La docencia universitaria en la pandemia: "Dimos una respuesta extraordinaria a una situación extraordinaria"

Pausa dialogó con docentes de diferentes universidades del país, en relación al trabajo realizado en el contexto de la pandemia de Covid 19.

La pandemia de coronavirus trajo aparejado el aislamiento general y la suspensión de las clases presenciales. En ese contexto, desde los diferentes niveles educativos se ensayaron diversos mecanismos para asegurar el dictado de clases, no sin dificultades y sin sobrecargas para la tarea docente. En ese marco, la Asociación de Docentes de la Patagonia Austral (Adiumpa) organizó un conversatorio para intercambiar experiencias sobre el trabajo que realizó la docencia universitaria en diferentes puntos del país. Participaron docentes de la Universidad Nacional del Litoral, de la Universidad de Tierra del Fuego y de la Universidad Nacional de Cuyo.

Junto con el diagnóstico del trabajo realizado en diversas universidades nacionales, las asociaciones de la Conadu Histórica que participaron, relevaron las dificultades que encontraron las y los trabajadores de la educación superior con la virtualización.

"La gran mayoría de los docentes no estaban preparados ni capacitados para esto", manifestó Mónica Frías, secretaria general de la Asociación de Docentes de Tierra del Fuego, en conversación con Pausa. "Estaban en mejores condiciones aquellas universidades que brindan educación a distancia, donde hay docentes que están preparados para eso y la universidad cuenta con el soporte que posibilita el dictado de clases virtuales. Pero son muy pocas y no es el caso de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego", indicó.

“La mayor complejidad es haber dado una respuesta inmediata sin las condiciones tecnológicas y de conectividad. Pasar a una virtualidad sin tener un relevamiento de en qué condiciones estaba ese trabajador o trabajadora para afrontarla, tiene su complejidad”, consideró por su parte Karina Dodman, secretaria adjunta de Adiumpa.

“En la Universidad Nacional de la Patagonia Austral (UNPA) tenemos la modalidad de educación a distancia, pero no fue la que dio respuesta a la situación en la que nos encontramos cuando se suspendieron las actividades por la pandemia. La educación a distancia responde a diversos parámetros, como el uso del entorno, la preparación de clases. Dos tercios de la UNPA no está en la educación a distancia, y esto nos encontró buscando todas las herramientas tecnológicas posibles para llevar adelante la tarea”, contó la docente. “Además habíamos iniciado el cuatrimestre, con lo cual las proyecciones de cada asignatura estaban pensadas en la presencialidad. Hubo que adaptar los materiales, preparar las clases virtuales y contactar al claustro estudiantil”, añadió.

Dodman mencionó las dificultades de dar una respuesta en el contexto del aislamiento y la sobrecarga laboral: “Habrá que ver el impacto de la sobrecarga laboral y del estar permanentemente conectados en un contexto de aislamiento para la salud de las y los trabajadores”, analizó.

Francisca Staiti, secretaria general de ADIUN (Asociación de Docentes e Investigadores de la Universidad Nacional de Cuyo), expresó que “el traspaso de la presencialidad a la virtualidad fue algo intespestivo. En ese contexto las y los docentes universitarios y preuniversitarios se pusieron al hombro la virtualidad y el traslado del trabajo de las facultades o escuelas a cada casa. Las casas se convirtieron en el lugar donde la familia debía compartir en el aislamiento y también en las aulas donde los docentes tenían que preparar y dar las clases”.

"No quedamos afuera del panorama nacional respecto a la conectividad. Hicimos una primera encuesta, al mes de haber comenzado con el trabajo en casa, y solo un 20 o 25% de nuestros docentes tenían una conectividad que no fallara o que durara todo el día. Ha sido muy complejo", indicó Staiti. La docente informó además que, en toda la provincia de Mendoza, más del 50% de la población no tiene acceso a Internet.

Staiti menciona, entre las dificultades, el aumento excesivo de las horas de trabajo, el no respeto a la posibilidad de desconectarse, la falta de privacidad y la sobrecarga de las docentes por la superposición del trabajo de enseñanza con las tareas domésticas.

Desde Santa Fe, Oscar Vallejos, secretario general de Adul, explicó que en este contexto, desde el gremio se sostuvo una instancia paritaria ampliada donde “los problemas se iban resolviendo en la medida que aparecían”. "Establecimos como criterio general la libertad de cátedra; eso implicaba la libertad para decidir qué contenidos, cómo y qué tipo de acreditación iban a tener los estudiantes. En general se cumplió esa perspectiva", contó. Asimismo, el docente destacó la importancia de la Comisión de Ambientes y Condiciones de Trabajo, prevista en el Convenio Colectivo de Trabajo.

“Lo que se vio es que hacía falta una regulación del tiempo. Uno aparecía trabajando 24 horas para tener una propuesta pedagógica. El proyecto pedagógico que se implementó es lo que se podía en estas condiciones. La bibliografía que se utilizó no es necesariamente la que se utilizaba habitualmente porque no todo estaba virtualizado. Se dio una respuesta posible a una situación extraordinaria”, advierte el docente de la UNL.

