El sueño idílico del biopoder

“La vida deviene resistencia al poder cuando el poder toma por objeto la vida”.
Gilles Deleuze.

 

Sabemos que “El biopoder surge en el momento en el que el poder comienza a considerar la vida como parte de su campo de actuación, como conjunto de mecanismos que convierten la vida en parte de la estrategia de poder. El poder se ejercerá sobre el ser humano en tanto ser  viviente. Se produce lo que Foucault denomina la estatización de lo biológico”.

¿Qué mejor ilustración de este concepto que esta pandemia? El estado te secuestra físicamente en tu propia casa, y sin violencia. Ya no les basta el panóptico de la familia, de la escuela, etc., podrías decir. Ya no es sólo que vos tenés internalizada la mirada del Otro que te disciplina y te fija a un lugar social determinado: en el pliegue que el afuera estructura en tu mente. Ahora es la salvaje arremetida contra toda “racionalidad” liberal. Asistimos a la culminación del capitalismo, que hoy muestra su rostro descarnado en el significado de la asistencia sanitaria en Estados Unidos, por ejemplo, que ha dejado a miles y miles de personas fuera del sistema de salud. Acá, en el tercer mundo, los esfuerzos de la multiplicación de las camas para cobijar en carpas a futuros enfermos, nos da confianza. Porque, obviamente, tienen razón. Uno consiente y se encierra, porque si salís, el virus te agarra.

Pero si los ciudadanos de a pie tenemos necesariamente que cambiar nuestras costumbres para adaptarnos a este secuestro, en nuestras casas, más o menos confortables, ¿qué pueden esperar quienes son excretados constantemente por este sistema disciplinario?

Nos llegan las noticias de serios conflictos en las cárceles de Las Flores y Coronda. La ecuación breve sería: no visita, ninguna comida que no sea la del penal, hacinamiento, cero protección contra el virus. Imaginate la locura de estar hacinados cuando recomiendan el aislamiento. Denuncian que hay penitenciarios que han estado de viaje y no hicieron cuarentena. Estar hacinados es decir que no hay suficiente espacio físico para uno: el horror. ¿Y las visitas? Las visitas son oxígeno para los presos. Cuando yo empecé a conocer a las presas no políticas, me asombré porque recibir cartas y visitas era una ocupación de toda la semana, de todo el tiempo. Chicas que se escribían cada una con distintos presos. Corrían a la guardia a buscar el correo de la mañana. Y ahí se ponían a escribir, horas. Y las visitas, bueno, era una de pedir prestado un pantalón, teñirse el pelo, poner el mejor rostro para que la familia no le vea a una la pena. Para protegerlos, y, sobre todo, para que te dejen un abrazo que puedas recordar la entera semana próxima. Y acá, en Las Flores y en Coronda, por lo menos, visita es también tener al alcance una comida menos horrible que la que viene en esos tachos enormes donde en un montón de caldo flota un pedacito de carne y una papa.

¿Qué van a tener? Nada, te dejan ahí, a nadie le importa. No por nada Foucault formaba parte de un grupo de lucha por mejorar las condiciones de vida de las prisiones. Pero allí van a parar los que el capitalismo segrega: los prisioneros, los “delincuentes”, más los barrios de pobres, más los psiquiátricos. ¿Qué clase de encierro vas a tener en una casa hecha con tres tablas y una chapa, en pleno comienzo del otoño, cuando afuera todavía está hermoso? ¿Qué tipo de encierro podés tener en el encierro más feroz? Total, lo de siempre, represión pura y dura. Nada que no supiéramos, pero siempre nos horroriza. Para algunos de nosotros, encierro y aislamiento; para otros de nosotros siempre es algo peor.

No obstante, hay algo que debemos volver a pensar. Si bien esta situación nos arroja a un mecanismo de aislamiento para nuestro propio bien, y este estado resulta ser el sueño idílico del biopoder, hay una vuelta de tuerca: nos fuerza a ser mutuamente solidarios. El capitalismo es su propio sepulturero, diría Marx. Así, el gobierno nacional  impuso una agenda que los dirigentes de la oposición tuvieron que aceptar, con urgentes medidas de prevención de nuestra salud. Y esto es lo opuesto al neoliberalismo de los Bolsonaro y de los Trump, que vacilan en cuidar a sus ciudadanos por estrictas razones económicas y tardaron en reaccionar con racionalidad. Cuando seamos conscientes de esto, otro mundo podrá nacer, donde el individualismo neoliberal sea puesto duramente en cuestión, donde todos los pueblos sean generosos con los otros, como los médicos de Cuba que parten hacia cualquier destino para prestar su ayuda. Dicho esto, volvamos a mirar a nuestra humanidad: “Lo verdaderamente difícil de aceptar es el hecho de que la epidemia actual es resultado del azar natural en su forma más pura, que simplemente ocurrió y no encierra ningún significado oculto. En el orden superior de las cosas, somos una especie irrelevante..” dijo Zizek.

Cita luego a Luther King: “Puede que todos hayamos venido en distintos barcos, pero ahora estamos en el mismo bote”. Y se permite el humor al pensar que, si finalmente no estamos en el mismo bote, podríamos acabar en el detestable crucero Diamond Princess, que es donde empezó todo.

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