Hacer música según lo que se siente es la clave del éxito de Victorina Sanada, en palabras de su cantante.
Lo primero que impresiona cuando ponemos Victorina Sanada es el vozarrón de la Tana, María del Carmen Monti, ama y señora de la canción que rara vez no se destaca. Salvo cuando pretende hacerlo. Por el resto, parece que fuera de esas cantantes que no pueden abrir la boca sin que pase algo grandioso, parienta cercana de las voces de Mimí Maura, Ivonne Guzmán o la peruana Tilsa Llerena, de Orkesta Popular San Bomba. Hasta una fuerza tipo Natalia Oreiro, por qué no.
Como música le interesa la búsqueda del sonido propio, no importa si hay que poner una guitarra distorsionada, rellenar con percusiones candomberas o si hay que romperse un cumbión. Mientras sea lo que viene de adentro, que sea. Muchas veces, para rastrear por dónde viene la mano, hay que hacerle caso al cuerpo. Y la Tana está enterada, según nos hizo notar consultada por Pausa: “Victorina te permite eso de jugar un poco con transmitir la sensación de cada tema, de actuarlos. Nos divierte a nosotros y nos parece que como show también tiene ese efecto, sobre todo cuando interactuamos con el público. Pero creo que va en cada uno, a mí particularmente me gusta sentir la música de esa forma.”
Cada vez que le toca remarcar algo, le cuesta hacerlo hablando de su experiencia individual. En toda virtud, ella ve cuáles fueron las organizaciones que se dieron para que eso salga bien: el movimiento de artistas peleando por los cupos, el trabajo de equipo al que le deben el crédito de sus buenas canciones, lo bien que salen los recitales cuando la gente se prende. Hasta cuando se le pregunta por una actuación que recuerde especialmente, habla de una noche en la que pudieron invitar a muchos amigos a tocar.
Pero ojo, que al lado suyo hay una banda y qué banda. Cuando llegan a su pico de intensidad hacen un ska bien power al estilo de los Cadillacs. La versatilidad entre el chingui y riffs con altura de himnos como “La ira” los pone el Cuervo, Leandro Bravi, con su guitarra robusta, como toda buena Les Paul. Santi Aracama es el bajista, otro músico al que se le da muy bien pasear entre los matices que hay entre los polos rockeros y los tropicales, destacándose sobre todo en el dominio del Groove, el swing o, si se quiere, de demostrar cómo es cuando a los ritmos se los lleva en la sangre.
Párrafo aparte para las percusiones de Boyi Procchietto, que llenan de colores cada espacio posible. En conjunto con la batería del Pulpo Menna, otro experimentado en percus, y las teclas a cargo de Nico Sancio, definen cuando algo tiene que sonar con el sabor propio de una salsa o con la potencia de un ska punk.
Se nota la química entre la cantante y el resto de la banda, pero no es una combinación a la que esté acostumbrada la mayoría de las artistas. Así lo cuenta la Tana: “Veo que está mucho más visible la expresión de las mujeres dentro de la música, algo que siempre fue difícil. Con Victorina tengo 10 años de ruedo y en suma ya son como 20 desde que estoy en actividad, pero recién desde que arranqué con esta banda pude encontrar personas interesadas en trabajar conmigo. En esta banda yo veo el cambio de pensamiento del hombre respecto de integrar a una mujer. Pero anteriormente pasé por situaciones en las que, por ejemplo, no se tenían en cuenta mis ideas. No podía proyectar ni mi propio crecimiento, pero mi amor por la música no me dejó aflojar y terminé dando con las personas correctas para hacerlo”.
Adoradora de los proyectos artísticos independientes y habitué de centros culturales desde donde esta cultura emerge, se siente alentada: “Noto que tenemos el apoyo de mucha gente, como otros músicos y de los medios”. Nos ponemos a charlar sobre lo que la banda está haciendo y antes de terminar de comentar que están terminando un disco, repite que los planetas se alinean a favor suyo y que saben que si se embarcan con profesionalismo esto que “empezó siendo un proyecto más de amigos, hoy nos lo podemos tomar como un trabajo bastante más serio. Estamos súper embalados con que lo que hacemos realmente está bueno y tenemos a mano las mejores posibilidades para llevar adelante esto que es una empresa para nosotros, le estamos invirtiendo todo lo que tenemos”. Hasta ahora, publicaron Para matar, en 2017, y Madre Tierra, en 2018. Están en YouTube y Spotify.