En vistas a la producción de una nota para la última edición papel de Pausa, se realizó una pequeña encuesta de cinco preguntas a economistas y dirigentes locales del comercio y la industria. Uno de los seleccionados fue Francisco Sobrero, economista y doctor en Ciencias Sociales y reconocida figura del ámbito político y sindical. Su generosa devolución fue un verdadero ensayo en sí mismo, que replicamos como entrevista.
–¿Qué experiencias históricas crees que son útiles para pensar la crisis actual?
–Se abre un escenario inédito a nivel mundial. Pero todo escenario de crisis contiene también restos del pasado.
Aquí hay rasgos de de la crisis de 1929, como el carácter universal de la depresión económica en curso, el acelerado agotamiento de la hegemonía noratlántica (EEUU y Reino Unido) y la emergencia de un nuevo actor ordenador en disputa, con el eje China-Rusia.
Se registran también elementos propios de las pautas establecidas, legitimadas y aceptadas con posterioridad a la segunda posguerra del siglo pasado, con una franca jerarquización del rol de los Estados Nacionales cómo dispositivo ordenador de la sociedad, tanto en la construcción de hegemonía como en el establecimiento del rumbo económico.
Ahora bien, entre los elementos propios de la actual situación económica mundial pueden señalarse:
1) El prolongado proceso de financierización del capital a escala planetaria, en tensión sin duda con algunos Estados Nacionales centrales, que también son parte de la actual disputa,
2) La profundización de la inequidad económica y la creación de una masa internacional de seres humanos prescindibles (africanos que se ahogan en el Mediterráneo; árabes, armenios, kurdos, persas, y otros olvidados de Dios, hacinados en campos de concentración de Turquía, que contiene el salto a Europa como contraprestación de ayuda económica; centroamericanos apilados en La Bestia, el tren de la muerte que recorre el corazón de la pobreza indígena hasta llegar al Muro Imperial y luego jugar al gato y al ratón en el desierto limítrofe, convertido en coto de caza de los nuevos nazis blancos).
3) La persistente preeminencia de la ideología neoliberal a escala mundial, apoyada en los nuevos recursos tecnológicos que conspiran permanentemente contra los valores civilizatorios.
Pero es de tener en cuenta aquello de no echar Vino nuevo en odres viejos.
Dada la vastedad y profundidad de la crisis en ciernes es de esperar tanto nuevas ideas que funden nuevos instrumentos y experiencias sociales y políticas que afiancen rumbos civilizatorios. Porque están en cuestión no solo los principios de justicia y equidad sino también los límites que tolera la casa común a la depredación que la somete el capitalismo financiero.
–En Argentina ¿Cuáles son los principales caminos para salir de la crisis que trae el coronavirus?
Es necesario precisar que hace ¡solo 4 meses! se puso en primer plano el agregado de tres millones de argentinos a la población con hambre, mientras salía a la luz del gran público el default de deuda externa de mayor tamaño jamás habido. Y, además, en ese mismo tiempo, un 40% de los argentinos votaba por seguir mansamente el camino al abismo cercano.
A poco andar se agrega la pandemia que hará perder cerca del 10% del PB de 2020, caída que se suma a dos años previos recesión. Es decir, un poco más de pobreza para casi todos y un buen número de nuevos pobres (¿Nos acercamos socialmente al 2001?).
A esto se agrega –dato que es bueno y malo a la vez- una capacidad productiva ociosa de más del 40 %. Y, como si faltara algo mas (para los que piensan en la reactivación por vía de las exportaciones), la recesión en curso en los países demandantes de nuestras ventas externas muestra una desgraciada combinación de caída de demanda y consecuente baja de precios.
Todo indica que no hemos llegado aún al valle de la crisis. Las restricciones de la pandemia, aunque se atenúen paulatinamente, parecen ser prolongadas en el tiempo. Por ello más que pensar en salir de la crisis, la cuestión es cómo ir afrontándola en términos de gestión política económica y social. Las medidas en curso para mitigar sus efectos regresivos ponen en primer plano la relevancia de lo Estatal, son estos recursos los que inducen el consumo interno. No olvidar que el 70-75% del valor generado en el país se destina a Consumo interno e inversión privada + consumo e inversión pública.
Los escenarios posibles son diversos. En el caso de ocurrir lo que parece más probable, es decir una evolución paulatina y controlada de la expansión de la pandemia con su contracara de procesos de reactivación (por tamaño y tipo de actividades, geográficamente sectorizados), resta conocer aún cual será el grado de deterioro de la actividad económica que marque el piso de la crisis.
