La pandemia, el encierro y el tiempo disponible reavivaron viejos debates en relación a platillos voladores, Área 51 y visitantes del espacio exterior. El panorama ya pintaba distópico entre caminantes con barbijo que pasean a su perro y corredores con escafandra por el parque Garay pero había que agregar más ingredientes. Un take away con alienígenas o un pick up con el cosmos.
El mes pasado la nación del sol naciente plantó bandera. El ministro de Defensa japonés, Taro Kono, anunció que su país está preparando protocolos ante un eventual ataque extraterrestre, luego de que el Pentágono difundiera tres videos filmados por pilotos de la Marina de Estados Unidos que muestran objetos voladores no identificados (OVNI).
En Argentina no podemos ser menos. Ya tenemos el espionaje ilegal a periodistas, militantes y académicos, quizás como primera medida de la inteligencia argentina ante un aluvión ufológico. Nada mejor que infiltrar a un agente para saber cuáles son los planes que tienen estos seres en el Cono Sur.
En nuestro país existe la Comisión Estudios Fenómeno Ovni República Argentina (CEFORA), la cual trabaja hace años en el estudio e investigación respecto a la presencia de objetos voladores no identificados en cielo argentino.
En este caso, la CEFORA pidió a la Policía Federal y a la Fuerza Aérea que se difundan los reportes que se hayan producido a lo largo de la historia sobre denuncias por apariciones de ovnis o extraterrestres.
Esa solicitud deja en claro que lo que buscan es “información escrita, audio, video o fotográfico de material, producto de la investigación, información, denuncia, o informes de guardia, de todo lo vinculado a Fenómenos Aéreos Anómalos, Ovni, UFO, plato volador, Objeto Volador No Identificado, Fenómeno Aeroespacial, Fenómeno Aéreo Inusual y todo aquello que se referencie con este concepto”, según el comunicado de la CEFORA.
Si un narcotraficante declara, ante un juez, que fue reclutado por parte del servicio de inteligencia para hacer un atentado en breve puede aparecer un reptiliano que argumente su vínculo con la AFI como inorgánico.
Lo cierto es que alguien tendrá que pagar la cuenta de la cuarentena mundial. Todos apuntan a que sean los chinos pero quizás puedan dividir los gastos con algún ET desclasificado.