Proyectan que la cantidad de personas bajo la línea de pobreza se duplicó entre fines de 2015 y mediados de 2020: de 9 a 18 millones. A los índices que deja el macrismo, se suma ahora la crisis económica de la pandemia.
El impacto económico provocado por la pandemia del coronavirus tiene su correlato en las estadísticas oficiales y en las proyecciones de los centros de estudios.
El Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec) reveló que en los primeros cuatro meses del año –que incluyen solo 40 días de cuarentena obligatoria– la economía cayó un 11%. Solo en abril, la retracción fue del 26,4%. Los números de mayo y de junio, aún en elaboración, acompañarán esa tendencia y para fines de 2020 la Argentina habrá completado su tercer año consecutivo de recesión.
La Consultora Equis proyectó que la pobreza subirá del 35,5 al 40,1%, en base a las mediciones del Indec. El Observatorio Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que lleva su propia estadística, anticipó que trepará siete puntos: del 38 al 45%. Al cierre de 2019, después de Macri y antes del coronavirus, la pobreza alcanzaba al 25,9% de los hogares y al 35,5% de la población, según datos oficiales del Indec.
Las frías cifras de la macroeconomía se traducen en el sufrimiento de los sectores más vulnerables. La miseria se extiende por la geografía del país y se hace carne allí donde la ayuda llega pero no alcanza.
Problemas estructurales
“La crisis ha golpeado a los sectores informales pobres, los cuales han tenido un piso de protección social a través de los programas de transferencia de ingresos, pero están perdiendo sus fuentes de trabajo por la reducción de la demanda”, indicó el director del Observatorio Social de la UCA Agustín Salvia.
La crisis afecta más a los sectores informales y de bajos ingresos. En el Gran Buenos Aires, se duplicó (del 8 al 16%) la cantidad de hogares que no cubren la canasta básica. Por ese motivo, Salvia consideró de “gran impacto” la incidencia de la pandemia sobre la economía y porque “desnudó los problemas estructurales que tiene la sociedad argentina en cuanto a dificultades para generar una rápida recuperación”.
“La pobreza estructural no solo se visualiza en los asentamientos precarios, también va afectando a las áreas urbanas, porque se va perdiendo la fuente de trabajo y se empieza a desinvertir en la alimentación, en educación, en la vivienda y esto fomenta un proceso de empobrecimiento estructural y de mayores desigualdades sociales”, concluyó el director del Observatorio Social de la UCA.
“Profundo deterioro”
Dice Artemio López: “Macri recibió 20% de pobreza por ingresos y dejó 35,5%. La pandemia la llevó a 40,1% en el primer semestre de 2020. Conclusión: en los últimos 54 meses se duplicó el número de pobres qué pasó de 9 a 18 millones de habitantes de los cuales 8 millones son menores de 15 años. Grave”.
A ese análisis estructural, el director de la Consultora Equis le agrega un dato de coyuntura: hay más de 12 millones de hogares endeudados con un promedio de deudas de 160 mil pesos por hogar, lo que equivale a tres meses de un ingreso promedio por hogar.
¿El coronavirus es más o menos letal de lo que fue el macrismo? Todavía es prematuro anticiparlo. En un artículo reciente en Perfil, Artemio López hizo notar que el 75% del aumento de la pobreza desde el segundo semestre de 2015 al primer semestre de 2020 se registró durante los cuatro años de Cambiemos.
“En jubilaciones y salarios, el gobierno de Mauricio Macri indujo una caída del 19% del poder adquisitivo real en ambas modalidades de ingreso en cuatro años. Cambiemos tomó 5,9% de desempleo en el inicio de gestión y devolvió 10,6%, en línea con el desempleo actual del 10,4%. El profundo deterioro actual es producto de la doble crisis inducida por la gestión de Macri a la que se sobreimprime la caída de actividad consecuencia de la pandemia”.
Superar el corto plazo
Las medidas del gobierno nacional para mitigar el impacto de la inactividad económica son, hasta ahora, insuficientes.
En abril se anunciaron aportes por 850 mil millones de pesos. Un monto que representaba, a la cotización del momento, 13 mil millones de dólares: el 2,9% del Producto Bruto Interno. Esa inversión englobaba créditos, asistencia social y ayuda a empresas y trabajadores.
Sin embargo, solo una parte de esos recursos se volcaron a la calle. Más de la mitad (470 mil millones) iban a destinarse a créditos para empresas, monotributistas y autónomos, a los que solo muy pocos pudieron acceder.
El resto de los programas (Ingreso Familiar de Emergencia -IFE-, refuerzos a la AUH, bonos y diferimiento de deudas para jubilados y pensionados) son medidas de corto plazo que desnudan las carencias estructurales que solo podrán superarse con políticas estructurales.
Convertir la IFE en un sistema de renta básica universal y avanzar hacia un nuevo impuesto a las riquezas aparecen como imperativos para comenzar a corregir de fondo las desigualdades históricas agravadas por el macrismo y el coronavirus.