Por Romina Brea, Mariángeles Guerrero y María Luisa Lelli.
Segundo Encuentro Provincial de Periodistas Feministas: la Ley Micaela en los medios, la situación laboral y las redes necesarias para una comunicación con mujeres y disidencias.
Llegaron desde Suardi, Reconquista, Rafaela y Rosario y se sumaron a las locales, movidas por las expectativas, pero también por la necesidad del encuentro con pares. Movilizadas por las dificultades para llevar a cabo la tarea diaria, decenas de periodistas y comunicadoras fueron parte del Segundo Encuentro Provincial de Periodistas Feministas de Santa Fe, que tuvo lugar el último sábado en la sede de Amsafe Provincial, en nuestra ciudad.
Allí decenas de trabajadoras de prensa se congregaron para debatir, establecer redes, compartir contactos, escuchar experiencias cotidianas y conocer realidades. El resultado fue más que fructífero a instancias de las demandas y propuestas que se tradujeron en la conclusión más significativa del encuentro: exigir la adaptación de la Ley Micaela para los medios de comunicación santafesinos, de manera tal que propietarios y toda la estructura jerárquica se capaciten en temáticas de género y violencias contra las mujeres.
Pero antes de llegar al final es menester evocar el recorrido que se tuvo al colectivo Periodistas Feministas de Santa Fe como gestor de esta segunda reunión (en conjunto con la Asociación de Prensa de Santa Fe). Todo surgió en 2016 como un grupo de whatsapp con el fin de establecer puntos en común entre trabajadoras de prensa de la capital provincial en función de los abordajes periodísticos. Así, el colectivo creció y alcanzó el objetivo de constituirse como una voz política en el campo de lo público.
De esa forma, redactoras, productoras, locutoras, comunicadoras institucionales, fotógrafas, camarógrafas y diseñadoras gráficas se propusieron atender cada una de las problemáticas que afectan la tarea cotidiana con el fin de propiciar el desplazamiento de los sexismos, las desigualdades y los estereotipos que se reproducen y se retroalimentan bajo lógicas machistas presentes en medios, instituciones y organismos. Y más allá aun, reivindicar el reclamo por mayor presencia de mujeres y disidencias sexuales frente a las cámaras, los micrófonos y en las redacciones porque “hacemos falta”, tanto como las voces de especialistas, dirigentes, militantes y autoridades mujeres e integrantes del colectivo LGTBIQ.
Periodistas Feministas de Santa Fe asumió el compromiso y siguió la voluntad de continuar con el primer encuentro celebrado en Rosario, el 29 de junio pasado, promovido por las colegas del diario El Ciudadano. Resultaba un imperativo darle continuidad al debate y la proclama en torno a demandas laborales, las condiciones de empleo, la agenda de temas y los abordajes desde los feminismos. Por eso y redoblando la apuesta, se amplió la discusión a todos los campos de la comunicación. Y el resultado fue que el sábado 23, las casi 90 trabajadoras reunidas, se distribuyeran en los talleres de Imagen, Discurso y Lenguaje, Trabajo y Autogestión, Comunicación Institucional y Agenda y Fuentes.
Más allá de las palabras
En un clima de compañerismo, las participantes se repartieron en esos espacios y alentaron, en lo referente a la Imagen, la construcción de un documento que contemple pautas para la selección de imágenes y edición de videos, criterio también válido para la toma de fotografías y el diseño de piezas audiovisuales. Un hecho para subrayar de parte de las talleristas fue lo imperioso que resulta definir parámetros para la comunicación visual de los femicidios y casos de violencias, tanto en lo referente a víctimas como a agresores.
Con relación a las condiciones y los roles en los espacios laborales, las chicas de este taller pensaron en la búsqueda de estrategias para que los medios reproduzcan las imágenes tomadas por el propio colectivo de fotógrafas habida cuenta de la disparidad entre mujeres y varones en la sección en cuestión. “En los medios no toman, aunque estén a disposición, las fotografías tomadas por mujeres. Y menos, feministas”, sintetizaron las participantes y agregaron: “¿Por qué seguimos consumiendo medios hegemónicos cuando hay medios autogestivos que realizan tratamientos rigurosos y fehacientes y, por sobre todas las cosas, donde se encuentran mujeres feministas?”.
