Personas trans y no binaries reclaman el derecho al trabajo en el ámbito universitario.
—Cada vez que entraba a la universidad pensaba cuándo será el día en que vea a una mujer o a un varón trans recibiéndome en la puerta, trabajando en seguridad o en limpieza, o como docente o estudiante. Cuando llegué a la universidad me encontré con todo lo que faltaba.
Fabiana González es una mujer trans de 50 años, estudiante y activista. Recién a los 46 años pudo inscribirse para estudiar la carrera de Trabajo Social.
“Cuando salió la Ley de Identidad de Género me entró una ansiedad por habitar los espacios que se me habían negado por mucho tiempo, entre ellos la posibilidad de hacer una carrera universitaria”, cuenta Fabiana. “El secundario no lo pude terminar porque me echaron de la escuela. Entonces yo ya tenía una identidad femenina: ‘o cambiás, o no entrás’, me dijo la directora. Mi ilusión era terminar la escuela para estudiar Paleontología”, rememora. “Mi madre me decía que eso no era para mí, eso era para ricos. Y cuando salía a la calle la policía me decía que no podía estar en la calle porque ofendía a la moral y las buenas costumbres”, recuerda Fabiana.
La Universidad Nacional del Litoral fue pionera: en 2011 el Consejo Superior aprobó el reconocimiento y el respeto por la identidad sexual y de género adoptada por las personas trans. De esta manera, previo a la sanción de la Ley de Identidad de Género, les estudiantes contaron con el derecho de figurar con su identidad autopercibida para todos los trámites administrativos relativos a la vida académica.
Casi diez años después, una mesa conformada por activistas trans y no binaries, sindicatos, organizaciones estudiantiles, el Programa de Género de la UNL y representantes del Estado municipal y provincial se encuentran pensando y debatiendo la necesidad de un cupo laboral trans en la Universidad. En el país, la Universidad Nacional de Mar del Plata, la de Tierra del Fuego y la de Rosario emprendieron acciones en pos de incluir a integrantes de los colectivos trans dentro de la planta del personal universitario.
Ser trans en la Universidad
2012 fue el año en que el Estado argentino reconoció finalmente el derecho de las personas de poder vivir y ser reconocidas según su identidad de género autopercibida. Cuatro años después, Fabiana cruzó las puertas de una Facultad: “quería saldar esa deuda conmigo misma”. Pero ese sería el principio de una nueva historia de lucha: “ahí me encuentro con una dificultad grandísima, que es que en la Facultad todo es acelerado. Tenés que aprender a moverte: yo quizás me puedo pagar los apuntes o el colectivo, pero mis compañeras que aún siguen en situación de prostitución no lo pueden hacer”, explicita la activista, sobre las dificultades que encuentran las personas trans para permanecer en la universidad.
La historia de su compañera Alejandra Ironici, también estudiante y activista, se le parece. “En 1999 llegué de Tostado a Santa Fe con mi compañera Marlene Zárate. Las dos vivíamos en una residencia estudiantil y en ese momento teníamos distintos sueños: ella quería recibirse de profesora de historia y yo quería hacer la carrera de contadora pública nacional. En la residencia nos pusieron con los varones, no con las mujeres. En la carrera de Ciencias Económicas el 90% eran varones, era una Facultad patriarcal y machista. Fue una experiencia difícil”, cuenta la activista. “En ese tiempo desertamos, como deserta la gente que no tiene recursos económicos y que de alguna manera no es visible”, recuerda.
Alejandra opina que la situación comenzó a cambiar allá por los años 2006 o 2007: “Cuando estaba el Inadi dentro del edificio de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales nos empezamos a sumar a distintos programas y proyectos de Extensión. Conocimos el Programa de Género de la UNL. Ahí hubo mucha gente que nos acompañó en esos procesos”.
“Cuando decidí iniciar Abogacía en 2009 tuve que dejar por falta de acceso al mundo laboral. Volví a retomar en 2018 la carrera y ahora estoy tratando de meterle para terminarla. Los altibajos tienen que ver con la falta de visibilidad en la institución académica de las identidades de la diversidad sexual. Estamos queriendo romper con estructuras muy hegemónicas”, considera Alejandra. “A pesar de que hemos avanzado, aún cuesta mucho culturalmente hacer visibles las identidades travestis, trans y no binaries”, agrega.
Este año, en el contexto de la pandemia, desde la Universidad se brindaron becas que alcanzaron al 100% de las personas trans que las solicitaron: un total de seis estudiantes.
Mesa conjunta
La demanda por el cupo laboral trans en la UNL nace como una reivindicación de los colectivos trans y no binaries. Pero en el camino, fue encontrando el apoyo de sindicatos, de organizaciones estudiantiles y de diversos organismos del Estado. Hoy trabajan en conjunto en la elaboración de una propuesta que haga realidad la inclusión de las personas trans como trabajadoras de la Universidad.
“Pensamos que la UNL, por su compromiso con la defensa de derechos y por sus acciones en ese sentido, está en situación de establecer condiciones para la contratación específica de personas trans”, analiza Oscar Vallejos, secretario general de la Asociación de Docentes Universitarios del Litoral (Adul).
