“Ürda y el Brutopez. Una monstruosa historia de porquerías”: un llamado a poner el cuerpo.
Los espectáculos para niñes han dado grandes pasos en los últimos años desde la mítica Xuxa de los 80, pasando por Panam y terminando en Topa. Estos generalmente han sido (o siguen siendo) espectáculos literalmente pedagógicos, sacrificando lo estético en función de colores y canciones estridentes, escenografías simplonas y bailes coreográficos más parecidos a una clase de gimnasia aeróbica que a una danza artística.
De este modo la lectura adulta de “lo infantil” impone una visión del mundo al niñe, la menos reflexiva (total es un niñe) sentado en la butaca expectando pasivamente. Generalmente le adulte a cargo, en vez de conectarse con el momento compartido, no ve la hora de que el espectáculo termine para ir a premiarse al menos al local de las hamburguesas de la cajita feliz.
Bueno, todo lo antedicho es la antístesis de lo que sucede con Ürda y el Brutopez. Una monstruosa historia de porquerías. La obra de teatro infantil santafesina, según afirman sus hacedores, propone jugar y desplegar la sensibilidad en mundos donde habitan pequeñas rarezas y maravillosos monstruos. A través de las técnicas de clown, bufón y teatro de objetos narra la historia de una ogra, Ürda, que sale a navegar con su amiga Oso. En la calma del agua, se asoma desde la profundidad una amenaza y Ürda será puesta a prueba.
Decir que es un relato sobre la ecología y la consciencia sobre el cuidado de los recursos naturales, sería insuficiente para dar cuenta de la poética de esta pieza. La obra si bien apuesta a la sensibilidad desde la sensorialidad a partir de su inmenso despliegue escenográfico, logrará despertar a la emoción en la mayor parte del público, pero sobre todo en les adultes.
Visiblemente inspirada en el Cirque du Soleil, la compañía Fuerza Bruta y el teatro negro, este espectáculo no tendría nada que envidiarle a las producciones nacionales. Su estética del desborde, de la desmesura, se plasma en el personaje de Ürda a través del expresionismo, con un vestuario grotesco y una corporalidad trabajada desde el bufón, con elementos clownescos. Ambos serán los condimentos ideales para la conformación de esta antiheroína que se vincula con el mundo de manera enojosa, sin perder el humor. Las formas de la ogra son gruesas y contrastantes y todo lo monstruoso en la obra estará manifestado en dimensiones excesivamente grandes. Desde la platea ella se ve gigantesca.
Y más inmensas aún serán las estrategias poéticas de la puesta que están vivas e interactúan con el público: la tormenta y la noche o la profundidad del mar. Esta última en línea con el lenguaje del teatro negro, será el preludio de la tormenta que acuna en sus brazos al espectador y sabrá cobijarle bajo un cielo invadido por seres maravillosos, llenos de luz, que sobrevuelan sus cabezas. La tormenta también es colosal, ocupando toda la superficie del escenario más grande de la ciudad, desplegada de lado a lado con la misma fuerza del mar. Por esas olas tempestuosas navega Ürda y ahí se enfrentará con el Brutopez, un monstruo aún más enorme que ella que la llevará al gran descubrimiento.
Se agradece una producción de esta envergadura en la ciudad, doblemente festejada viniendo de un grupo teatral independiente. Con este espectáculo, le público vivirá una experiencia corporal y sensorial en el teatro local pocas veces vista. No es solo una experiencia estética, intelectual, son registros corporales que quedan grabados. Y podríamos comentar situaciones puntuales pero mejor evitar hacer “spoilers”.
En un mundo donde media la pantalla, y muchos chicos conocen el mar solo por internet, el cuerpo queda rezagado. Esta es la oportunidad para entrar en el juego que propone Ürda y hacerlo en familia, porque esta vez les será muy difícil a les adultos resistirse. El personaje de la ogra nos llama a poner el cuerpo y jugarnos el corazón como ella misma cuando toma conciencia de la contaminación del planeta.
El gran mérito del equipo en el proyecto es la paradoja de que un grupo de personas tan reducido logre una obra tan enorme. La idea de Federico Toobe es original, sensible y profunda, la dirección de María Flavia Del Rosso demuestra que esta artista santafesina se supera con cada trabajo que realiza; la actuación de Federico Toobe le da vida a este personaje casi sin diálogo que mantiene en escena su energía corporalmente de principio a fin. Vanesa Haupt y Melisa Medina realizarán magistralmente el manejo de objetos, títeres y marionetas. Una verdadera obra de arte el vestuario, muy pictórico, intervenido con óleo por Lucas Ruscitti, quien se ocupó también del maquillaje; en la música original de Manuel Schurjin se destacan como perlitas la cumbia santafesina que sucede a Madama Butterfly (otra genialidad de la obra) y la chacarera que le dan el tinte local y argentino. Muy buen trabajo y acompañamiento de Martín Muñoz en el sonido, iluminación, y realización audiovisual. Destacada producción fotográfica de Franco Castelnuovo y Leonardo Gregoret.
Función especial
Ürda y el Brutopez. Una monstruosa historia de porquerías es una obra para ser disfrutada por todes les santafesines y for export.
Se presenta el domingo 20 de octubre a las 19 en el Centro Cultural Provincial. Sala Mayor (Junín 2457). Mamás y abuelas con niñes entran gratis por el día de las madres.