Lio amaga con despedirse del equipo en el que brilló: los únicos colores que vistió en su carrera. Otros clubes europeos se entusiasman con la idea de contar con el argentino. ¿Se irá?
Nunca fui un fanático de Messi, creo que mucho de eso tiene que ver con una cuestión de edad, de tiempos dedicados a ver fútbol y de otras responsabilidades que, justamente, le quitaron ese tiempo al fútbol, ese tiempo que en mi infancia y adolescencia era casi todo mi tiempo. Pero además es inevitable asociar a los fanatismos con las idolatrías y es en ese espacio donde aparece un tipo que ya ocupó el lugar que hoy tiene Lionel en millones de seres humanos de todos los continentes. Para mí Diego Maradona habitará por siempre mi lado adolescente, ese lugar de la vida donde los posters en las paredes son una enorme declaración de amor.
Dicho esto, que es como decir “con todo respeto” cuando alguien comenzará a discutir, intentaré darle forma a una frase que me quedó picando mientras escuchaba a uno de los tantos periodistas deportivos que vienen hablando del rosarino en los últimos días. “Es una situación difícil por donde se la mire, no dejen de tener en cuenta un dato: Messi nunca se mudó de ciudad”.
Parece una estupidez lo de la mudanza, pero invito a cualquiera a que haga el ejercicio de pensar cuántos jugadores de fútbol, sobre todo de los que están en las grandes ligas, jugaron casi toda su vida profesional con la misma camiseta. Mientras escribo sigo pensando. No aparece ninguno, ni los de ahora, ni los de las últimas décadas del siglo pasado. Mi cabeza me lleva a otro gigante que también llevaba la “10”, Ricardo Bochini. Toda su vida en Independiente, con lo mejor de la historia nacional e internacional del Rojo y con la medalla de campeón del mundo de México 1986.
La mudanza, más allá de todas las teorías que desarrolla la psicología sobre el tema, es una cuestión que también pesa en este partido complicado que está jugando el vecino de Bellamar, el barrio residencial situado en el municipio de Castelldefels, Barcelona. Salvando las distancias (literal), es como si viviera en el Ubajay y jugase en un equipo de Santa Fe. Messi solamente cambió de ciudad cuando se fue de Rosario, en el momento que dejaba la niñez y entraba en la adolescencia. Con su padre primero y luego con el resto de la familia, cruzó el Atlántico para desembarcar en las inferiores del Barcelona, de ahí en adelante la historia es conocida. Ahora, cuando la mudanza es una decisión de pareja, con tres hijos, 33 años de edad y una vida familiar consolidada en Barcelona, no es tan fácil decir “me voy”. Pero el momento llegó, ese “me voy” existe y ya es hora de embalar.
La historia conocida del argentino tiene un punto, y ese punto es ahora, es la actualidad, es el humillante 8 a 2 del Bayer Munich. Messi hoy atraviesa por el tercer conflicto grande de su carrera, el primero fue después de la segunda final perdida con la Selección Nacional por la Copa América (2016). “Ya está. Se terminó para mí la Selección”, declaraba a la salida de un vestuario muy triste en EEUU. Pero volvió, jugó las Eliminatorias y estuvo en Rusia. Luego llegaría la eliminación ante Francia en el último Mundial (2018), el silencio y el alejamiento temporal con la albiceleste. Pero ahora el problema está en su casa, en el lugar donde se formó, jugó, creció y tanto ganó. El eje del conflicto tiene epicentro en el Barcelona que tanto ama, en ese lugar que parecía que estaba hecho para él. Pero como diría Mauricio Macri, en el Barça “pasaron cosas”.
Hoy el mundo está mirando la caída de un imperio futbolístico, y mientras todo se derrumba los directivos catalanes intentaron que Messi no termine en el medio de esas ruinas. La respuesta inmediata luego de la eliminación de la Liga de Campeones fue la despedida del entrenador Setién y la inmediata contratación del holandés Ronald Koeman. Pero al mismo tiempo le bajaron el pulgar a su amigo Luis Suárez.
Ya está, se terminó todo, por más millones que tenga que poner el argentino, la decisión pública llegó el martes 25 de agosto y para ponerle una efeméride importante más al 2020, ahora también figurará como el año que Messi se fue del Barcelona.
La película del Pulga en el Barça estuvo plagada de escenas exitosas, pero nadie se hubiese animado a escribir un final en modo catástrofe. Aunque, pensándolo bien, sí: los alemanes siempre son capaces (Mundial 2014: Brasil 1- Alemania 7).
Los interesados
Inter, Manchester City y PSG parecen ser, al día de hoy, los clubes que pueden convencer a Messi y afrontar una difícil operación económica y legal. Zanetti, de muy buena relación con su compatriota, es una clave en la negociación, mientras tanto en Milán sueñan con tener al argentino y reflotar el histórico clásico entre Messi y Ronaldo (Juventus). Ese cruce en Italia sería el trampolín necesario para volver a ser la Liga más poderosa del mundo.
En el equipo de Inglaterra está el entrenador con el que vivió los días más felices en Barcelona, Pep Guardiola. Y como si eso fuese poco, también está su íntimo amigo “Kun” Agüero. “La Premier League de Messi y Bielsa”, la argentinidad en tierras británicas.
¿O será París? La capital francesa siempre es un punto de atracción para las grandes estrellas, pero ¿será tan encantadora desde lo futbolístico la Liga de Francia? El PSG, además de dinero, cuenta con el jugador que tanto quiso Messi para que repatriaran al Barcelona: Neymar. El brasileño, gran amigo y socio futbolístico del rosarino, es otro punto a tener en cuenta en el futuro de Lionel con domicilio en París.
La gloria no se mancha
La vida de Messi en Barcelona marcó un cambio de era para los catalanes. En tiempos donde muchos se olvidan del fútbol y los logros del argentino con el Blaugrana, vale recordar que ganó 10 Ligas, 8 Supercopas de España y 6 Copas del Rey. En el plano internacional obtuvo 4 Ligas de Campeones, 3 Supercopas de Europa y 3 Mundiales de Clubes.
Para tener una noción de lo que significó el rosarino en el Barça, antes de su aparición solamente había una Copa de la Liga de Campeones en las vitrinas, hoy hay 5. Así podríamos repasar un montón de números que son sencillamente espectaculares.
Esos datos cuantitativos contrastan con el Messi del seleccionado argentino, donde apenas ganó una medalla de oro olímpica y un Mundial sub 20, ambos torneos no figuran en el ámbito de la selección mayor. En esa escala, la que más nos importa, durante tres años seguidos quedó al borde de un título: subcampeón del Mundial 2014, y la Copa América de 2015 y 2016.
Imaginación final
Puede ser que estemos en la antesala de una serie que va hacia sus capítulos finales. Messi hace mucho que dejó de ser el pibe de oro del Barcelona, hoy ya puede ser cuestionado y ante una despedida indigna, nos preparamos para ver al experimentado Messi con camisetas jamás imaginadas.
Como si fuese una serie, ahora el film puede virar hacia un protagonista con sed de revancha, rejuvenecido, tan ganador como en las mejores épocas de Guardiola, o podremos ver la decadencia luego de salir del que tanto le regaló. Preferimos ilusionarnos con un final feliz, vueltas olímpicas en otros clubes poderosos y la vuelta a Rosario en un par de años, cuando Marcelo Bielsa también le diga adiós a Europa.
Mientras tanto, en este rincón del mundo, esperamos que la serie termine con una vuelta olímpica con la albiceleste. Todos lo necesitamos y Lio lo merece más que nadie.