La travesía de dos santafesinos repatriados de Andorra

En enero, Ignacio y Andrea viajaron a Europa a probar suerte. Consiguieron una visa de trabajo en Andorra. Desatada la pandemia, debieron realizar mil y un trámites para volver a la Argentina. Esta es la historia de un viaje donde todo lo que podía salir mal, salió mal.

Ignacio y Andrea viajaron a Europa en enero para probar suerte laboral por un tiempo. Consiguieron una visa de trabajo en Andorra y se instalaron en el pequeño país, que se encuentra a los pies de las montañas Los Pirineos, en el medio de Francia y España. En marzo, sus planes cambiaron drásticamente por la pandemia del Covid-19 y decidieron regresar. Compraron vuelos con Aerolíneas Argentinas para el 13 de abril, pero se lo reprogramaron sin una fecha definida y sin devolverle su dinero. A partir de ahí se desató una odisea que incluyó muchas desinformación y desorganización.

Pausa entrevistó a Ignacio Cáceres para que relate en primera persona cómo fue su experiencia por Europa durante una pandemia y que cuente cómo fue el regreso a la provincia.

—¿Cómo surgió la idea de irse a Europa?

—La idea era hacer ese plan que muchos tienen: ir un año, trabajar la temporada y luego viajar, para luego volver a la ciudad de Tostado, en dónde mi novia y yo tenemos nuestro trabajo. Yo soy empleado judicial y me saqué una licencia de un año sin goce de haberes. Nosotros estuvimos en Andorra, que es un principado que está entre España y Francia, sobre Los Pirineos que es un centro de esquí. Recibe cerca de tres mil argentinos por temporada. Vas a un bar, ves un argentino. En el súper, te atiende un argentino. Es impresionante la gente radicada allá. Y para que te des una idea, la empresa en la que trabajó mi pareja emplea cerca de dos mil argentinos al año. Se nutren de la mano de obra argentina, que viene más que nada a laburar a los centros de esquí: hay muchos del sur y de Mendoza.

—¿Cómo decidieron ir a Andorra? ¿Cómo fue su vida habitual?

—Yo tengo la suerte de que mi pareja, Andrea, es agente de viajes. Tiene acceso a mucha información. El año pasado me dijo, mirá existe Andorra, que es un lugar donde se hace una temporada, se trabaja bien. Es un país que tiene 75 mil habitantes y que recibe cerca de 12 millones de turistas al año. Entonces, decidimos venir para acá. Andorra está fuera del espacio Shenguen, entonces los 90 días de Europa no te los consume. Nosotros no tenemos ciudadanía. Al trabajar en Andorra y no ocupar el pase Shenguen, podíamos viajar. Andorra tiene convenio de trabajo especial, que son habilitaciones para los no ciudadanos, de seis meses de trabajo: desde noviembre hasta abril. Yo me tomé la feria y vine en enero. Mi novia vino el 9 de noviembre. Ella consiguió trabajo, yo no. Así que yo me puse a recorrer el país, caminando... Estás entre montañas. Es una ruta y a los costados suben las montañas.

—¿Con el idioma cómo se manejaban?

—Allá hablan catalán, francés, inglés y español. La lengua oficial es el catalán. Pero se adaptan al ruso que llega, al francés que va a hacer esquí. De todas formas, todos hablan español. Y si no hablan en español, no son cerrados como en la parte de Cataluña de España. Te sentís cómodo en Andorra.

—¿Cuándo se tomaron medidas sanitarias allá?

—El 13 de marzo Andorra decide cerrar absolutamente todo. Despedir a todos los trabajadores, con las indemnizaciones que correspondía. Entonces se terminó la temporada. A los días, se cerraron todas las fronteras, ya no podíamos cruzar a España ni a Francia. Aerolíneas Argentinas cerró su espacio aéreo. Así empezó todo el episodio…El 20 de marzo compramos los pasajes para volver a Argentina, cuando ya se había cerrado todo acá. Días después, Argentina cierra el espacio aéreo. El pasaje era para el 13 de abril y una semana antes me informan que ese vuelo no se iba a hacer y que esperemos a que cancillería nos coloque en un vuelo especial. Entonces nos reprogramaron para el 19 de mayo, pero el 27 de abril nos avisan que no vamos a volver esa fecha. En consecuencia, tuvimos que buscar otro departamento para alquilar, porque se nos terminaba el contrato que era por la temporada. Ahí empezamos a tener muchos gastos que no teníamos previsto.

—¿Cómo fueron esas conversaciones con Aerolíneas cuando les suspendieron los pasajes?

—Lo que yo critiqué es que no hubo una comunicación fluida: de Cancillería, del consulado que está en Barcelona. Cuando nos avisaron del gobierno de Andorra que teníamos un lugar en un vuelo organizado por ellos, llamamos nuevamente al consulado y le preguntamos qué hacer. La respuesta de ellos fue la burocrática: “su caso se está analizando”.  En todo momento le contamos de nuestra situación, que se nos terminaba el contrato, que yo iba a quedar de ilegal a partir de junio.

A partir de ahí, nos preguntamos cuál es la urgencia, qué tenemos que hacer para entrar en este plan de repatriación. Porque Andorra quiso estirarme la estadía, no estuve en situación ilegal.

Por otro lado, de parte de Aerolíneas, hubo respuestas por Whatsapp que eso estuvo bueno, el tema es que fueron respuestas ambiguas. Aerolíneas pone la tripulación y pone los aviones y es cancillería la organiza los vuelos. Entonces, el primer error de la parte de la organización fue que Aerolíneas nos vendió un vuelo mucho más caro de lo habitual: 200 euros por billete más caro. De Cancillería, nos dijeron que 48 horas antes de que se realice un vuelo de repatriación es cuando te avisan si podés viajar. Yo creo que a casi nadie le sirve eso...

