reciente historia, como lo indican profesionales de la facultad de ciencias Hídricas, que no son solución definitiva y por el contrario, muchas veces han servido para continuar ese desarrollo absurdo como el que vemos que sigue sucediendo hoy en el El Pozo, Alto Verde, La guardia, Colastiné., parte de Rincón que según lo definen esa zona pertenece toda al valle aluvial del Paraná y como tal habría que tratarla. Imagino que muchos inversores o piratas de los que no faltan en nuestra sociedad ya estarán preparando sus garfios para continuar apropiándose de la región que hace años se pedía sin resultado que fuera toda reserva protegida. Jorge Rabey - ex presidente del Centro de Protección a la Naturaleza