La Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental interviene de manera integral, comunitaria y con un enfoque de derechos. Dialogamos con sus integrantes sobre las problemáticas actuales en ese campo.
La Residencia Interdisciplinaria en Salud Mental (RISAM) es una instancia de atención en salud y de formación de posgrado a profesionales de diversas disciplinas, que apunta a abordar la salud mental con una perspectiva integral, participativa, comunitaria y de derechos humanos. A través de la atención, el acompañamiento y la promoción de la salud, buscan concientizar sobre el cuidado de la salud mental, y sobre la necesidad de romper estereotipos y formas de abordaje que pierdan de vista la subjetividad de quienes se acercan a buscar atención.
Actualmente en Santa Fe existen dos experiencias: una en Santo Tomé y otra en Granadero Baigorria. El equipo de la RISAM de Santo Tomé se encuentra conformado por las médicas María Julieta Peyrano, María José Osorio; las trabajadoras sociales Stefanìa Den Dauw, Gonzalo Paye y María Angélica Schneider, las psicólogas Lucía Ramírez, Natalia Vallés y el psicólogo José Olivieri. Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, Pausa les consultó sobre las problemáticas actuales en ese campo.
—¿Por qué se dice que la salud mental “es cosa de todos”?
Mariana: —Tiene mucho que ver con el trabajo de la comunidad y de los espacios comunes. Por eso los modos en los cuales pensamos la práctica tiene que ver con la sustitución de las lógicas manicomiales. Lo que cura no es el encierro, sino la posibilidad de cada uno de los sujetos de enlazarse con el otro y de tener una vida más feliz y placentera.
María José: —No es que en un momento determinado una persona se enferma de algo relacionado con salud mental, sino que la salud mental nos atraviesa a cada instante: cuando tenemos un hijo, cuando peleamos con el marido… En la vida cotidiana todo el tiempo estamos poniendo en juego lo que traemos de nuestra familia, de nuestra cultura. Desde la Residencia tratamos de incorporar otras cuestiones que no sean la lógica de "salud versus enfermedad". [La profesional en promoción de la salud] María del Consuelo Chapela Mendoza habla de la salud como "la posibilidad de crear futuros viables". A lo mejor tenemos diabetes pero trabajamos o tenemos hijos, y eso es salud. Aunque tengamos en ese momento una situación con la que tengamos que salir adelante. Lo mismo ocurre con cualquier “enfermedad” mental: hay que trabajar con eso.
Mariana: —Una situación de crisis en la salud mental no es un rótulo para toda la vida. Es algo que puede acontecer en algún momento, pero que con el trabajo y el acompañamiento se puede superar y volver a restituir la situación vital de las personas.
Stefanía: —Trabajamos en pos de visibilizar y de correr el estigma, la culpabilización y esta cuestión de la etiquetas. Que una persona pase por una situación de tratamiento, de diagnóstico o de tener algún abordaje por las convencionales ciencias de la salud mental -la medicina, la psiquiatría, la psicología-, pero que no quede enmarcado en ese diagnóstico, sino que pueda trabajar en otras posibilidades. Lo hacemos desde la perspectiva de salud comunitaria, que tiene que ver con trabajar con las problemáticas actuales, poder entrecruzar los diferentes temas que están a la orden del día: consumos problemáticos, prevención del suicidio.
—En la localidad de San Jorge se conoció que hay un número de suicidios por encima del promedio nacional. ¿De qué manera se puede trabajar para prevenirlo?
Natalia: —Nosotros trabajamos desde una perspectiva de salud comunitaria, colectiva, de trabajo interdisciplinario. Trabajamos con escuelas, con diferentes sectores, con los municipios. Todo el tiempo estamos haciendo el esfuerzo y el desafío de trabajar desde una perspectiva de género, que también tiene que ver con la desnaturalización de nuestras propias prácticas y lecturas sobre la sociedad.
Lucía: —También hacemos una lectura crítica del contexto. Estamos con un gobierno de corte neoliberal en la nación, donde el Estado se retirado de numerosas maneras y no concibe a la salud como un derecho sino como un servicio al que el individuo por sí solo tiene que acceder. Nosotros entendemos que muchas veces el sujeto no puede con eso y hay que articular ciertas estrategias para poder pensar con ese otro cómo abordar su padecimiento. En este contexto proponemos espacios donde se pueda propiciar el encuentro, la charla, el debate.
—¿Qué mensaje se le podría dar a las personas que están atravesando una situación crítica y a sus familias o al grupo que las está conteniendo?