—Y no se entiende por qué no les devolvieron el dinero...

—Exacto. Además, tampoco tuvimos la suerte de otros chicos que han estado en Andorra y que han sido ayudado por el gobierno. Incluso la empresa Grand Valira, que trabaja junto con el gobierno, ha pagado los alquileres de algunos. También les han dado mercadería. Yo entiendo que quizás la ayuda del consulado haya a ido a otros países más complicados, no lo sé, pero en Andorra no ayudaron a nadie de los más de mil argentinos que estaban. Y todos los que volvieron de Andorra, salvo 12 sino me equivoco, volvieron con vuelos de Iberia

—Está bueno que el gobierno de Andorra se haya puesto las pilas y haya dado una mano para la vuelta...

—Sí. Y también nos quieren afuera del país. Estábamos ocupando cosas que en este momento no quieren que las usen los extranjeros. Por eso fueron organizando vuelos y pusieron los permisos especiales que duraban hasta el 30 de mayo… Los que no se fueron entran en situación ilegal. No se sabe si va a haber multas o deportaciones. Es por eso que para nosotros era urgente que aerolíneas nos diga que iba a pasar con el pasaje que teníamos comprado.

—¿Allá hubo aislamiento y cuarentena?

—Más que aislamiento, allá fue bastante flexible. En los lugares turísticos el Valle de Incles, que queda a dos km de donde vivíamos nosotros, la gente está tomando sol a la vera de los arroyos, en la montaña. Hay mucha gente que aprovecha el sol porque cuando el invierno llega hace menos 15 grados. Lo que sí, el comercio se cerró el 13 de marzo y dejaron abierto solo farmacias y supermercados. Vos no tenés gente yendo a comprar en la capital. Si podés hacer compras online. Lo que es hotelería, bares, todo cerrado. La gente se cuida mucho allá. Andan con su alcohol en gel, barbijo, guantes. Respetan las medidas de distancia, cuando vos entrás a un súper te miden la fiebre y si tenés llaman al Ministerio de Salud para que te hagan un nuevo test. Está todo muy controlado. Pero aislamiento no hay. Solo si das positivo en el serológico. Nosotros dos dimos negativo así que podíamos hacer vida normal. Además, se censó la situación de cada argentino. Tenían muy monitoreado la situación de cada extranjero: se dieron cuenta que ya no nos daba para seguir. Cuando de Cancilería nos dijeron no sabemos qué decirte, dijimos listo: contamos la plata, llegábamos a comprar los vuelos y aceptamos. También la ayuda del gobierno de Andorra tiene un límite y me parece que es lo más lógico. Se pusieron las pilas, ayudaron, pero ya está.

—¿Cómo fue el regreso a suelo santafesino?

—El viernes 22 de mayo el gobierno de Andorra se comunica con nosotros dos, diciéndonos que teníamos a disposición dos asientos en un vuelo que estaban organizando junto con Sky Andorra, através de compañía Iberia. Y que teníamos tiempo hasta el sábado 23 de mayo para pagar los vuelos. Entonces nos comunicamos otra vez con cancillería y con el consulado de Argentina en Barcelona. La respuesta fue la misma, que no sabían, que no iban a hacer nada, que no se podía todavía saber. Así que decidimos retornar con Iberia. El domingo 24 de mayo a las siete de la tarde salimos desde Andorra capital, hasta Madrid, en colectivo. Fuimos cerca de 180 personas. Todos argentinos. Llegamos a la capital española y ahí tuvimos que esperar un par de horas, dentro del aeropuerto totalmente vacío. Hicimos el check in y el despacho de equipaje. Luego nos subimos al avión a las 11 de la mañana aproximadamente. Y 11.50 salió el vuelo de Iberia hacia Argentina. En el vuelo estábamos los que vinimos desde Andorra y personas que habían quedado varados en distintos lugares de España.

—¿Qué medidas de seguridad hubo de camino a Santa Fe?

—Desde Andorra hasta Madrid se encargó el gobierno de Andorra de poner seis micros, con capacidad de 60 personas, donde solo ocupábamos 30 asientos. Teníamos una separación de un asiento. Una vez llegados al aeropuerto, dimos cuenta que sigue el argentino con esa ansiedad que tiene y esa avivada nuestra... estaban uno encima del otro, ya no había control en el aeropuerto. Tomaban mates con el barbijo en la pera. Pero bueno, subimos al avión, y hubo amontonamiento de las colas. En el avión no teníamos distancia, estábamos pegado uno al lado del otro. El vuelo vino completo. Y la verdad es que ahí empezaron a ser más endebles las medidas de seguridad. Llegamos a Ezeiza y para bajar estaban todos encimados esperando que abra la puerta. Una vez que pasamos por esos controles, llenamos una declaración jurada, descargamos la app Cuidar, y nos presentamos todos en la puerta de salida del aeropuerto. Entonces llenaron un colectivo con cordobeses, rosarinos y santafesinos. Viajamos desde las 22.30 (del lunes 25 de mayo) hasta el martes 26 a la mañana que llegamos Santa Fe Cuando nos bajamos pedimos entrar a la terminal para esperar adentro. No había nadie más: nosotros y el micro. Mi pareja y yo debíamos aguardar adentro para que nos abran la casa del gremio de judiciales, que es donde estamos haciendo la cuarentena. Entonces la seguridad de la terminal nos dijo que no se podía. Cuando le dijimos qué vamos a hacer a esta hora, nos abrieron las manos diciendo no sé,  entonces se fueron y nos dejaron solos. Esperamos un tiempo a la intemperie y finalmente nos fuimos a la casa del gremio. Cuando terminemos el aislamiento obligatorio, vamos a volver a Tostado.

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