Es lunes a las 21:14. Mientras escribo esta columna y respondo whatsapp y mails del otro trabajo al que ya le dediqué casi todo el día, pienso: ¿Qué estaría haciendo Pergolini en este momento por mi mismo sueldo? ¡Qué buena pregunta, Mario!
La sanción de la Ley de Teletrabajo puso con los pelos de punta al otrora supuesto transgresor de la tevé, quien no quiere saber nada con “una ley que nadie pedía”, tal como dijo en una entrevista con el otrora periodista progresista Jorge Lanata. Primero, que es falso que nadie pedía que se regulara el #HomeOffice. Y, segundo, sospecho que la mayoría de les que tuvimos el privilegio de poder trabajar desde nuestras casas estamos muy felices con esta ley. Pero supongamos que nadie la hubiera pedido: ¿qué mejor que un Estado que te otorga derechos sin tener que salir a reclamarlos? Porque esta ley implica eso: nuevos derechos para les trabajadores. Dale Mario, decilo: “nadie” son los empresarios y empleadores a les que les re cabe la desregulación laboral.
Lo otro que le molestó al ex conductor de La Tv Ataca es que haya sido una ley que se sancionó sin que “llamen a los sectores que esto afecta”. Aunque queriendo confirmar lo que decía Pergolini, Lanata lo refuta diciendo que eso “fue una decisión política” y agrega que “fue una ley que los tipos armaron con los sindicatos”. O sea, sí se llamó a los afectados. De hecho, se convocó a los sectores más perjudicados por la falta de la ley: les laburantes. Si se trata de proteger al explotado, no se me ocurre cómo le iría a pedir consenso al explotador. Es como que Lincoln les hubiese ido a decir a los esclavistas: “Muchachos, ¿y si liberamos a los esclavos?” Los muchachos, básicamente, le pegaban un tiro. Otros un poco menos moderados te bombardearían plazas llenas de civiles. Anacronismos al margen, es como que los abusadores reclamen que nadie los convocó para sancionar leyes de género.
No deberíamos pasar por alto lo primero que dice Lanata tampoco: “fue una decisión política”. Y sí, ¿qué ley no es consecuencia de una decisión política? Amén del absurdo, lo que el periodista estrella del monopolio más grande medios de la Argentina está haciendo con esa sentencia es demonizar la política. Quiere hacer creer que la ley es producto de un arreglo oscuro entre dirigentes políticos y gremiales, y denomina a eso “política”. También es política ir a pedirle guita al FMI y endeudar al país a 100 años o prestarle plata del Estado a una empresa que sabés no te la va a devolver. Y además es una política de mierda porque consolida privilegios. Toda ley nace de una decisión política. Y si esa ley garantiza derechos es producto de una política democrática. El problema no es que sea una decisión política, sino a quién beneficia o perjudica esa decisión.
En este sentido, y aunque no lo hayamos podido ver, desde los 90 Pergolini es la cara “insolente” del discurso antipolítica. Y qué fácil que era ser rebelde en los 90, eh. Con Caiga quien Caiga quizás llegó a su esplendor: la política es sucia, mala, ideal para corruptos e ineptos. Son todos iguales y por eso no importa quién caiga: se lo merecen. Muchas veces, hablar de antipolítica es sinónimo de antiderecho. Este podría ser un caso, si tenemos en cuenta de qué se está quejando Mario a los gritos: de la sanción de nuevos derechos laborales. De que no pueda ser el dueño de sus empleados.
Mario, como cada empresario del tamaño que sea, está muy enojado porque asegura que así es muy difícil “dar trabajo”; esa falacia en la que siempre se justifican quienes desprecian al trabajador/a. Habría que hablar de plusvalía y Derrida para fundamentar por qué es una falacia. En pocas palabras, el filósofo francés vincula el hecho de dar como un “don”, como algo que se regala, se dona. Y lo que se dona o regala no espera nada a cambio. De hecho, el “gracias” como retribución ya anula el acto de dar. ¿Y qué tiene que ver la plusvalía? Mario recibe de aquellos a quienes les dona trabajo lo suficiente como para ser cada vez más millonario y que sus empleades puedan cambiar el celular por uno un poco mejor una vez al año. Dale Mario, si pudieras prescindir de les empleades y obtener el mismo valor agregado, ¿no lo harías? Vos no das nada, invertís en tu fortuna. ¡It’s the capitalism, stupid!
¿Se acuerdan que Mario estaba enojado porque nadie lo había consultado para consensuar esta ley? Cuando le preguntaron cómo la hubiese hecho, Mario respondió: “yo no soy legislador ni me puse a pensar en cómo hacer el teletrabajo”. Si no fuera Pergolini diría que esto es una joda para Tinelli. ¿Para qué quería que lo llamaran entonces? ¿O no será que sí pensó el teletrabajo y es uno desregulado, donde hay dueños y esclavos y donde siempre son los mismos los que caen? Donde el día laboral nunca acaba porque “total lo hacés en dos patadas y en pantuflas”. ¿Les suena?
Un teletrabajo que esta nueva ley en principio pretende erradicar, Mario. Caiga el flexibilizador laboral que caiga.