El estado de las cuentas públicas, el pase a planta de los trabajadores contratados, el presupuesto 2020, la reforma constitucional, el cese del diálogo político y la ceremonia de traspaso de mando generan tensiones entre el gobernador saliente Miguel Lifschitz y su sucesor Omar Perotti.
El 11 de diciembre de 2007, en el Salón Blanco de Casa de Gobierno, el peronista Jorge Obeid le entregó el bastón y la banda al socialista Hermes Binner. El entonces jefe de Gabinete (hoy presidente electo) Alberto Fernández participó del acto como invitado especial. Una foto que podría repetirse en diciembre, aunque hoy por hoy parece cosa difícil.
El de 2007 fue el primer cambio de signo político en la provincia de Santa Fe desde la recuperación de la democracia y a partir de ahí se sucedieron tres gestiones al hilo del Frente Progresista. Hasta que en junio de este año, el triunfo de Omar Perotti le puso fin a la hegemonía socialista y devolvió al PJ al gobierno provincial.
Aquella transición entre Obeid y Binner tuvo algunas escaramuzas. La designación de Daniel Erbetta y Agustín Bassó en la Corte Suprema fue la más relevante. Pero, en líneas generales, fue una transición madura y ordenada, a tal punto que los equipos técnicos del gobierno saliente y del entrante elaboraron en conjunto el presupuesto que ejecutó Binner en su primer año al frente de la Casa Gris.
Al cabo de 12 años, la transición entre el gobernador saliente Miguel Lifschitz y el electo Omar Perotti tiene características muy diferentes. En lugar de buscar acuerdos en beneficio de la institucionalidad, eligieron poner por encima sus diferencias partidarias. Y así, la larga transición entre las elecciones provinciales y el cambio de mandatos se convirtió en un ámbito de disputas políticas que se pueden resumir en seis capítulos.
1. El déficit fiscal
Las negociaciones entre los equipos de Lifschitz y Perotti comenzaron en julio y enseguida se pusieron tensas. El motivo: las cuentas públicas. Al cierre del primer semestre, el déficit fiscal de la provincia era de 10.500 millones de pesos, cuando en el presupuesto 2019 el déficit estimado para todo el año era de 6000 millones.
A partir de esa información, los representantes de Perotti proyectaron que el rojo, a fin de año, superaría los 20.000 millones de pesos. Y le pidieron al gobierno que modere el gasto público y evite a toda costa encarar nuevas licitaciones.
El gobierno provincial tomó la decisión de desacelerar el ritmo de la obra pública –muy intenso durante el primer semestre, el “momento electoral” de 2019– y a partir de allí se generó una crisis de magnitud en el sector de la construcción, que ya venía golpeado por las políticas económicas de la Nación. Como consecuencia, la Uocra y las empresas constructoras salieron a pedir que se declare la emergencia en el sector y ahora ni Lifschitz ni Perotti hablan del tema.
2. Los contratados
Otro de los pedidos que hicieron los representantes de Perotti al gobierno saliente es que no se nombre personal en planta permanente. Para ello, se ampararon en la Ley de Responsabilidad Fiscal –a la cual adhirió Santa Fe– que establece que en el último semestre de la gestión no se pueden realizar incrementos del gasto corriente de carácter permanente.
Promediando la transición, uno de los principales representantes de Perotti, el senador del departamento Castellanos Alcides Calvo, puso el dedo en la llaga: “En algunas áreas estamos viendo subrogancias, designaciones y pases a planta permanente”. Calvo aludía a nombramientos de personal político, pero el mismo criterio se impuso al momento de discutir la situación de los trabajadores contratados.
Después de las elecciones de junio, el gobierno y los gremios públicos retomaron las negociaciones para definir el pase a planta del personal precarizado. Son al menos 1600 trabajadores que cumplen funciones a diario en el Estado provincial desde hace más de dos años y que están en condiciones de ser regularizados.
Esas negociaciones venían avanzando al punto que el propio Ejecutivo admitió que debía realizar el pase a planta por decreto ya que a los trabajadores les asistía ese derecho. El tema se enfrió en medio de otras discusiones, pero en la última semana el gobierno decidió avanzar por su cuenta y les envió a los gremios el listado de los contratados, con el objetivo de lograr un acuerdo y emitir los decretos correspondientes. Los representantes de Perotti pretendían intervenir sobre el tema desde la Legislatura, pero el gobierno saliente les ganó de mano y ahora la pelota la tienen los gremios. ¿Firmarán el pase a planta en el mes final de la transición o esperarán la asunción del nuevo gobierno para retomar las negociaciones? Ese es uno de los temas que se resolverá en los próximos días.
3. El fin del diálogo
Los equipos de Lifschitz y Perotti mantuvieron diálogo fluido entre julio y septiembre. A partir de allí, las reuniones fueron cada vez menos frecuentes. También por esos días trascendió que el gobernador saliente y el entrante habían tenidos dos reuniones de carácter reservado y sin fotos: la excusa perfecta para que uno de los referentes del PJ, el senador Armando Traferri, anunciara que se iba de la mesa de transición con el argumento de que no tenía sentido el diálogo entre los delegados de ambas partes si ya Perotti y Lifschitz estaban al mando de la transición.
Curiosamente, al mismo tiempo que los funcionarios designados tomaban distancia entre sí, lo mismo hicieron el mandatario en funciones y su sucesor. En los últimos dos meses no hubo contacto alguno, lo que llevó al actual gobernador a reclamar que se aceleren las conversaciones en virtud de la cercanía del 11 de diciembre.
