Si supieras a dónde ir,
intentaría fugarme solo,
intentaría fugarme solo,
para poder seguir,
llegar hasta la cima de todo,
para sentirse vivo,
llegar hasta la inmensidad,
para sentirse frío.
Los cardenales siempre vienen luego de la lluvia. Y el diluvio limpia todo lo malo que nos atraviesa y también pone a prueba los desagües.
Sí, parece que llegamos vivos a un año nuevo y eso no es poco. Pensar en todo lo que pasó durante estas jornadas es una práctica de mística cuántica.
¿Es verdad que el año pasado sólo tuvo 365 días?
Sí, pero con el peso de la vida de los gatos elevada a potencia del vaciamiento financiero.
Un año gato en escala humana equivale a dos años. Así que podríamos decir que sufrimos ocho años en versión gato y el 2019 fue testigo. El continente estallado y la democracia pidiendo cambio por lesión. La mirada perdida en que consolarnos. En estrellas fugaces que son chatarra espacial. En conjuros de palabras echados en un diván, peleando con dioses griegos y destinos de marca registrada. Sin poder encontrarle la vuelta, igual llegamos. Bueno, yo me di en la pera contra un contenedor parado y casi no la cuento. Así que agradezco al menos estar entero. Pero que el bosque no tape al árbol. Tenemos mucho por festejar. Muchísimo. Capaz no se llegue a notar. Es posible que no sea la posibilidad de comprar una casa o pegar el Quini 6 o comprar una bici nueva… o lo que sea importante dentro de sus intereses.
Festejemos que al menos llegamos y que no hubo masacres. Al menos por ahora. Sí, no es poco. ¿Sabes por qué? Porque los que ponen el cuerpo siempre son los mismos. Los invisibles. Los que molestan. Se puede pedir más. Sí, siempre. Hay que callarse, no, nunca. Hay que decir basta, fuerte. Para que alguna vez suceda. Todos sabemos que las cosas tienen un inicio y un final. No hay que dudar siempre. Solo cuando dudamos. Y luego preparar el mate y ver la vida como un arte. Nunca olvidar de dónde venís y quiénes están ahí cuando la vida te lleva al subsuelo. No todo es épica, hay días más sencillos. Si recordamos y las lagunas no nos hunden. Siempre y nunca contra a veces.