Los golpes de Estado continúan acechando a América Latina, aunque en pleno siglo XXI su brazo ejecutor lo conforma una intrincada alianza entre ciertos partidos políticos, la corporación judicial y los grandes medios de comunicación. La situación en Bolivia es un ejemplo reciente de ello.
El 10 de noviembre de 2019 Evo Morales renunció a su cargo en el marco de una crisis política producida por las crecientes protestas contra su gobierno y el resultado de las elecciones generales. La crisis se precipitó cuando la Organización de Estados Americanos (OEA) manifestó haber encontrado algunas irregularidades en los comicios para elegir nuevo presidente, en los que Morales iba por su tercera reelección. Eso degastó su gobernabilidad, por lo que el mandatario intentó llamar a nuevas elecciones. Pero ya era tarde: las fuerzas armadas le pidieron su renuncia.
Triunfa el Golpe de Estado en Bolivia y renuncia Evo Morales
Tras su salida, Morales, amenazado de muerte, logró exiliarse en México. Aprovechando el vacío de poder, la senadora Jeanine Áñez se autoproclamó presidenta del país y comenzó un proceso de restauración conservadora, sostenida por el ejército y la embajada norteamericana.