"Lo que salió a la luz son las asimetrías entre las cátedras: por ejemplo, hay cátedras que están completas y otras no, y la respuesta de una cátedra completa es distinta que la de una cátedra que tiene un solo docente, y no todas las cátedras están conformadas completamente”, señaló.

Reivindicar la presencialidad

Más allá de las dificultades, entre las y los docentes consultados hubo un acuerdo generalizado sobre la importancia de la presencialidad, que cobró mayor notoriedad en el marco de la pandemia.

"La pandemia y el aislamiento dejaron en claro lo indispensable que es la educación presencial. La virtualización fue algo que se implementó apuradamente y que generó mucha frustración en los docentes, mucho estrés, muchas más horas de trabajo. Es una situación difícil para los docentes y calculo que del otro lado también para los estudiantes, especialmente para los ingresantes", dijo Mónica Frías.

"La docencia dio una respuesta a situación excepcional. No es lo mismo que hacer educación a distancia, en términos de dispositivo pedagógico. En otro sentido, esto va a durar hasta que la nueva normalidad nos permita volver a otra normalidad. Es decir: en muchas universidades estamos discutiendo los protocolos de bioseguridad y de qué manera se va a volver a las actividades presenciales. Ni hoy ni mañana ni en unos meses vamos a volver a la normalidad. Esta situación transitoria va a seguir por un tiempo", opinó por su parte Dodman.

"La universidad puede salir fortalecida en función de los debates que haya podido encauzar durante y después de la pandemia. Esto hizo evidente algo que sabíamos: que los docentes dedicamos tiempo a la preparación de materiales, que tenemos derecho a desconexión, que la ART nos tiene que asegurar en el trabajo desde casa. La docencia universitaria no tiene días ni horarios cuando hay que cumplir, ya sea en la tarea de grado, de investigación y de extensión. No termina la tarea cuando cerré la puerta y terminé de dar clases, como así tampoco cuando salgo de un entorno virtual", argumentó la docente.

"Todas estas cuestiones nos tienen que llevar dentro de la universidad a proyectar una agenda sobre la situación actual de la docencia universitaria. Ahora incluimos en qué condiciones están trabajando las y los docentes de educación a distancia, lo pusimos en las paritarias", aseveró. "La docencia no hace trabajo remoto. La docencia, desde su lugar de aislamiento está haciendo lo que puede con dispositivos tecnológicos", subrayó Dodman.

"La respuesta que dimos como docentes fue una respuesta extraordinaria a una situación extraordinaria. No es que las clases virtuales o a distancia hayan llegado para formar parte del paisaje pedagógico de la universidad. El trabajo a distancia, la falta de encuentro con las y los estudiantes y con los equipos de cátedra, los espacios de reunión constantes no hicieron más que refrendar la importancia de la presencialidad. Por lo tanto, salimos a defender la educación presencial como un valor fundamental de la universidad", manifestó Vallejos. "Acá lo que se cortó fue el proceso deliberativo transversal. Eso también afectó al trabajo gremial y a nuestra tradición asamblearia", agregó.

"Para que haya una propuesta pedagógica a distancia tiene que haber un gran trabajo de procesamiento de materiales específicos para la distancia, que no se resuelve con un profesor grabando una clase. Ahí hay un grado de precariedad enorme y no se puede llevar la precariedad como un espacio que va a quedar", reflexionó.

A su turno, Staiti alertó sobre sobre la amenaza de las "clases enlatadas". "Decía un docente: 'doy la clase una vez, la filmo, la subo a YouTube y ya no necesito el docente en el aula'", expresó. "La presencialidad es ireemplazable porque en las facultades juegan otras situaciones que no tienen que ver con lo pedagógico. Allí es donde se da el intercambio social, la discusión política. Allí vivimos y compartimos otras vivencias que se pierden absolutamente en la virtualidad", consideró. "Quizás con la virtualidad hayamos descubierto nuevas formas, para complementar la presencialidad, pero para que la universidad sea verdaderamente pública, inclusiva y gratuita debe existir la presencialidad".

Desde Mendoza, su colega Frías advierte: "El discurso de que 'la virtualización vino para quedarse' esconde flexibilización laboral. Se trabaja tres veces más, no hay horarios". "El papel de la universidad no es solo educar a los estudiantes sino que la universidad pública es un motor de movilidad social. Al estudiante lo acercás a la universidad, le hacés ver otra realidad, lo contenés en ese espacio único y especial que son las universidades públicas, tan enriquecedoras y que muestran realidades tan distintas. La virtualidad estaría quitándole una de las funciones principales del sistema universitario público, gratuito e inclusivo que tenemos en Argentina y que es único en Latinoamérica y en el mundo. Tenemos que valorizar lo que implica la presencialidad para la sociedad y para la educación y la formación de los estudiantes. Creo que ese va a ser nuestro desafío", consideró finalmente.

 

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