De ese interrogante se postuló el trazo de estrategias, así como la definición del rol de las editoras de imágenes; vale decir, “diseñadoras y fotógrafas que cuentan con criterio periodístico y de género”. “¿Cómo conseguimos que diseñadoras y fotógrafas participemos en la toma de decisiones y generación de ideas en el marco de la actividad periodística, no como un rol secundario o de mera ilustración?”, dispararon en virtud de la concepción integral del contenido. De la mano de esta premisa, se consideró la visibilización del “trabajo de las mujeres que suele estar oculto tras la cara de los varones”, particularmente en medios audiovisuales.
Otra cuestión para nada menor, deviene de una idea de las fotógrafas feministas en relación con la liberación de imágenes con el fin de poder ser utilizadas, siempre con el respeto de la autoría. Así se sugirió formar un “banco de imágenes de uso liberado” como una forma de dar a conocer el propio trabajo y del movimiento de las mujeres y de disidencias yendo hacia la relevancia histórica de la lucha ya en marcha que, sin dudas, ya forma parte de la época. Se trata, en otras palabras, de “lograr un registro visual de la época y del movimiento, contado por nosotras y desde la diversidad”.
Por último, se analizó el modo de pensar la diversidad sexual “más allá de las palabras” y con las disidencias como parte activa del trabajo visual. Lo que redunda en “visibilizar las minorías y disidencias utilizando sus propios recursos, con sus herramientas y de parte del propio colectivo”. Lo que no es otra cosa que el colectivo LGTBIQ se narre y no sea narrado.
Nombrar y dar cuerpo
El taller de Discurso y Lenguaje tuvo un cúmulo interesante de cuestiones para ser analizadas a raíz de un factor común: las líneas editoriales y los intereses empresariales que obstruyen el periodismo con perspectiva de género, tanto como la permanencia de lógicas machistas en términos paritarios, de desigualdad y en la concepción al momento de construir la noticia. Por eso se pudo escuchar “la sigo militando”, como una expresión de la resistencia que conlleva la labor diaria.
Entre las estrategias que se formularon se consideró imprescindible generar una red contactos con fuentes que sean mujeres y disidencias. También se demandó la aplicación de la Ley Micaela y se exigió la paridad –en principio– en medios públicos, cuestiones a ser incluidas en las negociaciones entre sindicatos y propietarios de medios.
Así también se comentó una práctica relevante a la hora de construir los discursos que supone referenciar mujeres y disidencias y, al mismo tiempo, realizar relevamientos internos para conocer la cantidad de entrevistadas durante ciertos lapsos en los medios. Al hilo de esa misión, se analizó la constitución de un Observatorio de Medios –que pueda cooperar con otros– con la firme idea de identificar enunciados que reproduzcan violencias o revictimicen. Y más aún: pueda ser el punto de origen para la denuncia de la violencia mediática y los mecanismos de sanción.
A sabiendas de los diferentes públicos y sus matices, se evaluó pertinente repensar el uso de expresiones que pueden ser comunes al interior del movimiento feminista y, seguramente, puedan ser dichas en otros términos. Bajo esa línea, también se analizó el uso del lenguaje inclusivo por fuera del mero y simplificado cambio de vocales –lo cual podría derivar en un “uso políticamente correcto”– y se alentó a propiciar coberturas globales de cada temática con perspectiva de género que no prescindan de datos duros, legislaciones y políticas que cooperen en la argumentación.
“Lo que no se nombra, no se corporiza”, sostuvo una participante en alusión a la necesidad de concebir el lenguaje como una herramienta de transformación de la realidad y del reconocimiento de las identidades. Las talleristas también consideraron necesario introducir preguntas sobre género en el abordaje de temáticas candentes como desocupación, empleo, pobreza e infancia. Lo que no resulta ajeno al avance en la visibilización de las identidades trans, la difusión y la reafirmación de las bases del movimiento feminista, así como desestimar los delitos de género como parte de la problemática de la inseguridad.
Una cuestión que mereció particular análisis fue la ponderación del término vida al momento de hablar de aborto legal en virtud de los recursos retóricos y simbólicos que embanderan a los sectores antiderechos, tanto como la insistencia en el valor del derecho a decidir de las mujeres y personas gestantes. Este punto no se desligó de la reapropiación del término ideología, que se estableció con una carga negativa de parte de quienes rechazan la ESI. A su vez, reafirmar que normativas y marcos legales vigentes son consonantes con el respeto a los derechos humanos.