Exactamente un mes antes del recambio de mando, Lifschitz instruyó a sus ministros para que dejen de lado sus agendas y se pongan a disposición de los representantes del gobernador electo. Dos semanas después de ese anuncio, la cosa sigue verde...
4. Reforma de la Constitución
Mientras la transición entraba en zona de sombras, empezaron a florecer movidas de ambos lados que enturbiaron aún más las negociaciones.
Por un lado, el Frente Progresista en alianza con los senadores del PJ sancionaron en la Legislatura la ley del Plan Abre, que le otorga rango de política de Estado a ese programa y compromete a la futura gestión en un gasto de al menos 3500 millones de pesos para 2020. La movida cayó como un balde de agua helada en el entorno de Perotti.
Por esos días, y mientras la campaña presidencial llegaba a su fin, desde el peronismo intentaron sacar a flote el proyecto de reforma de la Constitución que un año antes había fracasado en la Cámara de Diputados por falta de acuerdo político. Ahora es apenas una nota al pie en el marco de una transición que tuvo todo tipo de condimentos, pero en ese momento puso a las dos fuerzas principales de la provincia a debatir en los medios sobre un tema que no forma parte del interés inmediato de la opinión pública.
Al cabo de pocos días, el asunto se diluyó. Nadie lo dice en voz alta, pero la reelección del gobernador –vedada por la actual Carta Magna– sigue y seguirá siendo el punto que obtura ese debate que, por ahora, solo le preocupa a los dirigentes políticos.
5. El presupuesto 2020
Durante las reuniones reservadas que mantuvieron Lifschitz y Perotti habían acordado que sea el próximo gobierno el que se encargue de elaborar el proyecto de presupuesto 2020. Pero luego intervino la Legislatura y por impulso del Frente Progresista ambas cámaras votaron un proyecto de comunicación dirigido al Ejecutivo para solicitar el envío del proyecto antes del 31 de octubre.
Ahí se empezó a tensar el clima. La Constitución provincial establece que el presupuesto del año siguiente debe ingresar a las cámaras antes del 30 de septiembre. Es habitual que el gobierno de turno pida una prórroga de un mes para esperar las variables del presupuesto nacional y ajustar los números. Este año hubo pedido de prórroga, como todos los años, pero luego el acuerdo entre el gobernador saliente y el entrante –para que sea Perotti quien lo envíe después de asumir– agregó más ruido a la relación de por sí tirante entre ambos equipos.
Aunque se pasó en los plazos, Lifschitz acató el pedido de la Legislatura y envió el proyecto el 20 de noviembre. Apenas un día después, el Senado de mayoría peronista le dio media sanción y lo giró a la Cámara de Diputados donde el Frente Progresista tiene mayoría propia para convertirlo en ley y, de esa manera, imponerle a Perotti el esquema de gastos y recursos para su primer año de gobierno.
La media sanción del presupuesto abrió una grieta entre los senadores del PJ que en pocas horas se hizo extensiva a todo el partido. A tal punto que los intendentes y presidentes comunales del PJ alineados con Perotti cuestionaron a los senadores de su partido y cargaron las tintas sobre el jefe del bloque: “Entre Traferri y Lifschitz hay más que un acuerdo político”. ¿Aceptará Perotti el presupuesto elaborado por Lifschitz o intentará que se resuelva después del 11 de diciembre? Otro enigma que se comenzará develar en las próximas horas.
6. La ceremonia
Por si faltaban elementos para que la transición se tirante, Perotti y Lifschitz tampoco se ponen de acuerdo respecto a la ceremonia de traspaso de mando. El gobernador electo quiere que sea el miércoles 11 de diciembre a las 19 en la explanada de la Casa Gris; el actual mandatario le hizo dos contrapropuestas: realizarlo en el Salón Blanco de Casa de Gobierno el mismo miércoles después de la jura de Perotti ante la Asamblea Legislativa (prevista para las 11) o directamente en la Legislatura una vez finalizado ese acto.
Perotti quiere que el acto sea ante un público masivo en la Plaza de Mayo y no en un salón con capacidad limitada para algunos dirigentes políticos. Incluso hizo circular el dato de que invitó a Alberto Fernández a su asunción, algo que no está confirmado por el presidente electo.
Incluso Perotti empezó a distribuir las invitaciones en las que avisa que la ceremonia de traspaso de mando y la jura y asunción de sus ministros será el 11 de diciembre a las 19 “en la explanada central de Casa de Gobierno”, frente a una Plaza de Mayo que el gobernador electo imagina repleta de militantes peronistas celebrando la vuelta al poder de su partido luego de 12 años de gobiernos socialistas.
Lifschitz tiene otros planes y se los hizo saber a su sucesor a través de una nota remitida por el ministro de Gobierno Pablo Farías a los integrantes de la comisión de transición. Allí se proponen dos alternativas: realizar el acto en el Salón Blanco de Casa de Gobierno después de la jura de Perotti ante los senadores y diputados o hacerlo directamente en la Legislatura (en ambos casos sería al mediodía en recintos cerrados al público).
¿Habrá finalmente acto formal de traspaso de mando o la cosa terminará del mismo modo que en 2015 a nivel nacional? El pueblo de Santa Fe y su tradición democrática merecen que se repita la foto de 2007, en el lugar que acuerden sus protagonistas. Ojalá así sea.