Desde la Asociación de Docentes Universitarios del Litoral reivindican la importancia del Convenio Colectivo de Trabajo de la docencia universitaria argentina, a cinco años de su sanción.
Hoy se cumplen cinco años de la conquista del Convenio Colectivo de Trabajo de la docencia universitaria. Fue un largo que proceso de lucha que llevó casi 20 años, y que contó con la participación de asociaciones gremiales de todo el país. “Donde no existan condiciones mínimas, ni negociación colectiva, ni organización de los trabajadores y donde la relación laboral sea, por la vía de los hechos, completamente ‘unilateral’, claramente hay pérdida de derechos”, reza en su portada la edición de la Conaduh Histórica del convenio, un documento de 75 artículos y un anexo, que regula el trabajo docente del nivel universitario y preuniversitario.
Oscar Vallejos, secretario general de la Asociación de Docentes Universitarios del Litoral (Adul), considera que “el convenio colectivo de trabajo es la transformación estructural más importante del modelo universitario”. En ese sentido, entiende que el "convenio vino a regular y a establecer pautas colectivas para la lucha por los derechos laborales, en un ámbito donde el cogobierno universitario establecía formas unilaterales de relación laboral”.
En 1995, la sanción de la Ley Nº 24.521, más conocida como Ley de Educación Superior (LES), atribuyó a cada universidad la potestad de “establecer el régimen de acceso, permanencia y promoción del personal docente y no docente”. Es decir, que cada asociación gremial debía discutir sus condiciones de trabajo en cada universidad.
“De esta manera, las universidades nacionales contaron con una herramienta legal para esquivar la obligación de negociar convenios colectivos de trabajo, y de esta manera continuar estableciendo de manera ‘unilateral’ las condiciones de admisión, permanencia y promoción del personal docente”, afirman desde la Conadu Histórica.
La lucha docente de esos años alternó entre la exigencia de derogación de la Ley de Educación Superior y la inmediata convocatoria a paritarias para comenzar a debatir el Convenio Colectivo de Trabajo. Esa conquista abriría la posibilidad de que el colectivo de trabajadores de la educación superior argentina pudiera discutir colectivamente temas como categorías, cargas horarias, régimen de incompatibilidades, funciones y obligaciones docentes, perfeccionamiento y estructura salarial.
“El modelo de universidad reformista que reivindicamos como parte de un tradición local de una idea de universidad, tenía como límites pensar las condiciones de trabajo”, analiza Vallejos desde Adul. “En esa alianza obrero estudiantil que se plantea desde los inicios de la Reforma, el trabajador estaba fuera de la universidad y los docentes no eran considerados como tales. Eso empezó a cambiar con la puesta en crisis del modelo reformista en la década del 60, cuando empezó un modelo de sindicalización universitaria, que se truncó con la dictadura del 76”, historiza.
“Había dificultades para ubicar que la actividad académica era un trabajo y que, como tal, la discusión de las condiciones del trabajo tenía que tener un ámbito distinto que los previstos por el cogobierno. El modelo de cogobierno de alguna manera limitó procesos de sindicalización al interior de la universidad”, considera el dirigente gremial.
La larga lucha por el convenio colectivo comenzó en la década del 90. "Fue un largo proceso: se redactaron varios borradores y se discutieron en las asociaciones de base”, recuerda, también desde el Litoral, Hugo Flores. “Adul participó activamente, a través de sus delegados y de asesores letrados, en la elaboración del convenio. Para nosotros fue un paso importante”, cuenta.
“El convenio colectivo de trabajo fue un logro muy importante, porque representa el reconocimiento de la docencia universitaria como un trabajo en relación de dependencia, en la cual los docentes se consideran trabajadores y sus derechos están garantizados por la vigencia del convenio colectivo”, afirma el docente. Flores explica que ese documento “no solo establece relaciones salariales, sino también las licencias, la carrera docente, crea la figura de veedores gremiales y regula las relaciones laborales, que antes dependían de los decanos o del consejo directivo”. “El convenio colectivo de trabajo es una base de derechos que sirve al docente universitario para defenderlos”, afirma el referente.
