El nuevo paisaje de la Laguna Setúbal

Foto: UNL

En las últimas semanas, una extensa superficie del fondo lagunar emergió en la Setúbal y sus imágenes no dejan de sorprender. Según un especialista de la UNL, el escenario se acentuará, pese a los caudales que se espera que lleguen desde Itaipú. Alertan sobre los peligros de transitar por el lugar. 

La bajante histórica del río Paraná, que el 17 de mayo registró un nuevo récord con 55 cm de altura en el puerto de la ciudad de Santa Fe, repercute en la Laguna Setúbal, que en los últimos días ha cambiado rotundamente su paisaje.

Carlos Ramonell, docente e investigador de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas (FICH) de la Universidad Nacional del Litoral (UNL), recorrió una zona de la laguna, ubicada a un par de kilómetros al norte del barrio El Pozo, donde se puede observar claramente este nuevo escenario natural. “Es el fondo lagunar emergido, formado principalmente por materiales limosos y arcillas. Parte de este material fino con agua intersticial, al secarse por estar expuesto al sol, se va contrayendo y se generan grietas en el terreno”, explicó el investigador tras comentar que esta superficie ahora expuesta suele estar cubierta por dos o tres metros de agua, siendo la década del 60 el último momento de la historia en que se observó una imagen similar a la actual.

Asimismo, Ramonell destacó que el sedimento fino del fondo lagunar en este sector tiene un color algo rojizo porque proviene del río Bermejo, que aporta al río Paraguay y luego al Paraná a unos 750 km de distancia de la laguna. “Por la proveniencia del agua desde el Paraná y el Arroyo Leyes por un lado, y del Saladillo Dulce que es local, por el otro, en la laguna y en determinadas épocas del año el agua suele verse con dos tonos, uno oscuro o negro y otro más marrón o casi colorado”.

En cuanto a las grietas que se generan en el terreno, el investigador comentó que reflejan la porosidad de los sedimentos. Cuando estos se depositan en el fondo lagunar, tienen una porosidad alta y esos espacios son ocupados por agua, pero al secarse, parte de ese volumen se resuelve con grietas. “No obstante, el sedimento entre las grietas se mantiene hidratado en profundidad y por lo tanto los terrenos que se están desecando en los últimos días no son seguros para transitar; la capa seca superficial puede resquebrajarse con el peso de un auto o a veces menos y provocar hundimientos”, advirtió Ramonell.

En este sentido, recomendó no transitar por la zona, ya sea caminando o en vehículos. “Además, el fondo plano continuo de la laguna está interrumpido por las fosas de dragado que se hicieron para los alteos del barrio El Pozo, el Parque Tecnológico y la Ciudad Universitaria, así como una zona de la Costanera oeste para cubrir de arenas las márgenes naturalmente fangosas. Estos pozos que están actualmente ocupados por agua son muy profundos y peligrosos para que las personas se acerquen, dado que sus paredes pueden colapsar como una barranca natural de nuestros ríos”, añadió el investigador.

Prospectiva

Con la continuidad de la bajante, la superficie del fondo lagunar emergida aumentará, pese a que se espera un paliativo en los niveles tras la liberación de agua desde la represa Itaipú. “Esto va a significar un alivio en las próximas semanas, pero fundamentalmente para las zonas cercanas a las presas, esto es, el tramo argentino que está aguas abajo de Itaipú y también de Yaciretá. En Corrientes habrá una mejoría en los niveles, pero esos registros irán menguando hacia esta parte del río, donde ocupa una planicie de casi 30 km de ancho, recorrida por el cauce principal, una vasta red de cauces secundarios más un sistema múltiple de lagunas. Aquí, las condiciones de bajante apenas podrían modificarse en las próximas semanas. Si no ocurren eventos extraordinarios de lluvias en sectores muy productivos de la cuenca, como la del río Iguazú, debemos esperar que el escenario de bajante se acentúe hacia agosto y septiembre de este año”, remarcó Ramonell.

El clima

De acuerdo a los registros del CIM, desde julio de 2019 hasta abril de 2020 los valores de precipitación mensual en Santa Fe han estado, en general, por debajo de las medias mensuales de los últimos 10 años. Esta misma situación se ha dado también en el noreste argentino y en las cuencas brasileñas del río Paraná y del río Iguazú. “Este déficit de agua se refleja en los niveles del río, que han estado bajando desde el año pasado. Si bien ha habido pequeños repuntes con algunas tormentas importantes aisladas, no fue suficiente como para recuperar los niveles normales del río”, señaló Macor.

Asimismo, el investigador se refirió a las proyecciones de los modelos climáticos con respecto al fenómeno de El Niño y a los pronósticos de lluvias en la región Litoral y cuencas del sur de Brasil. “De acuerdo a informes publicados recientemente por el Instituto Internacional de Investigaciones para el Clima y la Sociedad y el Centro de Predicciones Climáticas de los Estados Unidos, a partir de resultados de modelos climáticos se pronostica una persistencia de la fase neutra del ENSO (El Niño-Oscilación del Sur), que empezó en el invierno del año pasado, hasta fines del invierno o principios de la primavera de 2020. Por otra parte, conforme al último informe elaborado por el Servicio Meteorológico Nacional, lamentablemente los pronósticos de precipitación para el trimestre mayo-junio-julio indican alta probabilidad de ocurrencia de lluvias por debajo de lo normal para amplias zonas de la región Litoral, las cuales contribuyen mayoritariamente a la cuenca del río Paraná. Un informe similar del Centro Regional del Clima para el Sur de América del Sur prevé condiciones de precipitación normal o por debajo de lo normal para las cuencas del sur de Brasil en el mismo período”, destacó.

Fuente: Prensa UNL

 

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