Este regreso del Estado al primer plano va de la mano de políticas decisionistas, de fuerte concentración del poder, para lo cual se necesita hegemonizar un bloque social que permite legitimar la excepcionalidad ante la emergencia.
¿Será posible esto en la sociedad argentina actual?
–¿Qué herramientas teóricas permiten comprender mejor este momento?
–Diferenciada de las ciencias naturales, la economía es interpretada por escuelas de pensamiento con sustratos ideológicos disímiles que asumen diferentes supuestos de los que surgen propuestas contradictorias. Así tenemos neoclásicos, marxistas, institucionalistas, poskeynesianos, austríacos, neorricardianos, evolucionistas, sraffianos y también nuestros poco valorados estructuralistas latinoamericanos (pese a que lograron aportes teóricos significativos tanto en la explicación de fenómenos económicos como en el desarrollo de herramientas de política económica), por mencionar los más relevantes.
Coronavirus: ¿cuáles son los caminos que Argentina tiene para salir de la crisis?
Pese a esta convivencia tolerada el debate teórico no construye un proceso de selección de la teoría que mejor dé cuenta de la realidad y mejore su comprensión y que, a la par, permita que se impongan las ideas más sólidas y consistentes. Por el contrario, la corriente dominante en teoría económica va de la mano del contexto político imperante y de la configuración del poder económico mundial, estableciendo con éste un proceso de retroalimentación permanente.
Así, por ejemplo, sobre la base de la crisis de los acuerdos de Bretton Woods un grupo de Magnates y Economistas nucleados en la Sociedad Mont Pellerín, impulsó nuevas explicaciones sobre los fenómenos económicos que derivaron luego en el Corpus Teórico conocido genéricamente como Neoliberalismo, cuyo decálogo político institucional se sintetizó en el Consenso de Whasington y, luego, sus consecuencias hicieron estragos en las economías y en los pueblos latinoamericanas a lo largo de fines de los años 80 y durante la década del 90.
Hoy este Corpus teórico neoliberal, tanto del Estado mínimo cómo de la eliminación de todas las barreras y creación de un mercado mundial, está en franca crisis. Incluso, a partir de la profunda recesión del año 2008 Wall Street –el Sancta Santorum del capitalismo financiero- debió inclinar la cervíz y rogar dinero público del Estado Norteamericano para resolver sus pecados. Por último, un espejismo hizo estirar las fantasías del neoliberalismo: el decoupling. Cuando advirtieron que países periféricos semi-desarrollados se recuperaban más rápidamente que los países centrales de la depresión de 2008-09 alumbraron la Teoría del desacoplamiento. Esta relativa autonomía de la periferia les permitió retomar la senda del crecimiento, pero… continuaron con sus recomendaciones de más mercado y menos estado y menos regulaciones. Nuevamente la ceguera ideológica los condujo a una encerrona. La crisis está en el corazón de los postulados neoliberales no en sus epifenómos.
Esta crisis paradigmática vuelve a la escena a los partidarios de la intervención del Estado en la Economía. Keynes en primer lugar, tan citado y tan poco explicitado. Y otros, que se animaron a remar fuera de las aguas dulces de la corriente principal. Nouriel Roubini, por caso, que anticipó la crisis de 2008, agregando además que éstas son la norma del sistema capitalista, tal como está configurado. O Stiglitz, que describió con precisión la crisis made in USA y el desplome de la economía en 2008 y apunta claramente a los responsables: la fe ciega en la eficiencia de los mercados, los errores recurrentes de la mayoría de los economistas y la codicia de los banqueros. No en vano en su listado de recomendaciones para enfrentar la crisis se encuentra:
- Reducir el peso del sector financiero.
- Pasar de una economía industrial a otra de servicios
- Acortar la creciente desigualdad de ingresos.
- Mejorar los sistemas educativos y sanitario.
- Renovar las infraestructuras.
- Promover la innovación
- Enfrentarse seriamente al calentamiento global
Y, de paso, no olvidar que el Ministro Guzmán es un destacado discípulo de Stiglitz
Resumiendo, han vuelto alertas sobre una nueva depresión generalizada de la economía mundial y otros vaticinios que, por repetidos, no muestran aún innovaciones teóricas atractivas. Aparece también (a veces en forma vergonzante) una suerte de nacionalismo económico, incluso también una especie de gestión económica localista, como en Estados Unidos y Brasil. Vuelve la bilateralidad en el comercio internacional y lentamente parecen desmoronarse los acuerdos supranacionales que pretenden igualar las condiciones de trato a los países débiles con los poderosos y a los ricos con los pobres.