Natalia: —La propuesta es acercarse a los servicios de salud mental o algún referente adulto. Si estamos advirtiendo alguna situación con algún adolescente de nuestra familia fijarse en qué ámbitos o a qué instituciones asiste esa persona cotidianamente, con qué profe tiene más acercamiento o con quién se podría trabajar para no hacer intervenciones muy directivas que hacen que las personas se cierren aún más, porque se sienten mirados, vigilados, cuestionados.
Lucía: —Trabajamos desde una perspectiva de atención que tiene que ver con una estrategia transversal y con poder acercar los servicios de salud a la población. Ese es nuestro aporte, nuestro horizonte, y en relación a eso articulamos diversos dispositivos que tienen que ver con alojar el padecimiento subjetivo desde un enfoque de derechos humanos y desde una perspectiva comunitaria. Poder generar espacios colectivos que desde la comunidad refuercen los lazos sociales, en donde la persona pueda sentirse acompañada.
—¿Cuáles son las problemáticas que llegan a la Residencia en este contexto histórico y político?
Mariana: —Consumos problemáticos de sustancias, prevención de suicidios -en el sentido de poder atender a los usuarios cuando es necesario hacerlo. También trabajamos con estrategias de promoción de la salud, por ejemplo talleres lúdicos, de arte y reciclado. La residencia tiene su sede en el Hospital Samco de Santo Tomé, pero muchas de las rotaciones de los residentes se llevan adelante en los centros de salud, con lo cual hay un fuerte anclaje territorial; como así también en situaciones de mayor complejidad como puede ser en un efector de mayor nivel de complejidad.
Lucía: —Estamos registrando situaciones de padecimiento subjetivo relacionado a la falta de trabajo, a la desafiliación, a la ruptura de los lazos sociales. Todo eso necesariamente conlleva mucho dolor y es una forma de mucha crueldad y mucha violencia que se ejerce sobre las personas. Todo eso tiene un costo subjetivo muy grande que hace que las personas se acerquen a los servicios de salud.
Las profesionales destacan que el Samco de Santo Tomé cuenta con una guardia de salud mental, que atiende los martes y jueves de 15 a 21 en dicho hospital, ubicado en Azcuénaga al 3500 de esa ciudad.
Perspectiva comunitaria y de derechos humanos
Con motivo de celebrarse el Día de Mundial de la Salud Mental, las y los residentes propusieron una jornada en el hospital que combinó feria de emprendedores, música y teatro. La iniciativa ilustra la idea de una perspectiva de la salud que corre el eje de la manicomialización hacia la posibilidad de mejorar la salud mental reforzando los vínculos, la creatividad y el disfrute compartido. "Creamos las condiciones para que puedan participar diferentes grupalidades dentro de un proyecto colectivo", sintentiza al respecto José Olivieri.
—¿Que significa abordar la salud mental desde una perspectiva de derechos humanos?
Natalia: —Tiene que ver con pensar al sujeto con el que estamos interviniendo como un sujeto de derechos, yendo a contramano de la perspectiva que lo objetualiza. Como si el sujeto no pudiera pensar cómo, con qué vínculos. Por eso remarcamos la importancia de los vínculos significativos de cada sujeto, las instituciones de referencia. Intentamos articular con esas instituciones, con las familias o con las amistades, quienes sean un otro significativo para ese otro sufriente, para poder trabajar en conjunto en pos de que se restituyan algunos derechos y se reduzca el malestar.
—¿Cómo se está dando la implementación de la Ley de Salud Mental y del paradigma que propone, a nivel nacional y en particular en la provincia?
José: —Es una construcción conjunta y permanente que implica reconocer las dificultades que tenemos a nivel presupuestario y que hacen a la incidencia de un mayor malestar subjetivo y social que repercute en las modalidades de abordaje de los equipos. Nosotros intentamos armar redes, acompañar procesos que alivien el malestar. Es una construcción conjunta, que no se puede hacer en soledad. A veces nos encontramos con recursos que no están, pero intentamos encontrar de un modo casi artesanal de construir otra cosa.
Lucía: —Si bien reclamamos que las condiciones de trabajo sean otras, como una apuesta política tratamos de generar espacios de reflexión sobre nuestras prácticas: qué hacemos y cómo lo estamos haciendo. Consideramos muy importantes los espacios de formación, de retrabajo. Somos un recurso estratégico en el Estado para poder generar otras condiciones de posibilidad y para transformar el campo de la salud mental. Hay un gesto político de habitar las instituciones desde un lugar que no nos deje en la queja y en la impotencia sino, como decía Fernando Ullóa, que esa queja se reciba de protesta. Poder tomar una dimensión más creativa y transformadora de esa realidad. Este es un lugar de resistencia a los embates del neoliberalismo, al recorte presupuestario y a las cuestiones que nos limitan.