Hace 34 años que los feminismos del país se reúnen para debatir y organizar estrategias de lucha entorno a la conquista de derechos de mujeres y, más acá en el tiempo, de lesbianas, bisexuales, trans/travestis y personas no binarias. Antes también, estuvieron las Juana Manso, Julieta Lanteri, Alicia Moreau y tantas más. Y desde 2015, con el estallido de Ni Una Menos, la masificación del movimiento comenzó un camino ascendente imparable.
Ese largo camino de lucha, reclamos y disputa de poder, se ve materializado hoy con el retorno de un gobierno nacional que vuelve a mirar al pueblo y sus demandas: desde el 11 de diciembre Argentina tiene por primera vez un Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad. Al frente de la cartera está Elizabeth Gómez Alcorta, una abogada feminista especializada en derechos humanos y que estuvo, hasta su asunción, a cargo de la defensa de Milagro Sala. En el mismo sentido, en la provincia se jerarquizó la Subsecretaría de Género que había creado la última gestión socialista convirtiéndola en una Secretaría de Estado, al mando de la ex diputada nacional Celia Arena.
Alba Rueda, activista trans, es la subsecretaria de Políticas de Diversidad
En la previa, las gestiones de Nación y Provincia parecen haber tomado nota del gran y organizado movimiento de mujeres y disidencias. Ahora llegará el momento de la acción, con presupuestos acordes a una realidad que exige la intervención inmediata desde todos los estamentos y áreas de los Estados, tal como lo anunció en su discurso de asunción Alberto Fernández: “Ni Una Menos debe ser una bandera de toda la sociedad y de todos los poderes de la república. El Estado debe reducir drásticamente la violencia contra las mujeres hasta su total erradicación”.