El coronavirus resultó letal; ni siquiera con el macrismo perdimos tanto poder adquisitivo.
Los cuatro años del macrismo pulverizaron el poder adquisitivo de los salarios por la enorme transferencia de recursos de los sectores medios y bajos hacia el capital concentrado, vía inflación, tarifazos, despidos y paritarias a la baja. Y cuando parecía que la situación ya no podía empeorar, estalló la emergencia del coronavirus. Sin salida a la vista y con una economía que cruje, 2020 será recordado sin dudas como el peor año para los laburantes.
Todos los indicadores dan cuenta de la destrucción de los salarios. De enero a julio, la inflación acumulada a nivel nacional fue del 15,8%, según el Indec, mientras que la variación interanual (julio de 2020 contra julio de 2019) fue del 42,4%.
Los analistas vaticinan que el incremento promedio de precios anual oscilará entre el 25 y el 30%. Solo un puñado de gremios lograron negociar para este año aumentos salariales en esa línea: los aceiteros nucleados en la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines (25%), los bancarios (26% en cuatro cuotas y con revisión por inflación en noviembre), los camioneros (30% en cuatro tramos y con cláusula de revisión en febrero de 2021).
Se trata de los sectores económicos que mejores resultados lograron históricamente, por lo cual los sindicatos del sector tienen fuerza para negociar paritarias dignas, pero a la vez son las actividades que menos sufrieron las consecuencias de la pandemia, ya que siguieron operando con normalidad aún en la etapa más férrea de la cuarentena.
Otros sindicatos del sector privado debieron conformarse con acuerdos de corto plazo. La paritaria de la industria de la alimentación fijó una recomposición salarial del 6,5% por cinco meses, mientras que laboratorios y droguerías acordaron un 7,8% por cuatro meses. También cerraron acuerdos “cortos” los molineros, papeleros, trabajadores de compañías de seguros y farmacia, entre otros. Ninguno de esos acuerdos superó el 10% contra una inflación que en el primer semestre del año acumuló un 13,6% a nivel nacional.
Aún es prematuro para calcular el impacto del coronavirus sobre los trabajadores. La pandemia es un fenómeno que persiste en el tiempo y tiende a agravarse mes a mes.
No obstante, algunos observatorios han hecho una primera cuantificación del problema, aunque esos estudios hacen foco en todo el proceso que va desde 2015 (antes de la asunción de Macri) hasta mediados del año 2020.
El Centro de Economía Política Argentina (Cepa) publicó a fines de julio un informe que sostiene que en los primeros dos meses de 2020 la masa salarial real había iniciado un proceso de recuperación (con una suba interanual de 2,4% en términos reales en febrero 2020) que se cortó con la llegada del virus: “Luego de esa breve recuperación, la pandemia tuvo como efecto el retorno a los valores mínimos de diciembre de 2019. La masa salarial al mes de abril 2020 perdió 11,7% respecto de febrero 2020 y se ubicó al mismo valor real que a diciembre 2019”.
La comparación entre noviembre 2015 y noviembre 2019 da una caída de la masa salarial en términos reales de 19,5%. La misma comparación entre abril de 2020 y febrero de 2020 arroja una caída del 11,7%, según el estudio de Cepa.
En los sectores que estuvieron paralizados en los primeros meses de la emergencia –como la industria y la construcción– se hicieron acuerdos de reducción salarial para evitar despidos. Hasta mayo, 740 mil trabajadores continuaban suspendidos cobrando el 75% de sus salarios: el 12% del total de los registrados del sector privado.
Mucho más optimista, el ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni, calculó que de julio de 2019 a julio de 2020 la caída del poder adquisitivo fue del 8,8%. Para la gran mayoría de los trabajadores, la merma es mucho mayor.
Con información de Suma Política