Primero hay que saber sufrir, como dice el tango. Y así vive el hincha sabalero el momento más importante en los 114 años de su historia: la final de la Copa Sudamericana.
Gonzalo tenía fecha confirmada para un trasplante de riñón, pero le pidió al médico aplazarlo para poder ir a la cancha.
Renato y Aimée pasaron por el Registro Civil, pero postergaron la fiesta de casamiento porque coincidía con la final de la Copa Sudamericana.
Matías viaja desde Israel hasta Paraguay solamente para ver a Colón.
Jorge lo hace desde más cerca, la ciudad de San Javier, a 720 kilómetros de Asunción, pero va en bicicleta: son cuatro días a puro pedal, primero por la ruta 1 y después por la 11.
¿Qué mueve a estas personas a tomar tales decisiones? Una sola cosa: el amor incondicional por Colón de Santa Fe. Y el momento mágico que vive el humilde club del barrio Centenario, que este sábado buscará en Asunción de Paraguay, ante Independiente del Valle (Ecuador) y a partido único, el primer título de su historia.
El Pulga Rodríguez es el abanderado y el creador, el distinto. Leonardo Burián atajó los penales decisivos y es una de las figuras de la Copa. El colombiano Wilson Morelo es la carta goleadora del Sabalero. Mediocampo combativo, defensa joven, hambre de gloria… Los dirigidos por Pablo Lavallén lograron la hazaña y llegaron a la final, pero no lo hicieron solos: los acompaña un pueblo que sabe de sufrimiento y que siempre está, en las buenas y en las malas.
La final de la Copa Sudamericana es un hito para el Club Atlético Colón. A 114 años de su fundación, el conjunto santafesino juega por primera vez un partido trascendente que podría darle su primera estrella. Por ese motivo, la hinchada sabalera, que ha dado muestras de amor eterno por los colores sangre y luto, vive por estas horas un momento único, que atesorará por siempre en su memoria.
Colón sabe de hazañas. Como los triunfos en partidos amistosos, cuando el equipo militaba en la Primera C, ante la Selección Argentina, Peñarol de Uruguay y el Santos de Pelé, en mayo de 1964. Como las históricas clasificaciones a las Libertadores de 1998 y 2010. Como las cinco participaciones en Copa Sudamericana, incluida esta primera final continental que tiene en vilo a media Santa Fe.
Colón sabe de hazañas, es cierto, pero su pueblo está forjado a base de sufrimiento. Nada se consigue sin haber sufrido: el ascenso de 1995, tras 14 años en la B Nacional; la reconstrucción futbolística e institucional iniciada en 2014 luego del desfalco dirigencial encabezado por Germán Lerche. Y cómo será que el pueblo sabalero está acostumbrado a sufrir que la primera final de su historia encuentra al club peleando el descenso en el torneo local. Paradojas de nuestro fútbol.
El sábado, el conjunto rojinegro juega el partido más importante de su historia. Más de 30 mil sabaleros alentarán sin parar desde las gradas del Estadio La Nueva Olla, donde Colón será local (la capacidad es de 40 mil espectadores). Las caravanas de combis, autos y colectivos por la ruta 11, los sacrificios que hicieron los hinchas, los 114 años de sufrimiento de todo un pueblo, merecen un premio: la ansiada primera estrella. Que así sea.