La emergencia sanitaria invita a pensar las redes de contención y buscar salidas colectivas.
La incertidumbre, el temor a lo desconocido y el imperativo del aislamiento social trastocan la estructura de lo cotidiano, el reparo seguro en medio de la intemperie. La pandemia del coronavirus parece ubicar el abismo justo bajo nuestros pies; sin embargo, la emergencia sanitaria global también puede ser un momento para pensarnos comunitariamente, en un sentido ético del cuidado.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) asocia la salud mental al bienestar mental y psicológico. En Argentina, la Ley de Salud Mental -sancionada en 2010- la sitúa en un contexto social con aspiraciones de igualdad. Define a la salud mental, otrora signo de manicomialización, como “un proceso determinado por componentes históricos, socio-económicos, culturales, biológicos y psicológicos, cuya preservación y mejoramiento implica una dinámica de construcción social vinculada a la concreción de los derechos humanos y sociales de toda persona”.
¿Qué ocurre con la salud de nuestras mentes en tiempos de cuarentena obligatoria? Profesionales de la salud mental de la Universidad Nacional de Buenos Aires señalan que en estos días “Es posible sentir miedo ante una situación que se percibe como nueva y amenazante y tener pensamientos como ‘me puede pasar a mi’ o ‘puedo contagiar a mi familia’. Esto puede provocar una sensación de frustración, enojo, pérdida de libertad, de dificultad para llevar adelante proyectos y actividades personales”. ¿Qué hacer? Dos profesionales de la salud mental de la provincia coinciden en señalar que la salida de esta crisis debe ser pensada en términos colectivos.
Mónica Niel (Mat. 4, Libro 1, Folio 2), Presidenta del Colegio de Psicólogos de la Primera Circunscripción de Santa Fe expresa sobre los efectos de la cuarentena: “El aislamiento en sí no hace que la gente se deprima. El coronavirus, o cualquier emergencia sanitaria, no inventa pero sí intensifica”, afirma. Y grafica con un ejemplo: “Para quienes tienen síntomas obsesivo-compulsivos, nunca parecen suficientes todas las medidas de higiene y de prevención que puedan tomar. Si ya hay una patología preexistente, con esto se exagera”.
“El aislamiento es físico, pero no debería ser emocional”, enfatiza. “Hay muchos modos de estar cerca, de hacer sentir el afecto, la presencia y de hacer sentir menos solo o angustiado a alguien. No es necesario estar al lado, abrazarlo y besarlo. A lo mejor no te podés ver y tocar con tu familia, pero uno ve que las redes sociales están a full. Hay una necesidad de acompañarse”, considera.
Niel destaca también el recurso del humor: “No tiene fin la creatividad de la gente para mandar chistes, lo cual es muy bueno porque el humor es una forma de tratamiento de la angustia en estas situaciones”. “No me refiero a burlarse para desestimar la seriedad de lo que pasa, sino poder tomarlo con un poco de sentido del humor”, matiza.
Desde Rosario, la integrante de la Red de Psicólogxs Feministas Carla Delladonna (Mat. 7590) considera que “esta es una situación excepcional que afecta de maneras diversas a las diferentes personas, en relación a muchos factores. Hay que ver con quiénes se comparte la cuarentena, si esos vínculos son de sostén o si pudieran resultar violentos. También tiene que ver con las defensas subjetivas y los modos de vincularse con los que ya se contaba”.
Delladonna afirma que, siempre teniendo en cuenta la particularidad de la situación, “se pueden dar algunas sugerencias para quienes cuentan con alguna angustia moderada en relación a este contexto. De pronto me cuesta amoldarme y bueno, se puede generar una rutina nueva dentro de la casa, intentar tener ciertos espacios para sí, poder poner en palabras todo esto”. La psicóloga entiende que en algunas circunstancias críticas puede ser necesario también apelar a una atención profesional en salud mental.
La integrante de la Red de Psicólogxs Feministas advierte que no hay fórmulas mágicas para atravesar estos días. “Para quienes la agenda parece despejarse aparece un mandato neoliberal de ser feliz. Pareciera que en estos momentos en que te quedás en tu casa tenés que hacer todas esas recetas de cocina y de abdominales. También está bueno dar lugar a la incertidumbre, al vínculo con les otres”, reflexiona.
Para Niel, “tiene mucha importancia lo que hagan los medios, el resto de la sociedad y el entorno más cercano”. La psicóloga santafesina entiende que en el discurso mediático se pueden tejer o desactivar las escenas de pánico y de compras compulsivas de alcohol en gel. “Hay que ser muy prudentes, no sólo en el qué se comunica, sino en el cómo: con qué tonos y con qué palabras. En una radio el otro día hablaban de desabastecimiento, y eso promueve que la gente salga corriendo a los supermercados”, cuestiona la profesional.