“Adul tiene una larga trayectoria de compromiso con los derechos humanos. Para el sindicato este es un paso decidido en consolidar una forma de universidad más democrática, basada en derechos y que las identidades de género que están fuera de ella puedan ingresar en su carácter de trabajadoras y estudiantes”, indicó el referente gremial.
Vallejos hizo alusión además a aquellos “saberes en primera persona” que deben ser reconocidos y legitimados. “Hace varios años lo planteaban Lohana Berkins y Marlene Wayar: que ya no son más objetos de conocimiento, sino sujetas de conocimiento. Entonces estamos pensando en un cupo laboral trans docente y no docente”, añadió.
Desde la Asociación del Personal No Docente de la UNL (Apul) también se acompaña el proceso de pensar el cupo laboral trans en forma colectiva. “En principio por nuestros ideales de justicia social; entendimos desde el sindicato que hay una situación de exclusión cruzada por varios factores. Tenemos expectativas de que esto salga y que en el próximo ingreso de la planta no docente podamos contar con esta herramienta. El cupo significaría ponerse a tono con lo que viene sucediendo en otras universidades en relación a reconocer derechos” sostuvo José Ferro, integrante de la Juventud de Apul.
El movimiento estudiantil también transita este debate junto a las compañeras, compañeros y compañeres trans y no binaries. “La Universidad tiene que reconocer esa demanda histórica del cupo laboral trans y avanzar en el reconocimiento de esos derechos. Esa política permitiría cambiar la situación de personas que siempre terminan excluidas del mercado laboral, y por ende en condiciones de pobreza extrema y con una muy baja esperanza de vida. Creo que la UNL, gracias a las demandas que supimos construir desde el movimiento feminista, viene avanzando y es un buen momento para el cupo laboral trans”, opina Milagros Monserrat, estudiante de la Facultad de Humanidades y Ciencias e integrante de la agrupación estudiantil Octógono.
Por su parte, la estudiante de Historia Bianca Scalenghe, del Movimiento Nacional Reformista (MNR) manifestó que “la UNL tiene que seguir en un camino de inclusión, donde las personas del colectivo LGBT y las disidencias puedan sentirse incluidas”. Además del cupo laboral trans, la joven refirió a la necesidad de que “las personas trans puedan estudiar, permanecer y egresar de la universidad”.
Adriana Molina, del Programa de Género de la Universidad, manifestó: “Desde el Programa de Género y desde la Secretaría de Extensión Social y Cultural de la UNL, reafirmamos nuestro compromiso en promover todas aquellas acciones positivas que signifiquen transformaciones estructurales en materia de igualdad como no sometimiento, reconociendo los mecanismos institucionales de debate y acuerdos propios de la Universidad así como el contexto de crisis presupuestaria de las Universidades”. “En este sentido, el tema del cupo laboral trans es un tema que debe debatirse, resolverse y consensuarse en el ámbito institucional respetando los órganos de gobierno de la Universidad”, señaló.
A la mesa de diálogo para la elaboración de una propuesta de cupo laboral trans en la Universidad concurren también los gobiernos provincial y municipal. En diálogo con Pausa, desde la Secretaría de Estado de Igualdad y Género de la provincia y desde la Dirección de Mujeres y Diversidad de la ciudad coincidieron en expresar su voluntad política de acompañar la demanda de un cupo que permita la inserción de las personas trans y no binaries en la UNL.
"Nuestra idea es compartir la experiencia del cupo laboral trans en la Municipalidad", anticipó Soledad Artigas, directora municipal de Mujeres y Género. "Este proyecto es más que el cupo laboral", definió, en tanto la propuesta de la Mesa es abordar también el acompañamiento que se haga de las, les y los estudiantes trans y no binaries.
"Creemos que nuestro rol como Secretaría de Estado de Igualdad y Género y como gobierno provincial es aportar en lo que sea necesario para que se faciliten los mecanismos y los circuitos internos en la UNL", dijo por su parte Nerea Tacari, directora provincial de Políticas de Igualdad. En ese sentido, Tacari refirió al convenio marco recientemente firmado recientemente entre la Secretaría y la Universidad. "Es una oportunidad para poder viabilizar acciones y que el cupo laboral trans se implemente en la UNL", consideró.
Mañana es hoy
La demanda y el debate por el cupo laboral trans llegaron para quedarse, hasta que ya no sea una de las libertades que nos faltan.
“La Universidad nos debe muchísimo porque siempre fuimos el conejito de Indias de tesinas y creo que es hora de que dejen de vernos así y empiecen a transitar con nosotras la Universidad”, anhela Fabiana. “Que podamos habitarla como estudiantes o docentes”.
“El cupo laboral trans tiene que ver con la dignidad, con un proyecto de futuro. Cuando tenés un sueldo fijo o una obra social, podés pensar a futuro”, dice la activista.
“Yo sigo estudiando, no importa la edad en que me reciba sino que el día de mañana podamos decirles a las infancias trans que se puede. Sueño con un mundo donde esas infancias y adolescencias puedan tener las oportunidades que muchas, muchos, muches de nosotres no tuvimos”, finaliza su compañera, Alejandra Ironici.