Hoy cumpliría 42 años Pablo Contreras, un joven asesinado en 2002. Su madre reafirma el pedido de justicia y señala la complicidad policial en el crimen.
—A las seis de la tarde Pablo pasó por mi casa, me dejó un pantalón y una camisa para que le planche. Él se dirigía como todos los jueves a la tardecita a jugar un partido de fútbol.
Era el 28 de noviembre de 2002. Fue la última vez que Ramona Contreras vio a su hijo con vida. Hoy Pablo Contreras Márques cumpliría 42 años. Hace 17 años que su familia reclama justicia, y sobre todo, verdad acerca de lo que ocurrió con su hijo.
Pablo Contreras Márques era trapito en la Plaza España de Santa Fe y vivía en Colastiné como su familia. “Él el problema que tenía era con la policía, no tenía problemas con otra persona, vio. Porque adonde lo veían, lo paraban”, recuerda Ramona.
En la noche del 28 de noviembre de 2002, la familia esperaba a Pablo a eso de las diez de la noche, pero nunca llegó. Ramona seguía esperándolo al otro día a las siete de la mañana. Fue entonces cuando una de sus hijas le avisó: decían por la radio que habían matado a un chico llamado Pablo, de 23 años, en la plaza. El rumor crecía entre las casas de la costa santafesina.
Ramona Contreras no sabe qué fue lo que pasó con su hijo entre la noche del 28 de noviembre y la tarde del 29. Recuerda que el cuerpo de su hijo estaba en la Comisaría Subsexta de La Guardia y que no le dejaban ver el cuerpo “porque estaba desfigurado”. Recién a las tres de la tarde se lo entregaron.
Lo que siguió después fue la lucha por conocer la verdad. Ramona y su esposo Carlos Márques llegaron a armar una carpa frente a la Casa de Gobierno para pedir justicia. La investigación fue archivada en 2003, pero en 2007 volvió a abrirse por pedido de la familia.
Recién 2018, dos hombres de 31 años fueron condenados a prisión efectiva por el crimen. El juez de Menores N° 2, Estanislao Surraco, impuso penas de siete años y dos meses de prisión para César Caraballo y Julio César Cáceres (quienes eran menores de edad al momento del hecho), a quienes se les imputó el delito de "homicidio agravado por el uso de armas de fuego". Según consta en las noticias de la época, el propio Surraco reconoció que la causa no había tenido “impulso procesal”. Aún hay una causa en trámite para determinar la posible responsabilidad policial en los hechos.
El año pasado, Ramona y Carlos participaron de la primera Marcha de la Gorra en Santa Fe, junto con las familias de Lautaro Saucedo.
“Estoy reclamando por la injusticia que se cometió. Acá no va a haber justicia porque toda la corrupción que hubo en 2002 no la van a destapar. Quisimos llegar a la verdad, esa fue la lucha que hicimos mi marido y yo”, dice hoy Ramona. “Y cuando íbamos a saber la verdad teníamos ataques en mi casa”, afirma. "Hicimos de todo para que esto avanzara pero así también tuvimos muchos problemas en el barrio con la policía".
"A Pablo lo recuerdo como una excelente persona. Pablo no tenía maldad para nada, era un chico sano. De domingo a domingo trabajaba", dice entre lágrimas Ramona. "Nos destrozaron la vida, en esa fecha nos mataron. A toda mi familia, a mi hija que en ese momento tenía seis años. Pablo era un chico de 24 años, que tenía toda la vida para vivir, que no tenía maldad para nada". "Todo este tiempo estuvimos mal por no llegar a la verdad, lo único que queremos es que se sepa la verdad".