Cuidados
Uno de los reclamos del movimiento feminista que parece asomar en la agenda pública es poner en discusión el reparto de las tareas de cuidado, históricamente asignadas a las mujeres. Cuando se conjuga la vida permanente en casa y la sensación de amenaza a la salud, cuidar de otras y otros implica mayores niveles de estrés.
Desde la Red de Psicólogxs Feministas recomiendan compartir las tareas domésticas y tener presente el propio “umbral de tolerancia”. “Si te sentís agobiade o presionade por escuchar o asistir a una persona que demanda tu atención, procurá encontrar límites sanos e implicar a otra persona más, haciendo una red de cuidados”, sugieren.
“Desde una perspectiva de salud mental y feminista, es importante pensar todo el tiempo en las redes de cuidado como garantía para la salud mental”, argumenta Delladonna. “Lo que esta crisis mundial viene a vislumbrar son las dificultades que tenemos para construir estas redes, en el sentido de ciertos mandatos neoliberales que apuntan a que nos salvamos solos y solas, cuando en realidad la salida es colectiva”, piensa. Para la profesional, pensar la salud mental en términos de derechos implica una lectura ética sobre las desigualdades que las personas afrontan todos los días.
En ese sentido, desde la Red también proponen "ser conscientes de los propios privilegios" y armar redes de contención para quienes puedan necesitarlo: una persona mayor del barrio que pueda requerir ayuda o alguien que tenga ansiedad, a quien siempre le puede venir bien un llamado telefónico.
También en el sentido de visualizar la forma particular en que los mandatos del cuidado afectan a las mujeres, Mónica Niel analiza: “Tradicionalmente el cuidado de niños, ancianos y enfermos estuvo delegado en ellas. Ahora un poco menos, pero no tanto”. “Esta situación no hace más que expresar lo que pasa habitualmente. Si ves quiénes tomaron licencia, me animaría a decir que la mayoría son mujeres, para quedarse a cargo de los chicos. En esto estaría bueno que la responsabilidad fuera más compartida”, propone.
Comunidad
Desde que la Organización Mundial de la Salud declaró pandemia al coronavirus, no se habla de otra cosa. Las góndolas vacías de alcohol en gel fueron el indicio de que algo debíamos replantearnos.
“En una sociedad donde los valores predominantes son la competencia, la rivalidad y el éxito individual, decir que la única forma de salvarse es la solidaridad va a contrapelo. Pero es así. El que se compra todo el alcohol en gel está escupiendo para arriba, porque él depende de que los otros también se cuiden. Acá está claro: nos tenemos que salvar todos juntos o nos va a ir muy mal a todos”, reflexiona Mónica Niel.
Delladonna coincide: “Si hay algo con lo que nos confronta esta situación de pandemia es que no estamos solas y solos, y que hay otras personas que están pasando por las mismas ansiedades”. “Incluso hay quienes tienen situaciones de mayor vulnerabilidad porque no tienen una red de apoyo, porque conviven con su agresor o porque no cuentan con los medios económicos”, puntualiza.
La profesional finaliza con una clave para reflexionar sobre las relaciones comunitarias en horas de pandemia: “Lo más importante de esta situación es pensar el modo en el que nos vinculamos, en esto que puede transformar a otros y otras en el enemigo que me viene a contagiar, o en quien puedo contar para generar estrategias y salir de esto colectivamente”.
Tené en cuenta*
- Esta situación es transitoria. Es comprensible sentir estrés, ansiedad o molestia. Date tiempo para detectar y manifestar lo que sentís.
- Este contexto puede ser una oportunidad para expresar y profundizar tus sentimientos de solidaridad hacia los demás.
- Si tenés niñas y niños bajo tu cuidado, es importante que puedas explicarles lo que sucede y posibilitar que se expresen.
- Si en la familia hay adultos mayores, tratá de mantener el contacto telefónico para brindar apoyo y contención.
- El aislamiento no es emocional. Buscá contactarte con tus afectos por los medios que te sean posibles.
- Es importante armarte una rutina para sobrellevar los días de cuarentena. No te quedes acostade o en pijama todo el día.
- Repartí las tareas de cuidado. Entre todes es mejor y no nos estresamos.
- Hay que hacer ejercicio. Que no podamos salir no quiere decir que tengamos que estar tirados todo el día. En casa también podemos activar.
- Evitar la sobreinformación. Tenemos que informarnos para tomar medidas prácticas, para cuidarnos y cuidar a los demás. No son momentos para el morbo del sensacionalismo ni para la opinología desinformante de los paneles de televisión. Lo mejor: buscar info en pausa.com.ar (actualizamos a diario con la data más importante) y en los canales oficiales del municipio, la provincia y la Nación.
*Recomendaciones elaboradas en base a sugerencias de la Dirección Provincial de Salud Mental y de la Red Nacional de Psicólogxs Feministas.