Gracias al estructuralismo saussureano sabemos, entre otras cosas, que nada puede definirse por sí mismo. Es imposible saber quién soy yo, si fuera de mí no hay un otre del que pueda diferenciarme y, por oposición, saber que no es yo. Por ende, en la relación con lo diferente, con lo otro, adquiero el significado de quién soy. Marco los límites de mi yo, en contraste con otros yo, diferentes del mío. En otras palabras, solo con alguien afuera de mí con el cual compararme y saber que es otro, yo soy yo. Si entendieron esto, explíquenmelo porque yo no.
Pero entonces según Saussure, ¿lo que yo soy lo definen les otres? Sí, son les que están alrededor mío les que me definen, y sobre todo, las relaciones que establecemos con elles. De elles aprendemos todo, incluso quiénes somos. La lengua que hablamos y en la que pensamos, las normas de convivencia, tanto explícitas como implícitas, y el significado de las cosas. Entre esas cosas, está nuestra identidad. ¿Adónde quiero llegar con todo esto? No sé, pero se me ocurrió pensar qué es lo que define la santafesinidad, y encararlo por Saussure me pareció que le iba a dar prestigio y elegancia.
Este pasquín organizó en su cuenta de Twitter un mundial de santafesinidad y fue un éxito. Al momento de escribir esta columna, habían llegado a la final “el liso” y “se dice masitas”. Dos merecidísimos finalistas, estandartes indiscutibles de nuestra identidad. No creo que haya dos cosas que nos defina mejor que ellos. Y acá es donde pienso en Saussure. ¿Cómo sabemos que liso y masitas nos definen, nos identifican, nos distinguen del resto? Porque otres nos dicen que eso es nuestro y de nadie más. Supuestamente, nos distingue, no existe más allá de la Setúbal. Entonces, la mirada del otre es lo que nos da cuenta de nuestra individualidad, lo que nos hace ser quienes somos. Sin le otre, ¿cómo sabríamos que uno y el otro son solo nuestros? Y acá es donde si no estuviéramos en cuarentena, la sociedad local pediría que me exiliaran en Entre Ríos: yo creo que masitas nos identifica más que el liso. Es mucho más santafesine decir masitas que el liso. Y antes que empiecen los insultos, sepan que para mí el liso con lupines y El Quillá son lo único que hace tolerable a esta ciudad. Pero cerveza se toma en todos lados. Masitas solo existen acá. Y los lupines también. Los lupines son más santafesines que el liso, y no me hagan seguir por favor.
Ustedes dirán que liso no es lo mismo que cerveza. Es cierto. Liso es chopp. Y chopp toman hasta los nazis en La Cumbrecita. Y salvo en el Club Sarmiento, no conozco ningún otro lugar en el que le pasen la tablita a los vasos para que el chopp se transforme mágicamente en liso. Nunca fui a un barril (y miren que he ido a barriles) donde alguien haya llevado una tabla para hacer el ritual del liso. También es cierto que es difícil encontrar lisos en otros lados, pero hay. En Paraná hay, por ejemplo. Diferente hubiese sido la discusión si incluíamos los “ingredientes” al liso. Eso sí que es santafesine de veras.
LA GRAN FINAL
Tras un largo recorrido, el tradicional liso enfrenta a la sorpresa del torneo: "Se dice masitas". Uno de los dos quedará consagrado con el rasgo santafesino por excelencia. Aquí termina el #MundialSantafesineDeVeras #CopaLagunaSetubal. ¡Gracias por su RT! pic.twitter.com/eBE0IZ5u2B
— Periódico Pausa (@PeriodicoPausa) May 4, 2020
En cambio, casi sin miedo a equivocarme digo que en Sunchales, Avellaneda o Rosario las masitas no existen. Y no hablemos de cruzar el túnel. Todo ese orgullo santafesino que desconocíamos y teníamos dentro nuestro nos transforma en barrabravas de la masita cuando nos dicen “el paquete dice galletitas”. Perdemos la razón, no nos importa nada. Así como nos agrandamos cuando nos jactamos de los lupines, todo el patriotismo y nacionalismo entendidos de muy mala manera emergen sin ningún tipo de argumentación válida. Yo soy capaz de amenazar a les alumnes de Concepción del Uruguay si me discuten “se dice masitas”. Tengo a Saussure y Bajtin de mi lado. Y si no los tengo no me importa.
Tanto el amor por el liso como “masitas” son dos de los más extendidos acuerdos sociales en toda Santa Fe. Convenimos, coincidimos y comulgamos en y por ellos. Nos unen. Nos hace una comunidad diferente a otras. Hacemos un culto de la masita. También del barril y del liso, sí. Pero el culto a la cerveza no es exclusivo. Birra se toma en todos lados. ¿Quién no ama la cerveza? Y también hay choperas y birra tirada afuera de Santa Fe. El slogan de Quilmes habla del “encuentro” en torno a la cerveza. A les santafesines nos une decir masita. Es lo que nos encuentra, nos enlaza y no hay clase social que se resista. Desde El Pozo hasta Santa Rosa y desde el Chaquito hasta Chalet se dice masita. Es nuestra comunión. Nuestra asamblea. Por un momento somos únicos. Porque es nuestra y raramente sea la de alguien más. Y la satisfacción que da ver la rabia de quien lo discute y sabe que tiene razón, pero no se la vamos a dar, también es solo nuestra.
Y SE TERMINÓ EL PARTIDO
Arrasó en todas las rondas y en la final obtuvo un buen resultado. Tomar lisos toda la noche es el rasgo más distintivo de la santafesinidad. A beber y a festejar por este primer puesto y por la #CopaLagunaSetúbal del primer #MundialSantafesineDeVeras https://t.co/qrx9n0b3r6 pic.twitter.com/gwy2jPGCMk
— Periódico Pausa (@PeriodicoPausa) May 5, 2020
Si esto no les convence, lo entiendo: no es fácil pelearse con los propios prejuicios. Pero es como defender que el gentilicio se escribe santafesine y no santafecine. Ya sabemos que con “c” está aceptado. Es decir, no tenemos argumentos para seguir sosteniéndolo. Es tan ridículo como oponerse al “nosotres”. Pero resistimos porque si resignamos santafesine, después siguen con masitas y hasta “bulevar ilhajera” no paran.