De la charla, también surgió la imperiosa visibilización de las diversidades de las mujeres pertenecientes a los pueblos originarios, claramente en minoría dentro de la cosa pública. En tanto, la demanda de posicionamientos públicos sobre los derechos de las mujeres de parte de figuras públicas y dirigentes políticos. Finalmente y a instancias de preconceptos, prejuicios y falsedades, una periodista fue tajante: “Contra el bolazo, información”.
“Encontrar la fisura"
El taller de Trabajo y Autogestión tuvo una tarea firme habida cuenta de las condiciones laborales que afligen a las trabajadoras de prensa. Por eso, se propuso que un porcentaje del presupuesto anual de la pauta publicitaria oficial se destine a medios autogestivos. Del mismo modo, se planteó gestionar la presentación de un proyecto de ley provincial para la creación de un fondo concursable para medios o propuestas autogestivas.
A la par del pedido de la adaptación de la Ley Micaela, se consideró necesario el fomento de la capacitación a nivel terciario y universitario en carreras relacionadas con la comunicación que brinden herramientas para la autogestión, siendo una alternativa la generación de charlas, talleres o seminarios con perspectiva de género. Esto se une a la capacitación docentes de carreras vinculadas a comunicación.
Y en consonancia con las malas prácticas, se expuso la promoción de un proyecto de ley para que sea un requisito para el acceso a la pauta publicitaria oficial, tanto a nivel provincial como municipal, no contar con antecedentes de violencia de género ni discursos de discriminación por orientación sexual e identidad autopercibida. Otro de los ejes fue el fomento de una red colaborativa que difunda convocatorias para financiamiento (tanto públicas como privadas), a los fines de solventar proyectos autogestivos junto a la creación de una agenda compartida de proyectos y espacios autogestivos feministas que funcionan en toda la provincia.
A la par de las propuestas, también hubo espacio para la puesta en común de experiencias que dan cuenta de un crecimiento de las trabajadoras “expulsadas” de los medios hegemónicos. Esta realidad se relaciona con el menosprecio o la relegación de mujeres periodistas, factor que puede ser aprovechado si se tienden puentes con esos sectores. Por ello, las talleristas manifestaron que “no se trata de pensar desde lo que hacemos mal, sino en lo que falta, en lo que no hay”. Y otra añadió: “Encontrar la fisura”.
Comunicadoras
En Comunicación Institucional el eje fue el reconocimiento de la tarea, por lo cual se trabajó en el orden de la escala salarial que pueda corresponderse con la escala vigente para el sector de la prensa gráfica según el convenio de trabajo, cuya propuesta será elevada a la Asociación de Prensa de Santa Fe. Para ello, “comparamos perfiles de labores de la prensa gráfica con los de las comunicadoras que se desempeñan en instituciones porque, al no haber una escala de referencia, cada uno paga lo que quiere o supone”, dijeron las talleristas. Ese debate se ligó a la precarización, habida cuenta que no están fijadas las funciones específicas, situación que se liga a los contratos temporales. “La comunicadora termina realizando tareas de secretaria, de protocolo y demás cuestiones que no se relacionan con la comunicación”, cuestionaron.
En ese orden, la Ley Micaela no estuvo ausente de las demandas en el marco de las instituciones privadas, factor que complementa la inclusión de la perspectiva de género en la redacción de los partes de prensa teniendo en cuenta su correlato o impacto en la llegada a las redacciones o producciones de los medios.
Colaborativas
A la luz de las complejidades para la construcción de una agenda temática y la disposición de fuentes, las integrantes del correspondiente taller pusieron de manifiesto su preocupación ante la pregunta ¿hacia dónde se dirige el periodismo feminista? En ese orden identificaron dificultades con registros y estadísticas, cierto vaciamiento de contenidos y discriminación de colectivos concretamente en el norte de la provincia donde se registraron casos de persecuciones y censuras.
Por ello, las propuestas plantearon establecer canales de diálogo con organismos públicos para unificar criterios y datos en relación con la violencia de género y, particularmente, con los femicidios, junto al armado de datos colectivos y la posibilidad de promover un registro colaborativo. En términos colectivos también se pensó la agenda de temas. La Ley Micaela encontró réplica en este taller y, en un mismo sentido, se arengó la paridad. “Cuando nos preguntamos por el feminismo como forma de hacer periodismo, sugerimos leernos entre nosotras, hacer intercambios y propiciar las notas colaborativas”, comentaron las participantes mientras no desestimaron elaborar un proyecto de cupo para los medios.