El gobierno, con quórum propio

Efecto Alberto: el PJ controla el Congreso y la mayoría de las provincias centrales.

El largo calendario de las elecciones 2019 terminó con resultados contundentes: el peronismo logró una hegemonía casi absoluta y controlará por los próximos cuatro años todas las provincias centrales (excepto Mendoza y la ciudad de Buenos Aires, los territorios que pudo retener Cambiemos además de Jujuy y Corrientes), la Cámara de Diputados y el Senado de la Nación.

Entre febrero y octubre hubo una sucesión imparable de elecciones locales. Cambiemos no pudo hacer pie en ninguna provincia, salvo aquellas en las que ya gobernaba. La estocada final llegó el 27 de octubre, el macrismo perdió la Presidencia y la estratégica provincia de Buenos Aires. María Eugenia Vidal intentó en vano adelantar esa elección, para no quedar a merced del lastre del gobierno nacional; el ex presidente se empecinó en que no fuera así y la suerte de ambos quedó sellada.

Desde el 10 de diciembre, el peronismo tiene mayoría en el Congreso Nacional: oxígeno necesario para que el gobierno de Alberto Fernández pueda avanzar sin contratiempos políticos; la resistencia y la oposición al nuevo presidente se canalizará en otros terrenos, con las patronales del agro a la cabeza.

Las elecciones generales habían terminado en un virtual empate en la nueva composición de la Cámara de Diputados de la Nación. Pero entre octubre y diciembre, la muñeca política del nuevo presidente del cuerpo, Sergio Massa, inclinó la cancha a favor de Fernández. El Frente de Todos cuenta con 120 diputados y le faltan nueve para lograr quórum propio; de los acuerdos de Massa con los espacios federales que se referencian en los gobernadores surgirán esos votos.

En el nuevo Senado presidido por Cristina Kirchner se unificaron los bloques del PJ y del Frente para la Victoria y allí también el oficialismo tiene quórum propio. Un Congreso a pedir de Alberto.

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