El mundo está dividido en dos grandes grupos: el que lo quiere ver arder y el que va a pasar sin pena ni gloria por esta insignificante porción de espacio-tiempo llamada vida. La cuestión está en saber de qué lado de la mecha se está. No, mentira. La cuestión está en saber en qué lado de la grieta uno/a se cree que está: ¿qué es lo que hace arder al mundo? Y ahí la cosa se pone peluda: todes creemos tener razón pero cuando nos piden razones, no las tenemos. O al menos no en la suficiente medida como para decir que le otre no la tiene.
Así como para Kevin Johansen todo tiene logo, para mí todo tiene grieta. Y la mayoría de las veces está bien que así sea. La grieta existe desde que existe la desigualdad en el mundo. O sea, desde siempre. O los privilegios, que es lo mismo. Esto ya lo dijo Marx en mil ochocientos y algo, y no fue el primero. Hasta Jesús se dio cuenta de la grieta. ¿O acaso el hijo de dios no es el líder de los desclasados de Nazaret del siglo I? Sí, Jesús el primer comunista. Ni Jorge Altamira se animó a tanto.
¿Y por qué está bien que haya grietas? Porque no se puede andar por el carril del metrobus toda la vida. Todo bien con la “tercera vía” pero resulta que un día #YoYaGané y cuatro años después había más de varios millones de personas que #YaPerdieron con la macrisis. Y no es que no pienso en la coyuntura. Todo lo contrario. No me confundan con un absolutista o fundamentalista porque solo lo soy de las ojotas y la menta granizada. Es que simplemente vivimos en la grieta y hay que saber de qué lado se está, punto. No la vamos a cerrar. De hecho, por hacernos les que venimos a cerrar la grieta, se nos están colando gómezcenturiones por todos lados. Sí, ríanse. En Brasil también se rieron de Bolsonaro.
Pero una cosa es pensar en la coyuntura histórica y otra muy diferente es que yo le pregunte a alguien si es del team dulce de batata o dulce de membrillo y me responda que “membrillo en facturas pero el vigilante de batata no se mancha”. O, de manera indigna, me digan “ambos” y reconozcan sin pruritos su “tibieza dulcera”. Miren que yo soy rebuscado pero tengo en claro que en la vida hay que ser políticamente incorrecte y sentar postura clara: los fideos se cortan, se dice masita y el helado se toma, no se come. Vengan de une, atiendo por orden de llegada y no cobro plus.
Si quieren lo discutimos. Me van a convencer de que no tengo razón el día que le pongan “Mauricio Macri” a una avenida en El Calafate. Como me dice siempre mi viejo: “Vos te crees el dueño de la verdad”. Por supuesto, ¿quién no? Porque seguro que el mundo está lleno de diálogos pacíficos y civilizados donde se reconoce la razón del otre. No se trata, en definitiva, de tener razón. La tenemos y le otre también: son antinomias. Hay tantos argumentos válidos como para defender al invierno o al verano; a Peronia del Norte o a Peronia del Sur; al mate amargo o al mate dulce; a Friends o a Seinfeld; a la pizza a la piedra o a la pizza alta; al bombón escocés o al bombón suizo; a Marvel o a DC; a Marta Goyri o a Edgardo Poldi; a poner el papel higiénico cayendo para atrás o para adelante; a la Coca-Cola o la Pepsi… bueno, a la Pepsi no. Todo tiene un límite.
Esto no es lo mismo que decir que hay que aprender a vivir respetando la opinión del otro sin importar cuál sea porque “sobre gustos no hay nada escrito”. En primer lugar, hay mucho escrito sobre el gusto como por ejemplo la Crítica del Juicio de Immanuel Kant o El sentido social del gusto de Pierre Bourdieu. En segundo lugar, que mis razones sean irracionales no significa que sean equivalentes a las de les demás y que yo tenga que convivir con quienes están del lado equivocado de la grieta. A mí dame la calor de Peronia del Norte. Si le ponés azúcar al mate no celebres el día de la tradición, apátrida. La pizza italiana es más finita que una plantilla de Topper, a DC solo lo salva Batman y el bombón suizo es una estafa: le falta dulce de leche para ser escocés y le falta helado de frutilla para ser casata. Le que prefiere el bombón suizo al escocés seguro votó en blanco en el ballotage de 2015 y si le preguntás dónde quiere vivir te dice “en Argentina del Centro”.
Pero la vida no es una red social en la que une pueda bloquear o eliminar lo que no quiere ver y debe necesariamente convivir con les que creen que “Persiana Americana” es un tema de Agapornis, qué le vamos a hacer. Hay cosas peores. Como estar del lado de la grieta que cree que la renuncia a la presidencia de Evo Morales no fue consecuencia de un Golpe de Estado cívico, religioso y militar, o de la gente que piensa que la acción de las Fuerzas Armadas chilenas contra el pueblo en lucha no es una brutal y asesina represión para sostener el poder del establishment. Yo, sinceramente, en esos casos celebro que exista la grieta. Quiero que quede claro que yo no estoy de ese lado. Y preferiría que a esa gente tampoco le guste la menta granizada.