Así y todo, más allá del revival de distintas versiones del keynesianismo en los países centrales no aparece aún un enfoque teórico innovador que brinde pistas sobre las salidas posibles de la crisis.
Todo parece volver al principio. Es necesario afrontar la crisis probando y errando y volviendo a probar. Al decir de Karl Popper “predecir la rueda es inventarla”.
Cabe señalar un importante aporte latinoamericano disruptivo, más vinculado a la gestión política y la construcción de hegemonía para plasmar un formato de proyecto económico que posibilite una salida equitativa y solidaria. En efecto, García Linera, parte de la singular experiencia de la democracia boliviana y propone la construcción de un Estado Nacional fuerte, asentado en formas democráticas que, sin desmedro de las instituciones democráticas de elecciones y de gobierno, incorpore formas sustantivas de participación y gestión basadas en un amplio bloque social popular.
Paralelamente aboga por la importancia de una dinámica de abajo hacia arriba en la gestión de las decisiones como forma de generar el corpus de ideas con que se construya la hegemonía de vastos sectores populares.
–¿Cómo evalúas la propuesta de renegociación de la deuda?
El eje de la propuesta es pagar al final del tercer año unos 300 millones de dólares, lo que quitaría un peso enorme al saldo de la Balanza de Pagos permitiendo utilizar los excedentes del comercio exterior a los imprescindibles e insumos que posibiliten los procesos de inversión, producción y reconversión productiva.
El Frente de Todos sumó a la oposición y se plantó con firmeza. Esto recién empieza, la pelota está en el aire. De todos modos, parafraseando a Jauretche véase que opinan los que están enfrente y sus lenguaraces locales.
“Ustedes no saben con quien se meten” bramó, en nombre de Black Rock, el mejicano (ex Secretario de Hacienda del gobierno corrupto de Felipe Calderón). Otras lindezas por el estilo se escucharon en los tanteos previos a la propuesta. Mafia pura y dura. Estos son los señoritos que hay que lidiar. Que no vengan ahora las almas puras del pornoperiodismo local a hablar de honrar la palabra empeñada. Son los mismos que aplaudieron el pago cuadruplicado que Prat Gay-Macri hicieron a los Fondos Buitres, presentado como el “que nos sacó del default” (¿?).
Como si todo fuera esto fuera poco se agregan los expertos televisivos (Que no fallan nunca en errar con sus pronósticos y en negarse por siempre jamás a hacer alguna autocrítica). Para ellos vale lo de Peter Drucker sobre el origen de palabra Gurú, “simplemente porque la palabra charlatán es muy larga para un título de diario”.
–¿Qué opinas del impuesto a las mayores riquezas?
–La crisis generada por el Macrismo en recesión, pobreza, deuda y destrucción de las capacidades estatales se potencia ahora con el efecto deletéreo de la pandemia y configura una genuina emergencia social, económica y política. Y una emergencia histórica reclama medidas y decisiones de la misma entidad. ¿Quién propondría ahora achicar el gasto y la inversión pública?
El equilibrio fiscal se logrará solo con mayor y mejor imposición y en Argentina partimos de un sistema impositivo regresivo y una cultura arraigada en los privilegiados de no pagar impuestos y fugar el excedente económico, quitándolo de la inversión local reproductiva. Este patrón cultural también ha penetrado a estratos de los sectores medios, todo ello alentado por la machacona y sempiterna propaganda antiestatista.
El tributo a la emergencia es necesariamente un tributo a los sectores privilegiados. Un porcentaje de un dígito sobre fortunas de varios millones de dólares no pone en juego su supervivencia ni lesiona sus capacidades de seguir obteniendo ganancias. Y, a la vez, repone -en algo al menos- el principio de equidad tributaria.
En otras emergencias se aplicó en todo el mundo, en la crisis mundial de 1929, en la segunda posguerra y también aquí, hace dos siglos, en El Plumerillo, Mendoza, a instancias de San Martín que, además, no fue solo un impuesto más sino una modificación fiscal relevante que puso los ingresos públicos al servicio de la causa principal.