“El convenio colectivo de trabajo vino a cerrar un ciclo de larga lucha por establecer bajo qué condiciones se discute el trabajo o la universidad en tanto lugar de trabajo. Discutir por ejemplo cómo son los concursos docentes tiene un componente académico y otro de condiciones de trabajo, y como tal hay que resguardarlo de una manera distinta y es el sindicato el que discute esas condiciones. No es una instancia de negociación individual, sino colectiva”, explicita Vallejos.
De los años de lucha, en Adul recuerdan la participación de dirigentes como Claudia Baigorria y Mariana Carminatti. "Fueron figuras claves en el armado nacional de la lucha y quienes pusieron el cuerpo, su inteligencia y su subjetividad en encausar las tensiones que había en torno al convenio", afirma Vallejos. "La posición de Adul es que el convenio era un piso y que como piso era importante conquistarlo".
“El trabajo que tenemos hoy desde el gremio es lograr que el docente conozca el convenio colectivo. Desconocerlo es desconocer los derechos”, expresa Flores.
Conquistas en la letra del Convenio
Entre los derechos efectivamente conquistados en el Convenio Colectivo de Trabajo, se encuentra la posibilidad de discutir el salario a nivel nacional. “Esto va en contra de la Ley de Educación Superior neoliberal, que establecía que cada universidad fijaba el salario. El convenio consagra que las formas de discusión del salario se dan a través de un empleador, el Consejo Interuniversitario Nacional”, indica Vallejos. Además, estableció instancias paritarias locales, universidad por universidad.
En ese contexto, hoy se está discutiendo el modo en que se cubren las vacantes. “Esa va a ser la forma más profunda del cambio de las condiciones cotidianas porque se objetivan los modos en las que se cubren las vacantes en las cátedras. Eso antes era una instancia de negociación individual con las universidades”, comenta Vallejos.
Desde el ámbito preuniversitario, la docente Jimena Fernández, indica que “La mayor conquista del convenio colectivo fue que logramos el nomenclador de preuniversitarios”. “Es decir, que se regularicen las diferentes tareas: docencia, dirección, regencia, jefatura de talleres, asistencia de laboratorio y auxiliares. Gracias al nomenclador queda establecido el orden en el que está ubicado cada cargo y la tarea de cada uno”, puntualiza la docente. El nomenclador de ese nivel se vinculó al nomenclador universitario, lo cual redundó en una mejora salarial para las y los docentes de las escuelas preuniversitarias.
Fernández también destacó la importancia de las licencias por maternidad y paternidad: “a partir del convenio surgió una nueva licencia, que es de posmaternidad”. “Es muy interesante porque plantea que si las dos personas trabajan en la universidad, pueden tomar la licencia las dos. Tenemos seis meses de licencia cuando tenemos hijes”, cuenta la docente. Además, con el convenio se agregaron 15 días más a las y los trabajadores con más de 15 años de antigüedad, que se pueden tomar en cualquier momento del año.
Otro aspecto destacable es la inclusión de la figura de veedores gremiales. “Es importante porque el gremio incorpora la figura del veedor gremial en los concursos, que son la forma de legitimar el cargo docente. Antes el gremio no tenía acceso a formar parte del tribunal, o ser un observador del tribunal”, recuerda Guillermo Hang, desde la FIQ.
“El veedor no tiene voz ni voto sino que solamente es un testigo de que haya equidad y que se cumpla con las reglamentaciones. Eso permite controlar que no haya animosidad o beneficios para un concursante”, señala el docente.
La conquista del Convenio Colectivo de Trabajo amplió las posibilidades de discusión de los derechos laborales de la docencia universitaria. También significó el reconocimiento de las y los docentes como parte de la clase trabajadora. A cinco años, la lucha continúa.
“El gremio defiende los derechos teniendo como piso el Convenio, pero quienes deben apropiarse de esa base de derechos es el colectivo de docentes. El horizonte es ese: que no haya ningún artículo del Convenio que no esté aplicado en el ámbito de UNL”, sintetiza Hugo Flores.