En plena pandemia, trabajadores de la economía popular sostienen comedores y centros de salud y colaboran en la reparación del Iturraspe.
Las organizaciones sociales nucleadas en la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) están activando a todo vapor con tareas intensificadas y redirigidas a mitigar los efectos de la pandemia y del debido cumplimiento del estado de cuarentena: entre ellas, el reacondicionamiento del viejo Hospital Iturraspe, que será destinado –en caso de necesidad– a la internación y el tratamiento de personas con coronavirus.
La UTEP, compuesta por el Movimiento Popular La Dignidad, el Movimiento de Trabajadores Excluidos, la Corriente Clasista y Combativa, el Movimiento de Organizaciones Barriales y el Movimiento Evita, cuenta Carlos Abad, “viene sosteniendo reuniones con autoridades provinciales y municipales a fin de lograr un trabajo mancomunado para atravesar la emergencia sanitaria de la mejor manera posible. En ese sentido, todos los movimientos populares pusimos al servicio de la crisis el sostenimiento de los 110 comedores comunitarios en los que se atienden a unos 17 mil santafesinos y que, según calculamos, van a llegar a ser hasta unos 25 mil, debido al cese de la actividad económica que va afecta directamente a la gente que no puede hacerse de su changa diaria. Con la excepción obvia de las personas que componen las poblaciones de riesgo”, aclara Abad entrevistado por Pausa.
Después de reunirse con el ministro de Salud de la provincia, Carlos Parola, el domingo pasado, se acordó el empleo de 50 personas para los trabajos de acondicionamiento del viejo hospital Iturraspe: desde cada orga se armaron cuadrillas de a diez caracterizados en albañilería, pinturería y herrería. “Puntualmente desde Tosco Polo Productivo estamos poniendo a disposición nuestras soldadoras, motoguadañas, herramientas especiales para pintar, vehículos, etcétera. Los movimientos populares tenemos una capacidad instalada enorme, con dispositivos de educación, salud, productivos y demás que confirman que la economía popular es un sector que hay que tener en cuenta a la hora de diseñar políticas públicas”, señala Abad.
A casa con la vianda
De a poco, los barrios del cordón oeste se van familiarizando con estas lógicas de trabajo mucho más posibles que se van construyendo al calor de la militancia y de la organización entre vecines. Cabal, Villa Hipódromo, Acería, Los Hornos, Las Flores, Barrio Jesuita, Barranquitas, San Lorenzo, son algunas de las barriadas que salen a jugar en este contexto de emergencia, mientras otros tienen más margen y mejores condiciones laborales. Y no solamente que ponen el cuerpo, sino que también saben cuidarlo: “Obviamente que los comedores se están manejando con un sistema de viandas y no de recepción de las personas. Además, junto con la entrega de la comida se está repartiendo material de información y prevención no solo de coronavirus sino también del dengue, que es otra de las problemáticas que afecta a estos barrios. Lo mismo para el trabajo de las cuadrillas, dividimos las tareas en varios turnos así cruzamos a la menor cantidad de personas posible”, explica el militante.
Respecto a los dispositivos de salud, el Movimiento Popular La Dignidad mantiene abiertos dos centros de atención y acompañamiento comunitario y que funcionan bajo la órbita de la Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina (SEDRONAR) y que abordan los consumos problemáticos y los inconvenientes de las personas en situación de calle: “Por la emergencia, se resolvió en una asamblea de 26 trabajadores mantener abiertos ambos dispositivos, tanto de día como de noche, para disminuir el impacto y la generación de nuevos focos de contagio: abrimos nuestros espacios para que la gente tenga dónde descansar, alimentarse e higienizarse”. Ellos son Red Puentes (Jujuy 2820) y el Centro de Integración Comunitaria en Avenida Freyre 2782.