Por Matías Dalla Fontana (*)
Una Leona. En un contexto de auténtica catástrofe socio-sanitaria en que está sumido nuestro Pueblo, la designación de una mujer, la ex leona Inés Arrondo, al frente de la Secretaría de Deportes de la Nación, es una oportunidad esperanzadora. La experiencia de haber hecho sacrificios mayúsculos desde su formación amateur en un club como trampolín de su trascendencia internacional –mundialista y olímpica– y su dedicación a la militancia social y política posterior, dan cuenta de una sensibilidad necesaria y de un amor por una Argentina que hoy sufre, insidiosa, la disociación de su convivencia.
La realidad masiva. Es tiempo de recorrer la senda del realismo en la política deportiva, reconociendo la insondable dignidad de las argentinas y argentinos, colocando nuevamente a la persona humana en el centro. Tenemos problemas de mayorías y la política del deporte, en su cariz de política de Estado, debe reflejar una política de movilidad social ascendente, de frente a lo que los Obispos han llamado en su 118ª Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Argentina “la nueva cuestión social –la cual– abarca tanto las situaciones de exclusión económica como las vidas humanas que no encuentran sentido y ya no pueden reconocer la belleza de la existencia”
La periferia federal. Es la etapa de la escucha en las periferias del deporte. En materia federal, todo ámbito de participación abierta en la que hemos podido participar en estos años quienes somos servidores del Movimiento Nacional, hemos cotejado en diálogos desde Formosa a Tierra del Fuego, nuevas realidades objetivas que conforman ahora la comunidad deportiva y exceden cualitativamente la tradicional consideración del deporte como algo solamente ceñido a una entidad deportiva tradicional con miras a obtener resultados de mediano o alto rendimiento: sindicatos que han formado escuelas deportivas, sacerdotes que han fundado clubes, familias en barrios postergados que han institucionalizado ligas sociales. Ellos, sembradores de cambio en la comunidad deportiva, están haciéndose cargo de las nuevas epidemias que despunta el descalabro antropológico de un ethos epocal anti-argentino, individualista y materialista: sedentarismo, obesidad, adicciones, depresiones.
La persona humana. Una mujer en la gestión del deporte estatal nacional. La primera en ese sitio. Las personas son importantes en los procesos, no es cierto que son accesorias las identidades personales, como si las fuerzas de la historia fueran un determinismo informe. Los deportistas debemos consustanciarnos con el aporte que cada uno de nosotros puede hacer, en lo personal, para la conducción de los destinos de la patria hacia su felicidad y grandeza.
La unidad. Podemos sanar la grieta, la del deporte para pocos, ser respuesta local para una crisis global. En un estado de cosas babélico, donde confrontarlo todo, dentro de la dictadura de las falsas noticias, nos está extenuando, el deporte se anuncia como uno de los ejes comunitarios del consenso nacional.
(*) Ex puma. Psicólogo. Fundador de la organización federal Proyecto Deporte Solidario.