El otro día, por motivos que ahora no vienen al caso, me preguntaron a qué me dedico. A lo cual yo respondí lo que habitualmente y con suma naturalidad respondo: soy docente universitario. Lo extraordinario es que esta vez me quedé pensando en lo habitual y natural de mi respuesta: si yo soy Licenciado en Comunicación Social, ¿por qué siempre priorizo mi labor docente para identificarme ante otres? ¿Será porque me gusta más ser profesor que comunicador? ¿Porque hace ya más de 15 años que trabajo de esto? ¿Porque ser profesor te da prestigio? Bueno, boludeces no.
No, nada de eso tiene que ver. Porque, en definitiva, soy Licenciado en Comunicación Social con orientación en Procesos Culturales y especializado en Audio desde hace casi la misma cantidad de tiempo y porque, además, me gusta serlo. Ajá, ¿vieron? No me especialicé en Redacción y, sin embargo, acá me tienen choreando en dos profesiones porque tampoco me recibí de profesor. En este país no labura le que no quiere, está claro. Pero les decía que las razones habría que buscarlas, entonces, por otro lado. Y creo que principalmente son dos y están vinculadas entre sí.
La primera tiene que ver con un prejuicio en torno al título de “Comunicador Social”. Seamos sinceres: en el imaginario colectivo da a hippie medio zurdite que escribe en lenguaje inclusivo, usa pantalones anchos a rayas, tiene gata y cactus y su mayor logro profesional fue hacerse monotributista y pagarse su propia jubilación miserable o trabajar en alguna cooperativa. Vamos, en serio: cierre los ojos un segundo, piense “Comunicador Social” y cuénteme qué tipo de individuo se le vino a la mente. ¿Ustedes le alquilarían su casa a un tipo o una tipa que dice ser Comunicador/a Social? O sea, ¿qué tipo de garantes podría llegar a conseguir un/a trosko/a cuyo anhelo fue ser Comunicador/a y no Ingeniero/a? Dejemos de dar vueltas: ¿serían garantes de un/a Comunicador/a? A mí me gustaría creer que sí, pero lastimosamente el mundo no es como yo quisiera. En definitiva, siento que las personas me van a considerar un tipo poco confiable y/o serio.
Pero en segundo lugar, e incluso más importante, digo “Docente Universitario” porque cuando yo digo “Comunicador Social” me enfrento a uno de mis peores temores: tener que explicar qué es o qué hace un Comunicador Social. Si partimos de la falsa premisa “Todo Comunica”, llegamos a la siguiente conclusión: todes somos comunicadores sociales, o sea, no hago nada que otre no haga sin necesidad de un título universitario. Los panelistas de televisión dan prueba de ello. Pero mucha gente no entiende el sarcasmo (incluso yo) y si les digo lo anterior, como para evadir una conversación que no quiero tener, volvemos a la razón primera: hippie y encima falopero.
¿Por qué no quiero tocar ese tema? Porque la verdad es que yo tampoco sé muy bien qué hace un Comunicador Social. Andamos por todos lados haciendo de todo. Nos cabe el mote de “Licenciade en todo” tranquilamente. Y encima nos sentimos capacitades para hablar de todo. Pero, más allá de eso, les Comunicadores Sociales pueden trabajar en los medios de comunicación, voltear gobiernos (o sea, trabajar en los medios de comunicación), defender gobiernos (o sea, trabajar en los medios de comunicación), ser prenseros o asesores políticos (no lo voy a repetir de nuevo), hacer comunicación institucional (es decir, ser telemarketer) y ser académicos y aspirar a entrar al Conicet. Estamos habilitades a hacer de todo, siempre y cuando lo reforcemos vendiendo productos de catálogo, porque si hay algo que aúna al abanico de ocupaciones que podemos ejercer es la precarización. Pero tampoco me da para contestar “se dedica a ser un precarizade” porque me van a alquilar una casa el día que los corderos vuelen… ah no, pará. En fin, de nuevo volvemos a la razón primera.
Ser Licenciado en Comunicación, particularmente, no me sirvió ni para que sepan cómo me llamo: todo el mundo me dice Rodrigo, ¡incluso les que leen mis columnas firmadas! Esa es otra: si digo Comunicador, me contestan “Ah, periodista”. Entonces digo que sí para simplificar la cosa y creen que escribo en El Litoral. Les digo que no, que escribo en el Periódico Pausa que es parte de una cooperativa de trabajo en crecimiento que tiene agenda propia y entonces otra vez se hace presente la razón primera: hippie, falopero y encima comunista.
Con todo, prefiero decir que soy docente universitario. La pregunta que lógicamente sigue es: ¿das clases en la UNL? Deberían ver la cara de desilusión de mis interlocutores cuando les digo que sólo trabajo en una universidad provincial de Entre Ríos, y que encima es popular (Prov&Pop). Pero la segunda pregunta es la importante: ¿clases de qué das? Pregunta cuya respuesta me genera los mismos problemas que “a qué se dedica un comunicador” porque doy Semiótica. “¿Y qué es la Semiótica? Suena jodido, jeje”, arrancan. “Sí, soy el profesor que todes odian, jeje”, respondo. “El estudio del funcionamiento de los signos en el seno de la vida social”, es con lo que trato siempre de finiquitar el tema. “Ah, yo soy de Sagitario”, me han dicho más de una vez cuando les digo lo de los signos. Y yo, con una mueca de sonrisa, contesto que “No, de eso se ocupa la Astrología. Nosotros nos ocupamos de otros signos”. “Aaaaaah, ¿y qué es un signo?” y así, en homenaje al fundador de la Semiótica, me tienen cuatro horas en lo que es una semiosis infinita de preguntas cuyas respuestas olvidarán en los siguientes cinco minutos.
Entonces, ¿qué contesto habitualmente cuando me preguntan clases de qué doy? “De Filosofía”. Yo sé que no es así, pero me sirve para evadir conversaciones innecesarias sobre algo irrelevante. La contra es que cuando lo digo volvemos otra vez a la razón primera.
jajajajjajajja-Cumplí 48 años y tengo turno asignado por el Sistema Guaraní para febrero 2020 para comenzar la carrera de Comunicación Social de la UNR. Así que pasando mi medio siglo de vida, con el titulo en mano, te diré , quizás, si logro sintetizarlo para qué sirve.
Brillante.