El debate por el derecho al aborto en el Congreso, en 2018, hizo crecer en cantidad y organización al movimiento de mujeres, pero también envalentonó a los sectores antiderechos, con la iglesias evangélica y católica a la cabeza, pero también con una serie de mediáticos que se convirtieron en referentes.
La gran ganadora de ese sector fue Amalia Granata, quien con una combinación de cinismo, ignorancia y llegada a los grandes medios porteños, terminó siendo diputada en Santa Fe.
En sus primeros días con su nuevo rol, Granata, que llegó a la Legislatura gracias a unos 284.755 votos, sigue dando muestras de su ignorancia en materia legislativa: primero declaró que había renunciado a sus fueros –algo que no es posible– para demostrar que no tiene nada que ocultar, según sus palabras, y luego se opuso a la actualización del protocolo de ILE realizada por el ministro de Salud de la Nación, Ginés González García, porque “ya se debatió en el congreso y no se aprobó”, confundiendo la ILE con la IVE.
Fuera de su rechazo al aborto –donde tampoco maneja la información muy clara– poco se sabe de lo que piensa Granata respecto de los temas que como legisladora deberá atender, sólo queda claro que su propuesta distintiva será buscar demoler las políticas de género y los derechos de las mujeres.