Partamos del siguiente supuesto: la amistad no es un objeto sino que es un tipo de relación humana. La amistad (les amigues) no es algo que se pueda poseer. Les amigues no se compran ni se venden: no son una propiedad. La amistad no es una mercancía. No es un ente inerte, fijo, estático y sin vida. No es algo consagrado. Al contrario, la amistad es un vínculo vivo que está en permanente movimiento y transformación. A medida que quienes establecen la amistad cambian, también cambia la relación, y viceversa. En conclusión, como todo vínculo en el cual media algún tipo de relación amorosa está en constante construcción, y también destrucción.
Dicho lo anterior, voy a decir que para mí la amistad, en cierto punto, está sobrevalorada. No tanto como la milanesa pero sobrevalorada al fin y al cabo. Traducido a términos contemporáneos, diría que se tienen que alinear demasiados planetas y sintonizar en armonía como seis constelaciones para que tenga ganas o desee ser amigue de alguien. Y sospecho que no soy al único al que le pasa.
Algunes pueden decirme infumable y no se los pienso discutir. Yo prefiero decirle “criterioso” porque suena más a tipo de cuarentayalgo que se da ciertos lujos. A lo que voy es a que así como no me puedo enamorar de cualquiera, tampoco puedo ser amigue de cualquiera. El amor no es ni ciego, ni sordo, ni mudo, ni inoloro; y la amistad tampoco. Estoy diciendo una obviedad, lo sé: yo quiero ser amigue de quien me haga sentir placer y amado. No de alguien que me haga enojar, o amargar, o doler. El dolor y el sacrificio son todo lo contrario a la amistad y el amor. Si duele no es amistad.
Ahora, ¿cuáles serían esos criterios para poder distinguir el placer del dolor en una amistad? No tengo ni idea, por supuesto. Pero sí sé que siempre me pareció muy discutible la célebre frase “No nos vamos a andar peleando por política”. Perdón, ¿vale más la pena pelearse por Boquita o por Messi? ¿Prefieren que nos peleemos por dinero?
Me cuesta encontrar un mejor motivo para poner a prueba la amistad que lo político. Y es necesaria una aclaración: no estoy confundiendo lo partidario con lo político. Lo político lo excede por todos lados. Lo político tiene que ver con el mundo que deseamos y a quién queremos con nosotres en ese mundo. O sea, cómo y con quién quiero compartir mis derechos e, inclusive, transformar mis privilegios en derechos para otres. Con esto quiero decir que si yo fuera peronista no voy a dejar de ser amigue de alguien al que no le guste el peronismo. Pero sí elijo no ser amigue de alguien que odie al peronismo porque elijo no estar cerca de personas que odian. El odio no construye amistades ni derechos. El odio solo construye más odio.
El odio, además, es peligroso. Tiene por objetivo eliminar al otro. Y si ese otro justo coincide con lo que a mí me gustaría priorizar en vez de eliminar, la amistad se hace imposible porque me hace sentir que si yo estuviera en el lugar de “ese otro”, yo sería su objeto de odio y su objetivo a eliminar y no su amigue. Solo me salvaría de su odio porque soy “su amigo”, una percepción bastante propietaria de la amistad y, desde luego, sumamente discutible: “si no fueras mi amigo, no te salvarías”. Encima tengo que agradecerles su amistad. A esto me refiero cuando hablo de la amistad como una relación política.
¿Ustedes quisieran ser amigues de alguien que los considera uno de los memes que viraliza como chiste u objeto de su odio por los grupos de whatsapp? Yo no podría ser amigue de un tipo que dice que vamos camino a ser “Valenzuela” pero no me dice por qué. Tampoco de alguien que protesta contra las jubilaciones para amas de casa porque nunca aportaron nada (lo cual además de misógino y clasista es falso) o que comparte fake news envalentonado como si fuera mi tío Rogelio. Tampoco estoy diciendo que hay que ser amigues de quienes solo nos confirman el prejuicio. Simplemente pregunto si pueden ser amigues de alguien que confunde mérito con privilegio. O sea, de alguien que cree que es justo que haya gente que la pase mal porque se lo merece. Dicho sea de paso: qué casualidad que nunca son elles quienes no se lo merecen. ¿Ven que no podría ser amigue de los memes de los que me rio?
No quiero decir que la amistad es una relación solamente política. Digo que no es ajena a ello y que coincidir en un proyecto de mundo o en ideales de justicia y felicidad son condición necesaria para establecer un vínculo amistoso. Que me parece un criterio mucho más que válido para cancelar amigues pero no el único. Y que Freddie Mercury estaba equivocado: amigos no siempre serán los amigos. A lo sumo, iremos viendo qué onda.
Con la milanesa nooooo
Muy fácil de entender. Muy difícil de entender.