Durante los 12 años de gobiernos socialistas, el PJ fue mayoría en el Senado provincial y desde allí actuó con cohesión como principal referencia opositora a nivel institucional.
Las elecciones del 16 de junio modificaron el escenario y el nuevo bloque de 12 senadores se partió en dos: de un lado los leales a Omar Perotti, liderados por Alcides Calvo, y del otro un grupo de seis senadores díscolos conducido por Armando Traferri (San Lorenzo).
La interna quedó expuesta a fines de noviembre, días antes del recambio. El grupo de Traferri, en alianza con el Frente Progresista, decidió apoyar el proyecto de presupuesto elaborado por Miguel Lifschitz, a pesar del pedido expreso de Perotti para que no lo hicieran.
Finalmente hubo acuerdo y se terminó aprobando un proyecto con cambios planteados por el nuevo gobernador. Pero la herida quedó abierta y el propio Perotti se encargó de aludirla en su primer discurso como gobernador en funciones, cuando habló del “daño institucional” que se generó con el “hecho inédito” de que “un gobierno saliente le defina el presupuesto al gobierno nuevo que la gente eligió”.
El comportamiento de los senadores del PJ, verdaderos jefes territoriales, es una de las incógnitas del período que empieza.