El 7 de marzo, el movimiento lesbofeminista de Santa Fe conmemoró un nuevo Día de la Visibilidad Lésbica.
El 7 de marzo de 2010 a Pepa Gaitán la fusilaron por lesbiana. Fue en Córdoba: el asesino, el padrastro de su novia. La sonrisa desafiante de la Pepa se convirtió en emblema, la fecha de su lesbofemicidio en bandera. Cada 7 de marzo es el Día de la Visibilidad Lésbica, que como toda lucha por los derechos transforma la ausencia en memoria y la violencia en reivindicaciones.
El 7M en Santa Fe se vivió en la Plaza Pueryrredón, donde hubo rondas de intercambio y un picadito de fútbol. "Considerando que era el Día de la Visibilidad, pensamos en un espacio público que sea transitado", explica Romina Fernández, activista lesbofeminista e integrante de Las Martas. "En la charla emergieron las violencias que las identidades lésbicas vivimos en el espacio público como calles, parques, plazas", cuenta. "Hay muchas compañeras que siguen siendo acosadas y violentadas por su identidad", enfatiza.
Otra demanda planteada en la ronda tuvo que ver con los derechos sexuales. "Las lesbianas estamos muy limitadas en cuanto a los cuidados que podemos llegar a seleccionar para evitar enfermedades de transmisión sexual”, denuncia Romina. En este sentido, las militantes visibilizaron la deuda del sistema de salud en términos de posibilidades de cuidado que trasciendan la heteronorma, lo falocéntrico y lo reproductivo. Y que estén pensadas en términos del goce: "La propuesta fue pensar nosotras, más allá de que no somos ingenieras industriales ni médicas, desde nuestro lugar de lesbianas y desde nuestras experiencias sexuales qué debería tener un dispositivo de cuidado que permita y habilite el disfrute", describe la activista.
"Una tercera ronda planteó como eje el deporte: puntualmente el fútbol feminista como un espacio en el que identidades lésbicas transitamos. Pensamos cómo nos encontramos con nuestres compañeres dentro de la cancha y cómo vivenciamos el fútbol", cuenta Romina.
El Día de la Visibilidad Lésbica es un momento para reivindicar una identidad muchas veces invisibilizada: "Quienes tenemos una militancia lesbofeminista nos reconocemos como identidades distintas a las mujeres y a otres compañeres. Nos sentimos en una posición que nos distingue de las mujeres heterosexuales porque nuestras relaciones sexoafectivas no se dan con hombres heterosexuales. Por eso sentimos que es otro el lugar que ocupamos y otra la identidad la que nos distingue", expresa la activista.
"El aporte desde nuestros recorridos es interesante sobre todo para la composición heterosexual del movimiento feminista", piensa la integrante de la Mesa Ni Una Menos. "Los intercambios son fluidos y los aportes son cruzados, pero desde nuestros lugares de lesbianas nuestras maneras de vincularnos con el mundo y con los compañeros varones es algo que podemos compartir y de lo que se puede 'aprender' en el buen sentido del término. Esa manera de existir es un aporte a la construcción de ciertas banderas".
Al final de la entrevista, Romina afirma: “A diez años del lesbofemicidio de la Pepa estamos esperando el juicio a Higui. Y reclamando por su absolución”. El 16 de octubre de 2016, Higui se defendió de un grupo de varones que la golpeó y que quiso violarla: le clavó a uno de ellos un cuchillo que llevaba para defenderse. En otras oportunidades, esos mismos varones la habían atacado "por chonga". Hoy Higui está acusada de homicidio, y a la espera del juicio.
“Es realmente preocupante que a diez años de un lesbofemicidio que fue el que generó que nosotras reivindiquemos todos los años la visibilidad lésbica, estemos esperando la absolución de una compañera que se defendió para no terminar justamente como la Pepa”, reflexiona Romina. Mientras esperan un fallo judicial con perspectiva de género, la lucha contra la violencia de la heteronorma y el lesbo odio se disputa en las plazas, en los juzgados y con las voces en alto.